
La recta final del ballotage se convirtió en una pelea por la inestabilidad. |
Los rusos inventaron el mundial de cachetadas, el deporte menos complejo del planeta, y convirtieron al granjero siberiano Vasily Kamotsky en "El rey de los bifes".
El show rápidamente llamó la atención de los norteamericanos, que lo bautizaron como "Slap Fight" y lo sumaron como una franquicia más de la Ultimate Fighting Championship (UFC), en la que dos tipos se dañan como pueden adentro de una jaula.
Pese a los firuletes que agregaron, las reglas no variaron demasiado. Se tira una moneda y el que gana tiene el primer turno. Sin guantes ni ninguna otra protección, el golpeador puede usar una fuerza bruta pero debe pegar a mano abierta. Del lado opuesto de la mesa, el otro espera la cachetada sin hacer ningún movimiento, con la cara rÃgida como si le estuvieran afeitando la barba.
Un par de ayudantes sostienen al golpeado, que tiene treinta segundos para recuperarse del mamporro. Suelen perder algunos dientes y sangrar, pero eso no los descalifica: el ganador se resuelve cuando el árbitro considera que el golpeado ya no se puede mantener en pie. La contienda entonces no la gana el que pega la cachetada más sanguinaria, sino que la pierde el que no puede demostrar estabilidad.
Como si se tratara de cachetazos por turno, la disputa por la inestabilidad se adueñó de la recta final del ballotage entre Massa y Milei.
La estabilidad del ministro fue puesta en jaque dÃas antes de las generales, cuando el dólar trepó a 1150 pesos en una semana. Después de la sorpresa de octubre y una vez que Macri blanqueó su apoyo a Milei, Massa enfrentó la corrida de la nafta. "Alguna más van a tener", dicen en el massismo, como si hablaran de un centro a la olla en el minuto 94.
En el comando de Unión por la Patria de calle Mitre, donde almuerzan todos los dÃas los brasileños que mandó Lula para ayudar en la campaña, creen que la carta ganadora es explotar la inestabilidad de Milei. Asà como sugirieron evitar menciones a la dictadura antes de las generales, ahora proponen ni nombrar a Macri. El objetivo es apuntar todos los cañones a la salud mental del libertario y a la falta de conducción del espacio opositor que resignó en el momento en el que pisó Acassuso.
En el massismo se jactan del éxito de la campaña del miedo, que los principales medios buscaron instalar antes de octubre como un acto de barbarie. "Lo del boleto nos sumó entre dos y cinco puntos", aseguran en Unión por la Patria y prometen nuevas variantes. "Hay que sembrar el pánico en el chat de mamis y papis", dicen.
Para el debate, hay quienes le aconsejan a Massa que se centre en el costado gore del libertario, con riñones, perros muertos clonados y sábanas con fluidos. A Milei, los propios le piden que sólo hable de hiperinflación y Rodrigazo y que se olvide de la agenda macrista contra Cuba y Venezuela, que con Argentina alcanza.
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