Javier Milei se subió rápidamente a la victoria de los partidos de derecha europeos en las elecciones del domingo. El Presidente publicó en sus redes sociales una foto de un león con traje en donde sugiere que la buena elección de las distintas expresiones de la derecha europea en Alemania, Francia e Italia, están relacionadas con su discurso en Davos. 

"Hace unos meses nos paramos frente al Foro de Davos, principal exponente de la Agenda 2030 y les dijimos que de continuar este rumbo Occidente se encaminaba a su extinción. Los pueblos de Europa han hablado y han revalidado con su voto nuestra visión, a pesar de los llantos de los progresistas locales e internacionales, periodistas y políticos que cuestionaron el nuevo posicionamiento de Argentina para disfrazar sus intenciones globalistas", afirmó Milei en un largo tuit en el que cuestionó abiertamente a la Unión Europea.

Sin embargo, la vinculación que hace Milei entre su discurso económico de liberalismo extremo y las ideas de los líderes de la derecha europea que ganaron este domingo es problemática. Sobre todo con la gran ganadora de este domingo, la francesa Marine Le Pen, cuya Agrupación Nacional se impuso por 15 puntos a la fuerza del presdiente Macron. 

De hecho, en términos de mirada económica, Le Pen está más cerca del nacionalismo económico de Perón que del neoliberalismo extremo de Milei. La líder francesa defiende el proteccionismo y pide más regulación del Estado, posición que comparte con la italiana Giorgia Meloni, que aplicó nuevos impuestos a los bancos.

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Ambas enhebran un discurso que combina nacionalismo, estatismo, fuertes restricciones a la migración, un profundo sentir anti-musulmán y una defensa de los valores conservadores de la familia y la vida. Nacionalistas, conservadores y autoritarios. De libertarios, poco y nada.

En ese marco, el periodista e investigador de la Universidad de Gral. Sarmiento (UNGS), Heber Ostroviesky, explica a LPO que "Marine se presenta como una opositora feroz del liberalismo pro globalización de Macron, al que desprecia como hombre de las finanzas. Su principal base de sustento es justamente la Francia desindustrializada, víctima del liberalismo económico y de la ausencia de regulación estatal".

"Marine Le Pen no es una política antiestado, es una política antiextranjeros o migrantes recientes, que en Francia, con ayuda de los partidos tradicionales, fueron transformados en el chivo expiatorio de los fracasos tanto de la derecha como de la socialdemocracia", agrega Ostroviesky.

Marine Le Pen se presenta como una opositora feroz del liberalismo pro globalización de Macron, al que desprecia como hombre de las finanzas. Su principal base de sustento es la denuncia de la Francia desindustrializada, víctima del liberalismo económico y de la ausencia de regulación estatal.

El especialista explica que "Marine Le Pen es la heredera de un partido con una larga tradición, el Frente Nacional (hoy rebautizado Agrupación Nacional), fundado por su padre a comienzos de la década del 70 con un claro posicionamiento antisistema, xenófobo y antisemita", agrega.

"De hecho uno de sus co-fundadores, Pierre Bousquet, era un ex miembro de las SS nazi. Su padre, Jean Marie Le Pen, fue cinco veces candidato a las elecciones presidenciales hasta que en 2002 llegó a la segunda vuelta presidencial ante el entonces presidente Jacques Chirac, contra quien perdió por 82,21 por ciento de los votos", añade. 

"A partir de 2011 Marine Le Pen tomó el control tras una guerra interna con su padre por el partido, que a la vez constituyó siempre una verdadera empresa familiar, e inició un proceso que los franceses denominan habitualmente "desdiabolización": corrió del centro los discursos antisemitas y más radicalmente antimusulmanes, herederos del pasado colonial de su padre, juzgado por haber cometido torturas en Argelia, y se enfocó en integrar paulatinamente al partido a la vida institucional", agrega Bousquet. 

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AP

"Le Pen mantuvo vínculos con sectores radicalizados pero los marginó del discurso público y puso en el centro la oposición al "liberalismo antinacional", ubicando a su partido como los líderes de un ala nacionalista, patriota y protectora de los "verdaderos franceses" ante el peligro migratorio y de las finanzas internacionales", señala el especialista.

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 Para el académico "la clave de su estrategia es presentarse como la líder de un partido nacional populista, capaz de promover medidas sociales pero focalizadas en los franceses supuestamente "verdaderos" (sin terminar de definir nunca lo que eso verdaderamente significa), para ampliar su base al electorado popular de izquierda abandonado por el socialismo y el comunismo francés, los perdedores de la globalización". 

Marine Le Pen, a diferencia de Milei, es una política tradicional, lleva varias décadas de militancia, y ha encabezado un lento proceso de transformación de un partido político que tiene más de 40 años y bebe en fuentes ideológicas muy profundas de la extrema derecha francesa que poco tiene que ver con el paleolibertarismo.

"Se trata de la líder de un proyecto político que con el caballito de batalla de la vaporosa idea de la "prioridad nacional", reserva a los verdaderos franceses el acceso a ciertas prestaciones sociales y servicios públicos, agitando teorías conspirativas como la de "el gran reemplazo" que amenazaría a través de la inmigración y el islam los valores tradicionales y católicos de la nación", agrega Ostroviesky.

Y aclara que "Marine Le Pen, a diferencia de Milei, es una política tradicional, lleva varias décadas de militancia, y ha encabezado un lento proceso de transformación de un partido político que tiene más de 40 años y bebe en fuentes ideológicas muy profundas de la extrema derecha francesa que poco tiene que ver con el paleolibertarismo". 

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Otra diferencia importante es que "la Agrupación Nacional es un partido de cuadros más parecido a Viktor Orbán o un poco más lejos a Vladimir Putin". 

"Con el correr de las décadas han podido insertarse en sectores del Estado como la policía, ciertos sectores de seguridad, en una estrategia más vinculadas a implantarse en el Estado y conducirlo que a pensarse como topos para destruirlo, agrega Ostroviesky.

"Como similitudes con Milei podría señalarse que Marine Le Pen tuvo una gran capacidad para apalancarse en el resentimiento hacia los políticos y presentarse como la novedad ante el fracaso de los partidos tradicionales para mejorar la vida de las mayorías", concluye el especialista.