
En absoluto hermetismo, Lula avanza para concretar la alianza con el ex gobernador de San Pablo y antiguo contrincante, Geraldo Alckmin, para que sea su candidato a vicepresidente.
Como adelantó LPO, Lula busca en el ex lÃder del centroderechista PSDB la puesta en marcha de una proyecto similar al que lo llevó al poder en 2002, con la prioridad puesta en las polÃticas sociales pero con el apoyo de las elites económicas.
Alckmin, dos veces gobernador paulista, puede sumar a la coalición de gobierno que se pretende construir a esa burguesÃa paulista que acompañó y se benefició de los mandatos lulistas, pero se distanció de Dilma a la que le terminaron soltando la mano y apoyando el juicio polÃtico que la destituyó.
Lula quiere a un ex gobernador de derecha como vice
La jugada no es sólo sumar voluntades para derrotar a Bolsonaro en primera vuelta sino también disputar el apoyo de grupos económicos a la tercera vÃa que hoy representa Sergio Moro.
Pero la estrategia de Lula tiene resistencias del ala más dura del Partido de los Trabajadores (PT) que ven en Alckmin un nuevo Michel Temer. Esos sectores temen que el giro al centro de su lÃder incida en un programa económico "neoliberal" y consideran que la enorme diferencia de Lula en las encuestas y la posibilidad de una victoria en primera vuelta son ideales para una radicalización. La respuesta del lulismo ante este análisis es sencilla: "Lula no es asÃ. No quiere radicalizarse, es un hombre de Estado".
El contrapeso que Lula encontró para esa ala dura son los gobernadores del PT que tienen un perfil más pragmático y apoyan el giro al centro del ex presidente. Además, los jefes provinciales consideran que una alianza fuerte con el nuevo gobierno puede abrirles la puerta del Gabinete.
El PT tiene cuatro gobernadores (Ceará, BahÃa, Piauà y RÃo Grande del Norte) pero puede ampliarse a los aliados del PSB (especialmente si hay acuerdo con Alckmin, que acaba de afiliarse a ese partido) que son cinco, entre ellos es Flavio Dino, gobernador de Marañao y uno de los nombres que sonó como presidenciable si Lula no jugaba.
De todos ellos hay una figura que resalta y es la de Rui Costa, gobernador de BahÃa y figura de mucho peso en el petismo. Rui dejará la gobernación en manos de un cacique histórico como Jacques Wagner (que ya fue gobernador) y suena para ocupar un ministerio "de peso" en un eventual gobierno de Lula.
Rui Costa fue protagonista de una polémica con Bolsonaro por la negativa del Gobierno de recibir ayuda de Argentina en medio de una brutal inundación. A su vez, el bahiano tiene un historial de tensiones con sectores de izquierda aliados al PT como el Movimiento Sin Tierra, cuando en 2020 ordenó reprimir y desalojar dos asentamiento en su Estado.
Los militares ofrecen a Lula frenar a Bolsonaro si intenta un autogolpe
Según pudo saber LPO, a Rui Costa le podrÃa espera la jefatura de la Casa Civil (una jefatura de gabinete con más atribuciones en la asignación de recursos) u otro ministerio vinculado al manejo de fondos para los territorios. Lula quiere que el barón del nordeste petista lidere una suerte de liga de gobernadores que le otorgue capilaridad territorial, negociación con el Congreso y bancadas propias robustas en Diputados y Senadores que le garanticen gobernabilidad.
Fuentes cercanas al gobernador petista aclaran a LPO que "Lula que recibirá al gobierno en peores condiciones que en 2003. Mucho menos herramientas de inducción macroeconómica y generación de negocios e institucionalmente más frágil. Esto requiere un pacto nacional que crea el horizonte del Estado y del gobierno".
"El paÃs depende mucho más de la inversión extranjera para impulsar el crecimiento. Necesidad de recuperar inversor, grandes latifundios. Necesitamos confianza, estabilidad, un nuevo patrón de relación con el Congreso, que no puede ser una organización secreta. Lula quiere gobernar diseñando una estabilidad preelectoral y una gobernabilidad que permita generar negocios", aseguran.
El lanzamiento oficial de la campaña (y la candidatura de Lula) será en marzo y trabajará sobre dos ejes: "Serenidad y seriedad". Lula y sus aliados están convencidos que la gobernabilidad tiene que construirse antes de las elecciones (es evidente que dan por hecho la victoria) y por eso continúa acercándose a sectores del mercado y se trabaja para una reunión con altos mandos militares, como anticipó LPO.
Para ese rol, quiere cuadros como Rui Costa, un hombre de perfil social pero pragmático que apoyó la reforma previsional de Bolsonaro y cuestionó la falta de diálogo para llevar a adelante la reforma laboral. Costa sostiene que la distribución del ingreso viene con el crecimiento de la productividad y afirma que es un error hablar de "techo de gastos", como reza el ideario del ala liberal del gobierno de Bolsonaro.
"En BahÃa hablamos de la calidad del gasto público. Es necesario discutir eso. A veces vas a hacer una inversión, tendrás que contar... esta inversión generará muchos negocios y aumentará, ¿Cuánto de mi PBI será esta inversión en un rato? De hecho, esta inversión da sus frutos porque puedes multiplicar por dos, por tres, tus ingresos y tu empleo. Entonces el debate, creo que está mal, en lugar de discutir el gasto, tenemos que discutir la calidad del gasto público", dijo la fuente consultada.
"Eso es lo que necesita Brasil: reducir el mal gasto y poner el buen gasto. Dilma creyó demasiado que el gigantesco volumen de franquicias se invertirÃa en el sector privado. El gobierno perdió su capacidad fiscal y no pudo invertir, y el sector privado quebró. Esto es incluso importante para el juicio polÃtico. Necesitamos innovar. Estamos esperando que nuestros gobiernos del PT que están gobernando frente a toda esta crisis, estén haciendo proyectos Públicos-Privados. Flavio Dino, Wellington Dias, Camilo Santana, todos participaron del PPP", planteó.
Lula no abandonará el eje social y, como hemos visto este fin de semana, pondrá por delante la lucha contra el hambre y la salida de la pobreza por sobre las señales al mercado, pero puertas adentro saben que se necesita de un gran equilibrio para abarcar todo.
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Acá tenemos a un lobbysta que esta haciendo una changa como presidente. Y así nos va.