Nuevo Proteccionismo
El lobby de la industria automotriz moderó la embestida de Trump contra México
Por ahora, Trump aceptó conformarse con que las automotrices cumplan con la regla del 65% de producción en origen. Las dificultades para mover las fábricas a Estados Unidos.

 El mundo entró este miércoles en un nuevo proteccionismo. El presidente Donald Trump anunció los aranceles que Estados Unidos impondrá a sus principales socios comerciales: los bienes de China recibirán un 35% de aranceles, los de Europa un 20% y sorprendentemente hasta la Argentina de su supuesto amigo Milei fue castigada con un 10%, exactamente lo mismo que aplicó al Brasil de Lula y la Colombia de Petro, dos presidentes de izquierda muy enfrentados al republicano.

La gran sorpresa fue que Trump decidió mantener la excepción para México y Canadá, sus socios del T-MEC con los que venía protagonizando los choques mas ruidosos. Sin embargo, tanto en México como Canadá prevalece la prudencia y existe la sensación que el partido sigue abierto.

Durante la presentación de su nueva política de "aranceles recíprocos" en uno de los jardines de la Casa Blanca, Trump dijo que Estados Unidos no puede seguir pagando los déficits de Canadá y México.

"En el caso de México, son 300 mil millones de dólares al año; en el caso de Canadá, cerca de 200 mil millones de dólares al año", afirmó y pidió al Congreso terminar con el tratado de libre comercio con esos países (T-Mec).

Trump deja fuera a México de los aranceles, pero amenaza al T-MEC: "Hay que acabar con ese acuerdo"

Por ahora los bienes que producen Canadá y México, que se ajusten a las reglas del tratado de libre comercio seguirán pagando cero aranceles. En las últimas semanas se habló bastante que Trump impondría aranceles diferenciados del 25% a los autos que produzcan sus socios. Por lejos, la cadena más integrada entre los tres países de America del Norte.

Los ejecutivos de las armadoras estadounidenses le explicaron a Trump que trasladar una línea de producción lleva dos años y una planta completa cinco años. Acaso por eso, Trump empezó a hablar de un tercer mandato, consciente que en el hipotético caso que su política industrialista tenga éxito es posible que los frutos se vean luego de este mandato.

Pero este miércoles la Casa Blanca aclaró que eso sólo se aplicará a aquellos autos que no cumplan la regla de producción propia del 65%. Trump estaba indignado porque sostenía que México era la puerta de entrada al mercado automotriz mexicano para China, que proveía las piezas de los autos que se construyen en suelo mexicano. Por eso la regla del 65%, apunta a excluir del mercado mexicano a China.

La regla del 65% si pegará duro en las armadoras de televisores y teléfonos celulares como FoxConn, la empresa taiwanesa que hegemoniza ese mercado y que ahora se vería excluida de sus plantas en México.

En el freno a la imposición de aranceles del 25% a las automotrices parece haber influido el intenso lobby que las principales firmas estadounidenses del sector desplegaron sobre la Casa Blanca, como reveló LPO.

En la presentación de los nuevos aranceles Trump hizo hablar a un viejo trabajador automotriz.

Se abre aquí un enorme interrogante sobre como se controlará ahora que se cumpla con esa regla. Pero la obsesión de Trump son los fabricantes de autos, que representan en su imaginario aquel Estados Unidos industrial que se desarmó en los 90 con la relocalización de las fábricas -sobre todo en México y China- y al que prometió volver.

 GM y Ford elevan la presión sobre Trump y le avisan que mover su producción desde México a EU llevaría siete años

 Hay que tener en cuenta que el objetivo final de Trump es que al menos las automotrices norteamericanas levanten sus plantas de México y las muden a Estados Unidos, para volver a industrializar ciudades como Denver o Detroit.

El secretario de Economía de México, Marcelo Ebrard, a su par estadounidense, Howard Lutnick, durante la larga reunión de más de dos horas que mantuvieron, imponer a la industria automotriz mexicana aranceles del 25% redundaría de inmediato en un aumento de 15 mil dólares en el precio final de las camionetas que se exportan a Estados Unidos y de 10 mil dólares en los autos. 

Los ejecutivos de Ford, General Motors y otras armadoras estadounidenses le explicaron a Trump que trasladar una línea de producción lleva dos años, una planta completa cinco años y el traslado de toda la industria no menos de siete años. Acaso por eso, Trump empezó a hablar de un tercer mandato, consciente que en el hipotético caso que su política industrialista tenga éxito es posible que los frutos se vean luego de este mandato.

Además, como le explicó el secretario de Economía de México, Marcelo Ebrard, a su par estadounidense, Howard Lutnick, durante la larga reunión de más de dos horas que mantuvieron, imponer a la industria automotriz mexicana aranceles del 25% redundaría de inmediato en un aumento de 15 mil dólares en el precio final de las camionetas que se exportan a Estados Unidos y de 10 mil dólares en los autos. 

Un golpe durísimo a la clase media  norteamericana que ya viene escaldada por el repunte de la inflación que empujó las medidas de Trump y que acaso explique su caída en las encuestas y la derrota electoral que sufrió este martes en Wisconsin.

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