Sergio Massa cerró la renovación del swap de yuanes en China y se metió en el tramo final de la negociación con el FMI, que espera liquidar a mediados de mes cuando viaje a Washington. Massa navega con soltura el juego político de esa capital, con Kristalina Georgieva asediada por la Casa Blanca que le reprocha su demora en auxiliar a Ucrania y su segunda Gita Gopinath, alineada con el Tesoro. Trata de meter baza en esas internas cruzadas, para destrabar el anticipo de desembolsos.

El ministro se entusiasma cuando escucha que un default de la Argentina causaría una devaluación del 40% del capital del FMI, que superaría el 70% si se suma Egipto y se dispararía aún más con Ucrania. "Tienen que tener cuidado en el FMI si se tientan con castigar a la Argentina, porque pueden generar un efecto dominó que se les vuelva en contra", advierten los que siguen las negociaciones.

Massa no es candidato pero está en la negociación

Pero son tiros en la ventana, nadie cree realmente que no haya acuerdo. La preocupación del ministro va por otro carril y es el motivo que explica porque su relación con el Presidente está en su peor momento. Las gestiones de un funcionario importante para acercarlos, hasta ahora fracasaron.

Massa cree que la decisión de Alberto de lanzar la candidatura de Daniel Scioli para forzar primarias en el Frente de Todos es un error político gravísimo. El peronismo dividido puede salir tercero y cuarto. Creer que eso no tendrá un impacto demoledor en los mercados es no tener memoria. Macri perdió las PASO y el dólar se tomó un Space X a la Luna. Esta vez el escenario político es peor. Misión a Marte. 

Entre el cierre de listas y la entrega del poder hay seis meses interminables. "¿Cómo haces para juntar los pedazos del peronismo entre el cierre de listas y las generales de octubre y al mismo tiempo seguir gobernando?", se preguntan los que recuerdan que el peronismo todavía no descubrió en que consiste eso que llaman una "interna civilizada".

Si Cristina es culpable de la supuesta decadencia electoral del peronismo, Alberto es el creador de la emboscada final, cuando los atrapan en el garage con los baúles del auto abierto.

El ministro está enojado. Cree que se tiró arriba del oso, que puede estar medio dormido pero sigue vivo, y en la Casa Rosada "juegan a los soldaditos", como si no estuviera claro que si el oso se despierta se los come primero a ellos.

Pero hablemos en serio. La única pregunta importante es: ¿Massa seguirá en el cargo si el 24 de junio se confirma que el peronismo va a primarias?. La respuesta corta es No.

Pero hoy está en la negociación. Claro, es político, hace política. Pero eso no es importante, es business as usual. Lo distinto de la situación que vivimos, es que Alberto con su decisión de imponer las primarias le puso un plazo fijo a su ministro de Economía y al peronismo. Si Cristina es culpable de la supuesta decadencia electoral del peronismo, Alberto es el creador de la emboscada final, cuando los atrapan en el garage con los baúles del auto abierto.

Y esto lleva a una reflexión: Salvo que estemos ante el carisma hipnotizante de un nuevo David Koresh capaz de consumar un Waco peronista, lo natural sería que de acá al cierre de listas alguien pise los frenos y convoque a la mesa chica. El disgusto de verse las caras es parte del encanto del juego, nunca una excusa para abrazar la política bonzo.