Israel se enfrenta a seis conflictos en simultáneo con los países árabes islámicos que lo rodean. |
Israel tiene una premisa destacada desde la declaración de la independencia el 14 de mayo de 1948: "Seremos una nación, pero siempre estaremos en guerra". Más tarde Golda Meir durante el primer gobierno de Ben Gurion, sentenció: "Poseemos una gran arma, no tenemos donde ir".
A partir de la creación de un Estado rodeado de países árabes islámicos, los diferentes gobiernos de Israel se plantearon cómo sobrevivir a ese contexto. La táctica fue siempre combinar diplomacia regional, capacidad de defensa estratégica, doctrina de seguridad fuera del territorio y desarrollo económico con alta tecnología. Fueron estos los medios que, junto a la ocupación del territorio, le dieron acogida, seguridad y bienestar al pueblo judío.
Luego de la Primera Guerra y con la caída del Imperio Otomano, el Medio Oriente se transformó en una geografía de disputas. Continuaron las mismas con la creación de los Estados Modernos una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial. Estas involucraron enfrentamientos de árabes e israelíes, entre árabes y disputas intra islámicas por adhesión a diferentes corrientes. En el día de hoy Israel, en su supervivencia táctica, debe llevar adelante una guerra en seis frentes, pero sin ahorrar procedimientos de diplomacia envolvente con países árabes inclinados a negociaciones, en el marco de los Acuerdos de Abraham, cuyo objetivo es el reconocimiento mutuo a cambio de paz.
Es consecuente que frente a un escenario de acuerdo y negociación aparezcan actores que se les dificulta su interés político estratégico y buscan medios diplomáticos o militares para dinamitar toda negociación. Este es el escenario abierto de Medio Oriente donde Israel disputa su supervivencia.
En el norte tiene un conflicto con el Líbano, y específicamente con la milicia chiíta Hezbollah que controla el sur del país y opera en la frontera norte de Israel con el lanzamiento de misiles por saturación, de bajo costo e imprecisos, pero que ocasionan temor y peligro en la vida de las personas, generando una migración forzada al centro del país produciendo desequilibrios demográficos. Israel es un país territorialmente chico que no puede permitirse tener un porcentaje de la población concentrada en una porción reducida del territorio.
Para este frente de confrontación Israel lleva adelante incursiones al sur del Líbano, hasta el curso del Río Litani, de características limitada, localizada y selectiva. Necesita desactivar la capacidad operacional de las milicias chiitas de Hezbollah tanto en su fase militar como en las líneas de mando y control.
Siria es también una porción del conflicto en el norte. La disputa se remonta desde la creación del Estado de Israel atravesando una sucesión de guerras que los involucró. Pero la más importante entre ambos, y sobre todo por las consecuencias, fue la Guerra de los seis días donde Israel se apoderó de las Alturas del Golán y la fuente de agua dulce del Mar de Galilea.
Cisjordania en el este, no solo es un territorio en disputa, sino que Israel tiene acusaciones en distintos foros de no respetar el derecho internacional por la ocupación de una territorio palestino, a través de asentamientos de pobladores judíos que se remontan desde el periodo posterior a la guerra de los Seis Días (1967) y se incrementaron durante el Gobierno conservador (Partido Likud) de Menachem Begin (1977-1983). Los Acuerdos de Oslo de 1991 definieron devolverlos, pero los diferentes gobiernos no lo hicieron utilizando motivos de seguridad nacional por un lado y de pertenencia religiosa por el otro, por ser las tierras bíblicas de Judea y Samaria. Por lo tanto, nunca desalojó la totalidad de la población, sino que, incentivó la migración y la estabilidad poblacional en la zona.
En el sur se proyecta otro conflicto con un sector no oficial de la Autoridad Palestina, el grupo terrorista Hamas. Estos se apoderaron de la Franja de Gaza luego de desalojar a la administración central de la Autoridad Palestina, mediante procedimientos de violencia armada. Usaron esa porción del territorio para incursionar en territorio israeslí a través de túneles e infiltración propiciando actos de terrorismo urbano como de sabotaje a las infraestructuras críticas. El 7 de octubre del 2023 llevaron adelante una operación militar convencional en territorio contiguo, tomando por sorpresa las defensas israelíes; propiciando matanzas y secuestros de ciudadanos de dimensiones inusuales. Israel respondió con una operación militar sobre Gaza que aún mantiene.
Más al sur, pero en el extremo de la Península Arábiga afronta un conflicto a larga distancia con los hutíes en una región al oeste de Yemen. Estos grupos rivalizan con el poder dentro del país y operan como una organización aliada a Irán. Atacan con misiles a Israel, Arabia Saudita y los barcos mercantes que pretenden circular por el Mar Rojo. También amenazan con cerrar el estrecho Bab al-Mandeb que une el Océano Índico, el Mar Rojo con el Mar Mediterráneo a través del canal de Suez. De concretarse se comprometería de manera significativa el comercio mundial.
Hoy el conflicto prioritario de Israel es contra Irán. Es el enemigo que pone en jaque su existencia. Pero un dato histórico es necesario contemplar: Israel e Irán no siempre fueron enemigos.
Durante la guerra de la década de los 80' entre Irán e Irak, Israel proveyó de material bélico abundante al Irán de los Ayatolah. En ese momento Irak era el enemigo estratégico de Israel. Caído el gobierno de Saddam Hussein (Irak) con la ayuda de EEUU, Irán comenzó a tener mayor predominio regional. Su rareza en la actual disputa radica en la distancia entre ambos contendientes ya que no son países con fronteras comunes. Entre ambos hay una extensión geográfica que los distancia que involucra a Siria e Irak. El espacio que los separa hace que los ataques se hagan a través de lanzamientos de líneas de misiles por parte de Irán. La reacción de Israel se está haciendo esperar, no por indecisión, sino para calibrar precisión, objetivos y costos. Es posible que la respuesta que Tel Aviv lleve adelante sean incursiones aéreas sobre infraestructuras críticas sin afectar el petróleo ni los centros nucleares, junto a operaciones de inteligencia tanto en el ciberespacio como en el terreno. Irán amplifica su influencia regional a través de la religión chiita en el mundo árabe y por medio de la lengua y la cultura persa en todo el espacio caucásico. Estos son los medios de penetración de poder blando que usa en la geografía y pretende que le den, en el futuro, un mayor predominio regional que posibilite cambiar su estatus como actor global.
En esta estrategia expansiva, Irán tiene enemigos de entidades étnicas, lingüísticas, religiosas y políticas diferentes: Turquía, Arabia Saudita, Egipto e Israel. Los cuatro lo observan con recelo y desconfianza.
En la coyuntura actual la disputa es solo con Israel, que actúa en el Medio Oriente, como defensor de sus propios intereses y de occidente evitando que la influencia bélica islámica chiita se proyecte a lo largo de las costas del Mar Mediterraneo.
En el complejo tablero de ajedrez con seis disputas, es muy probable que Israel lleve adelante una estrategia de combate semejante a la utilizada durante la Guerra de los Seis Días (1967). Primero confrontar contra el enemigo más fuerte en su cercanía, Hezbollah, para luego llevar adelante una guerra estratégica contra el más fuerte en la lejanía, Irán.
¿Pero cuáles son las preocupaciones de las grandes potencias? Es evidente que las potencias globales observan con detenimiento el desarrollo de los hechos. El desenlace de los mismos cambiará el status quo de la región con impacto directo en terceros países. Un Irán con mayor poder regional, no sólo incomoda a Turquía, Arabia Saudita y Egipto, que son pares regionales, sino que puede aumentar la influencia sobre Siria condicionando las relaciones con Rusia que tiene dos bases militares en el oeste del territorio frente al Mediterráneo oriental. Una respuesta militar quirúrgica es el deseo de los EEUU que buscará una salida que no implique el cierre del Estrecho de Ormuz, lugar de paso del 20% del petróleo global.
China tiene contratos de compra de petróleo con Arabia Saudita y los países del golfo, pero además, un comercio activo con Europa a través del Canal de Suez. Cualquier obstáculo geográfico que limite el flujo no sólo encarece el producto sino que condiciona sus compras en otros mercados restringiendo su capacidad de oferta. Rusia tiene en el sur de su territorio una franja islámica que preocupa a Moscú. Actualmente lleva adelante un acuerdo táctico comercial por la guerra del Mar Negro con Irán en la provisión de drones de ataque y observación. Putin ha demostrado una gran mirada estratégica y hará lo posible para no alimentar plataformas que lo perjudiquen en la inestable frontera caucásica.
La resolución de este conflicto, de magnitud regional, definirá las proyecciones de diferentes países en la escala global. EEUU como líder de occidente apoya a Israel, pero también que los países árabes mantengan una convivencia pacífica: Los Acuerdos de Abraham son la prioridad para Washington. De esta manera sepultará el gran error estratégico que fue haber apoyado el movimiento de la Primavera Árabe que terminó, en Medio Oriente y Norte de África, en una catástrofe geopolítica, humanitaria y perjudicial a sus intereses.
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