¿Tiene sentido la OTAN? Europa es un continente de diferentes pueblos y naciones que solo vivió en paz los últimos 80 años. |
Con la vuelta de Trump a la presidencia de los EE.UU, Vladimir Putin va a consolidar su posición de poder regional. Desde ese lugar podrá proyectar, cuando termine la guerra, una relación coherente de mayor integración con Europa -que siempre ha buscado- o convertirse en un puesto avanzado de Asia en la frontera común. Se abre la posibilidad manifiesta que termine la guerra en el Mar Negro mediante una negociación cuatripartita acordada seguramente por EE.UU, Turquía, Ucrania y Rusia. ¿Y la UE?.
Puede que Bruselas ensaye algún argumento parecido al de Francia en el fin de la II Guerra para intentar formar parte del eje de la resolución del conflicto. Tienen Washington y Moscú la llave en dejarla participar a pesar de no ser asertiva en el periodo de la guerra. El fin del acuerdo esta escrito en una borrador hipotetico: Soberanía compartida rusa - turca sobre el Mar Negro, el total de los territorios del Donetsk y Lugansk, conquistados por Rusia, quedarían bajo su poder soberano y Ucrania, seguramente, será un territorio mediterraneo con escasa o nula salida al mar, incorporado a la UE, pero no a la OTAN. Las secuelas de la guerra hoy se manifiestan en Ucrania profundamente.
Un país destrozado en la economía, en las infraestructuras básicas, que hereda graves problemas demográficos masculinos productos de las bajas de la guerra y un ejército derrotado, con gran capacidad de alistamiento, pero con los efectos emocionales negativos que desencadenan los períodos de posguerras. Vista las consecuencias del conflicto y los efectos devastadores, cabe preguntarse quiénes asumirán la responsabilidad de esta guerra evitable? Seguramente nadie levantará la mano, pero empujar a un país a sostener una disputa militar en condiciones de desventaja estratégica y después en el transcurso de la misma, por temores a las consecuencias, retacear la ayuda, es un acto de irresponsabilidad manifiesta. Henry Kissinger en los comienzos del conflicto había sugerido que la mejor solución para Ucrania era una salida a la finlandesa: frontera segura para Rusia sin entrar a la OTAN e integración económica con Europa. Ante los escenarios de la naturaleza descrita; ¿tiene sentido la OTAN? Europa es un continente de diferentes pueblos y naciones que solo vivió en paz los últimos 80 años, cuando fue intervenida militarmente por EEUU y la URSS luego de la II guerra. Un período de paz y seguridad propia es el nuevo desafío que deberá construir Europa. No tiene antecedentes cercanos para tomar en su Historia.
Konrad Adenauer solía decir: "en política si no estás en la mesa, seguramente estás en el menú". En el futuro acuerdo de paz que propiciará el Presidente Trump, ¿donde va a estar Europa con sus instituciones? Tiene la capacidad para sentarse en la mesa de negociación y defender hasta donde pueda a Ucrania luego de incumplir materialmente todas las promesas realizadas?. Es probable que esté cerca del lugar de las decisiones, pero cuesta creer que sea centro de las definiciones.
Hay una razón por la que Europa puede participar en el desenlace de esta cuestión que sería desempolvando todos sus valores cristianos y acomodarlos al eje que conecta a los intereses de Trump, Putin y el Papa Francisco.
En este posible acuerdo hay una filosofía probable que se materialice: La nueva unidad del mundo cristiano. Rusia y los países del Este de Europa todos profesan las diferentes religiones cristianas y fue en esas geografías en el siglo XVII donde evitó la invasión otomana que había llegado hasta las puertas de Viena. Rusia siempre tuvo una mirada bicéfala en occidente y Oriente. Su iglesia es cristiana ortodoxa transita una relación de concordia con el Vaticano. Todos comparten, junto a Israel, el temor a la expanción del Islam radicalizado que determine una cambio en los parámetros de vida en Occidente. Pero también aparece otra agenda de clivaje geopolítico-político que es necesario considerar: EEUU procurará despegar a Rusia de China como lo hizo en el 1972 cuando despegó China de la URSS en el acuerdo Mao-Nixon. De esta manera podrá desacoplar la unidad de la península euroasiática y fragmentarla en cinco tramos: a) Europa Occidental; b) Europa Oriental; c) Rusia ; d) India y e) China. Si logra alcanzar los objetivos que recomiendan distintos manuales se conformará un multilateralismo continental, pero con el control de los mares por parte de los EE.UU. Hay un detalle importante a tener en cuenta, el electo presidente Trump, lo tendrá que instrumentar con un procedimiento donde pueda compaginarlo con la administración profunda de los EE.UU y además sopesando los intereses del complejo militar industrial.
Como deriva de lo manifestado anteriormente, y por encima de la resolución del conflicto regional del Mar Negro, hay un disputa estratégica entre EE.UU y China. La misma se lleva adelante por el control de la IA, la vanguardia tecnológica, los resortes industriales, el espacio financiero, la valoración de las monedas, el comercio y las capacidades militares. Todos estos elementos son el menú de herramientas necesarias para afrontar la disputa como potencias globales.
¿Tiene la capacidad Washington de condicionar a China con el precio de los alimentos ? ¿Sería probable una "OPEP" de carne y granos con una alianza de las praderas productoras de alimentos?. La 7ma Flota de la Armada de los EE.UU en el Pacifico y el Índico tratará siempre que China no pueda expandirse más allá del mar homónimo. China también tiene una carta disuasiva importante en territorio estadounidense. Cerca de 3000.000 estudiantes chinos están en universidades americanas: si un mínimo porcentaje de ellos tuviera conexión con el Estado chino se transformarían en un ejército que podría operar en retaguardia generando bolsones desestabilizantes no necesariamente con el uso de la violencia. Tener la capacidad de influencia global no exime de contar con vulnerabilidades internas que puedan debilitarte. Seguramente EEUU invertirá en mejorar los instrumentos del contraespionaje y China en mayores capacidades militares que la habiliten a extender una mayor influencia sobre los Océanos.
El concierto internacional impactará en Sudamérica con diferentes intensidades. En el costado andino se intentará fortalecer el concepto de Estado Nación jaqueado por las ideas que profesan impulsar el federalismo étnico desestructurante de la unidad territorial de los países. En la franja atlántica de Sudamérica la agenda irá por los carriles comerciales y una presión diplomática para limitar la capacidad de maniobra de China. EE.UU intentará ir hacia políticas regionales hemisféricas de ordenamiento para que en su retaguardia (patio trasero) no se escondan enemigos de Washington.
Argentina es menos relevante que Brasil, pero para Trump y el Departamento de Estado no se puede prescindir de México, Brasil y Argentina en ese orden de importancia. En la región existen actores que juegan partidos de vínculos internacionales habilitando enclaves a potencias extrarregionales que incomodan a los EE.UU.
Cuba no molesta, su aporte a la seguridad americana está vinculada a la limpieza de su espacio aéreo del tránsito de narcóticos. Venezuela y Nicaragua tienen otra percepción, sobre todo porque serán obligados a prescindir de la injerencia iraní. Si no lo hacen en sus políticas internas tendrán dificultades .
Rusia y EEUU comparten el temor al islamismo chiita que traslada su estrategia de desestabilización en lugares sensibles para ambos.
En un escenario novedoso, de probable mayor proteccionismo, el gobierno del presidente Milei tendrá en la praxis una adaptación a la realidad. Un comercio con barreras seguramente dificultará colocar nuestros productos que compiten con EEUU. ¿Qué alternativa piensa el gobierno para afrontar este desafío?. Se desconoce. El actual Canciller Gerardo Werthein aún no ha manifestado una línea sobre procedimientos diplomáticos a llevar a adelante. Aún tiene tiempo para mostrar su pericia. Los resultados del G 20 en Río de Janeiro fueron una prueba donde se incorporó cierta dosis de realismo. Los cambios que se avecinan serán de carácter geopolítico. Pasaremos de una globalización financiera a otra de Estados Naciones interrelacionados regionalmente. Un universalismo que pasará de la fase global financiera a una global productiva. Ante un mundo cambiante que tiene la velocidad de los medios que la conducen, la razón de los líderes es adelantarse a los tiempos y acompañar, con la montura adecuada, el momento histórico.
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