
El gobernador santafesino se expone a su mayor prueba como primer candidato para cambiar la Constitución provincial. Desde que asumió jugó a hacer todo lo importante rápido. |
Entre las principales intuiciones de un polÃtico intuitivo en Maximiliano Pullaro estuvo hacer todo rápido. Mientras dure el envión de la legitimidad, lo que pensó que habÃa que cambiar, cambiarlo. Asà fue que produjo acciones en seguridad, no sólo él pero sà mayormente, que bajaron los Ãndices delictivos de manera inédita en su primer año. Impulsó una difÃcil reforma jubilatoria y la sacó adelante.
Se propuso cambiar una Corte Suprema deslegitimada pero con poder real, y ya tiene renovada la mitad e irá por más. También recuperó la obra pública con inversiones fuertes del tesoro provincial en infraestructura ante la retirada absoluta de la Nación.
Todo en el año inicial de gestión cuando, de paso, armó un esquema de acuerdos para una reforma constitucional. Y no solo la consiguió sino que acaba de ponerse como primer candidato a convencional en una lista donde están todos sus aliados para una elección que será en dentro de dos meses, otra vez, en un parpadeo. Cada una de sus apuestas son a todo o nada. Y en términos de resultados duros, en esa aridez desprovista de matices que son los resultados, no le está yendo mal. Nada mal.
En una nota reciente y muy atractiva en la revista Crisis Pablo Gerchunoff decÃa que para entender a Milei habÃa que entender qué vacÃo estaba llenando. ¿Qué vacÃo está llenando Pullaro? En algún nivel el de una serie de demandas sociales que tienen arraigo histórico aún cuando polÃticamente son polémicas.
Periodistas al gobierno, consultores al poder
El año pasado con un sistema de premios al presentismo, muy discutidos por los gremios docentes que aducen que el sistema los obliga a trabajar enfermos, se bajó el ausentismo de la escuela pública. Generó un plan para recuperar rutas que colapsan de tránsito en un hinterland muy poblado por donde sale el 80 por ciento de las exportaciones oleaginosas de Argentina. Impulsa un sistema de gasoductos que soluciona la provisión en siete zonas carentes de gas natural.
A tres meses de arrancar su gestión la pulseada con el mundo criminal lo puso a tambalear. En el medio del endurecimiento del régimen en las cárceles en Rosario mataron al azar a colectiveros y a taxistas en servicio. En un momento donde esa afrenta podÃa escalar él subió la apuesta. Cambió la normativa del narcomenudeo para que se investigara en la provincia, endureció más el control en prisiones de donde salÃan las órdenes de matar, creó una legÃtimamente objetada cámara penitenciaria para alinear a sus magistrados con su polÃtica.
Y colocó en posiciones relevantes aunque furtivas a jefes policiales retirados a los que reconoce mucho conocimiento de calle pero que merecen una unánime sospecha en el campo judicial y académico por sus turbios vÃnculos históricos. El año terminó con 90 homicidios en una ciudad que habÃa llegado dos años antes a 270. En un solo año los Ãndices de asesinatos bajaron un 65%.
El imperio de los resultados. Milei logra el dominio del escenario polÃtico solamente con bajar la inflación y mantener por el suelo el tipo de cambio. Pullaro también obtiene resultados en un paisaje donde la oposición luce fragmentada, deslucida y sus acciones esporádicas quedan en el nivel de réplicas. En ese paisaje de supremacÃa se pone a sà mismo en el medio del ring para dar la próxima pelea en tan solo un par de meses.
Y su pelea no es ya con un peronismo provincial fragmentado, dividido en cuatro expresiones con desconfianzas manifiestas, con un sello oficial desvaÃdo. Ni con Amalia Granata, que le da una pelea picante en lo discursivo, pero poco más. La pelea es con La Libertad Avanza donde hay un electorado compartido. Milei está completamente advertido.
Pullaro está pensando en lo inmediato en la perspectiva provincial. El cambio de la Constitución santafesina tiene motivos en los desfases históricos lógicos de sus 60 años de vigencia sin enmiendas.
Pero un capÃtulo fundamental será el que habilite un nuevo turno que los gobernadores provinciales hoy no tienen. Ese cambio tendrÃa una lógica poco cuestionable en una Santa Fe donde hay senadores que llevan seis perÃodos consecutivos en sus bancas y donde los intendentes tienen reelección. Pullaro quiere ser reelecto, pero obviamente si gana su horizonte electoral se proyecta más allá de manera automática.
Gerchunoff decÃa en esa entrevista que el vacÃo que llena Milei es en el contexto de la crisis del liberalismo democrático, pero no del neoliberalismo, que es más especÃficamente un término que alude a lo económico, sino a la crisis de una socialdemocracia que en sus formas convencionales está en un proceso de languidez.
En ese sentido en este paréntesis histórico la competencia electoral es por derecha. No es impensable para nada que el candidato que dispute con LLA por la sucesión nacional dentro de dos años no sea un dirigente que pueda identificarse con la centroizquierda. Esa es una idea central que atraviesa aquella nota.
El gobernador santafesino es un pragmático absoluto que se dice alfonsinista en un momento en que las etiquetas venden poco. En lo penal con el alfonsinismo de Carlos Nino y Portantiero está en las antÃpodas. Pero si algo lo distingue de un Milei con el que normalmente evita la fricción es que Pullaro no solamente cree en el Estado como factor de integración económica y equiparación social sino que en algunos planos lo viene practicando desde el primer dÃa de su gestión.
Y esta concepción del Estado viene de una visión que en la coyuntura provincial da ejemplos de lo que pasa cuando el Estado se corre de las disputas. Empresas fuertes en Santa Fe como Acindar, Vicentin, General Motors o Sancor están cruzadas por las crisis recesivas lo que implica problemas de productividad y de empleo.
La escasez de dólares y también su depreciación amenaza la competitividad de los bienes exportables de la provincia. Y en ese marco Pullaro anuncia para 2025 inversión por 1.500 millones de dólares para obra pública. También se sienta con los gobernadores de la Región Centro para pedir la rebaja de las retenciones agropecuarias en lo que es una pulseada polÃtica.
Mucho de esto es con una diferenciación marcada del modelo de Milei pero con nada que a nivel de discurso pueda asimilarse con una posición de centroizquierda. La diferencia de Pullaro y Milei está en una concepción de Estado donde el gobernador todos los dÃas sin decirlo -oler a keynesiano es piantavotos- habla de su rol en levantar la demanda efectiva con un Estado que no hay que enterrar sino mantener vivo.
En este momento tan anti woke Pullaro arma una lista de convencionales que encabeza y donde privilegia su alianza con el PRO, se desprende de los nombres más tradicionales de su coalición y relega a las figuras más conocidas del socialismo -que fue fundamental en cada iniciativa polÃtica suya aún en las impopulares- para ahuyentar cualquier perfume socialdemócrata. Intuye por dónde se dirimirá una elección en una provincia donde Milei obtuvo en el balotaje el 62 por ciento de los votos.
Ni bien ganó la Gobernación, Pullaro armó una novedad incluyendo a todos los que podÃan ser sus rivales. Al radical Julián Galdeano, que en la interna pasado instruyó a Carolina Losada para que lo vinculara al narcotráfico, lo convirtió en un articulador polÃtico central en su gabinete.
Se acercó a los distintos sectores del socialismo, los impulsó y respetó su condición de primera minorÃa legislativa en su coalición. A opositores como Omar Perotti dejó de cuestionarlos ni bien se coronó gobernador y no impulsó ninguna revisión a su gestión. Logró que el ex gobernador peronista, que ahora no presentó lista propia, le diera hace dos meses votos imprescindibles para la reforma constitucional.
Es un proyecto completamente votable para un electorado de derecha con componentes económicos que algunos desde esa misma orilla, solamente a nivel de los eslóganes embrutecidos del momento, considerarÃan de izquierda. Por ejemplo por el modo con que se plantó a los castañazos con el dueño de Mercado Libre, que es un poster child de Milei.
Marcos GalperÃn aprovechó que Toto Caputo dijo que las provincias debÃan bajar ingresos brutos para subirse a ese taxi en provecho propio contra Santa Fe, que poco antes habÃa subido la alÃcuota que pagan las fintech por préstamos equiparándolas a lo que pagaban los bancos. Tras la avivada, Pullaro se le fue al humo. Acusó al CEO residente en Uruguay de Mercado Libre de hacer operaciones en negro, de meter la plata de los usuarios en el carry-trade y le advirtió que no soportarÃa sus aprietes.
Antes su ministro de EconomÃa Pablo Olivares, que domina las redes con destreza, le habÃa señalado a GalperÃn que cobraba comisiones excesivas y bicicleteaba fondos de los usuarios con los plazos de pago.
"Santa Fe será el motor que hará arrancar al paÃs", dijo Pullaro hace poco. Es desde ahà donde le presenta batalla a un gobierno nacional que cortó las transferencias, que no impulsa obra pública y que dejó a su merced a sectores dinámicos de la industria santafesina a los que el gobernador provincial reivindica. En la debacle de la socialdemocracia que plantea Gerchunoff es donde Pullaro, un pragmático a ultranza, se presenta con chances.
Un hombre de astucia polÃtica que se hace cargo de demandas de derecha (fin de las retenciones, reformas laborales y previsionales, mano dura, apoyo a leyes de Milei) pero también de repente le parte la madre a GalperÃn, tiene un impulso productivista, utiliza el motor del Estado inversor y cuando se discutió Ganancias propuso como alternativa un impuesto a la riqueza.
Ahà está la disputa insinuada con Milei. Y el león lo sabe.
Por favor no corte ni pegue en la web nuestras notas, tiene la posibilidad de redistribuirlas usando nuestras herramientas.