Editorial
Una interna a cielo abierto
Por Gonzalo Arias
El ingreso de Massa no sólo impactó en las filas del oficialismo sino que además sacudió los cimientos de una oposición que desde hace meses estaba sumida en una disputa por el liderazgo.

 Cuando el viernes pasado la plana mayor del PRO creía haber cerrado una de las peores semanas para la principal coalición opositora, la siempre imprevisible y polémica "Lilita" Carrió dejó en claro que las diferencias internas quedaron expuestas y que hará falta mucho más que encuentros gastronómicos en la costanera porteña para procesar las discrepancias, limar esperezas y evitar una posible fractura de cara a las elecciones presidenciales de 2023.

Como era previsible, el ingreso al gobierno de Sergio Massa, con amplios poderes no sólo en materia de gestión económica sino también con un evidente empoderamiento "político", no sólo impactó en las filas de un oficialismo que necesitaba reorganizarse para poder intentar atravesar la tormenta, sino que además sacudió los cimientos de una oposición que desde hace meses estaba sumida en una disputa por el liderazgo que, por momentos, parecía tener un efecto aletargante.

Aunque las reacciones frente al encumbramiento del tigrense eran previsibles en un espacio en el que varios de sus referentes tienen o tuvieron vínculos políticos, e incluso personales, con el hoy "superministro", llamó la atención no sólo la virulencia del ataque de la líder de la Coalición Cívica sino el amplio espectro de los afectados. En este sentido, entre los aludidos hay dirigentes que se encuentran tanto entre los "halcones" como con las "palomas" del PRO, como Bullrich, Milman, Ritondo y Frigerio, el jefe del radicalismo Gerardo Morales y el presidenciable Facundo Manes, y referentes peronistas del espacio como Emilio Monzó.

Si bien es cierto que las desavenencias y discrepancias internas habían trascendido públicamente en otras ocasiones -la polémica entre sectores del PRO y el radicalismo por el diálogo con Massa por el acuerdo con el FMI y el nombramiento de los miembros del Consejo de la Magistratura, la polémica entre Macri y Morales por las declaraciones del expresidente en relación a Yrigoyen, etc.-, siempre había primado el statu quo y las treguas se pactaban rápido.

En esta ocasión Carrió se encargó de dejar en claro que se trata de un debate de otra naturaleza, de algo más que simples desconfianzas y recelos entre algunos dirigentes con egos altamente desarrollados. Si el viernes Macri, Larreta y Bullrich creían haber dado por superado el conflicto, el domingo la propia Carrió recurrió -una vez más- a Twitter para lanzar una nueva estocada el domingo y ratificar todo lo dicho. Además, si bien se encargó de dejar fuera de sus críticas al jefe de gobierno porteño, comenzó la semana sumándose al conglomerado opositor que en la Legislatura porteña hará caer definitivamente el polémico contrato por las grúas de acarreo.

Por si fuera poco, el fin de semana también se filtró en los medios un chat que el gobernador jujeño Gerardo Morales -uno de los atacados- le habría enviado a Carrió, en el que la caracteriza como "la Cristina Kirchner de Juntos por el Cambio". Si bien la propia Lilita y Morales le bajaron el tono a este intercambio, entre la ex fundadora del ARI y el centenario partido habrá también un conflicto en puerta.

Es que lo que Carrió hizo, en definitiva, fue transparentar -con crudeza y dudoso gusto- un debate latente que por ahora nadie parecía dispuesto a dar. Nada más ni nada menos que el de la política de alianzas del espacio: en pocas palabras, si JxC permanece tal como hasta ahora o, si como espolean varios referentes, procura ampliarse hacia otros sectores, fundamentalmente de lo que se ha dado en llamar "el panperonismo".

En este sentido, y aunque parezca curioso, el principal perjudicado del ataque de Carrió no sólo no fue aludido, sino que la propia Lilita se encargó de excluirlo de su feroz diatriba. Se trata de Horacio Rodríguez Larreta. ¿Por qué? Es sabido que una de sus principales apuestas para su proyecto presidencial radica en la ampliación de JxC a través del acercamiento a sectores del peronismo, algo además que los propios radicales -como Morales, Lousteu o Manes- ya vienen haciendo a través de Schiaretti y Urtubey.

Y en estas internas, hasta hace pocos días soterradas, Macri también juega sus cartas. Si bien el viernes participó del almuerzo en que se creyó sellar una tregua, su silencio ante las polémicas declaraciones de la referente de la Coalición Cívica no pasó desapercibido. Menos aún el tuit de Fernando De Andreis, que por estos días muchos consideran una suerte de vocero del ex presidente, quien llamó a "cuidar que JxC no se contamine con relaciones poco claras con el autodenominado panperonismo".

Así las cosas, hay muchos en JxC que no están de acuerdo con las formas de Lilita, pero que -como Macri- comparten la estrategia de resistir cualquier acuerdo con sectores del peronismo. Otros, como Larreta y los radicales, creen que la unidad del espacio actual es condición necesaria pero no suficiente para erigir una oferta competitiva para el 2023. Seguramente, entonces, esta interna irá in crescendo y se ventilará con mayor frecuencia a la luz de la opinión pública.

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