Editorial
Sálvese quien pueda
Por Gonzalo Arias
El presidente sigue quedándose cada día más solo, cuando todavía le queda más de un año de mandato. Aunque Massa actúa en los hechos como una suerte de primer ministro, el temprano ocaso del gobierno no deja de ser una incógnita en términos de gobernabilidad.Sálvese quien pueda

A diferencia de lo ocurrido en la previa a las elecciones de 2019, donde el kirchnerismo coqueteó hasta último momento con una potencial candidatura presidencial de Cristina Fernández de Kirchner para luego conmover el escenario político con la propuesta de la propia ex mandataria de que fuese Alberto Fernández quien encabezara la boleta electoral del peronismo, el líder de La Cámpora Máximo Kirchner descartó esta vez una posible candidatura de su madre para las elecciones presidenciales del 2023.

"Creo que Cristina no va a ser candidata", aseguró en una nota periodística, en la que también se animó a sugerir que sería bueno que el presidente declinara de su intención reeleccionista. Si bien la frase no debería interpretarse como una sentencia inapelable, ya que en un escenario tan volátil como el actual todo puede cambiar, indudablemente las declaraciones no pasaron desapercibidas ni para el oficialismo ni para la oposición. Es que todos parecen buscar desesperadamente un poco de claridad en un escenario preelectoral que no sólo se percibe aún muy opaco, sino muy complejo en virtud de la alta fragmentación y la permanente incertidumbre.

En Juntos por el Cambio, aun con la cautela con que debieran interpretarse estas declaraciones, los dichos de Máximo no pasaron en absoluto desapercibidos. Sobre todo para Rodríguez Larreta y los radicales, que saben que sin Cristina en el ring será cada vez más difícil sostener una nueva candidatura de Macri.

Y, en las filas del peronismo ya se abrió un debate sobre cómo se ordenará y organizará el espacio de cara al 2023 sin Cristina en la boleta. Más allá de que todavía son muchos quienes relativizan los dichos del líder camporista, lo cierto es que las declaraciones implican un fuerte golpe al operativo clamor que se había comenzado a gestar en las filas del kirchnerismo duro tras la acusación del Fiscal Luciani en la causa Vialidad.

De esta manera, parecería abrirse una ventana de tiempo en el que deberían comenzar a asomar y posicionarse aquellos con aspiraciones en 2023. Por lo pronto, quien primero recogió el guante fue el propio presidente, quien a través de Aníbal Fernández, quien se ha convertido en los últimos tiempos en uno de sus principales "voceros", dejó trascender que mantiene sus aspiraciones reeleccionistas.

Si bien es lógica la respuesta de Fernández, reaccionando ante el prematuro fracaso de su gobierno y el ocaso de su autoridad, es descabellado pensar que su candidatura pueda tener algún respaldo interno con los altísimos niveles de desaprobación de su gobierno. Las alternativas, entonces, son muy pocas.

Obviamente, el primer nombre que aparece en la lista es el de Sergio Massa: si bien desde el entorno del líder del Frente Renovador se insiste en señalar que el tigrense está completamente abocado a la gestión económica y el manejo de la crisis, desmintiendo que se esté trabajando en un proyecto presidencial para 2023, su potencial candidatura podría ganar volumen si mejoran algunas variables económicas.

Siempre atento a las oportunidades que ofrece el escenario, y con su conocida capacidad de resiliencia y optimismo, se encuentra también el inefable Daniel Scioli. El embajador en Brasil no oculta sus ganas de tener una revancha en las presidenciales de 2023, pero condiciona esa posibilidad a que Alberto Fernández no se presente.

Y, por último, un nombre que el propio Máximo Kirchner mencionó, el del ministro del Interior, Eduardo "Wado" de Pedro, quien no sólo viene levantando progresivamente su perfil, sino que lo ha procurado hacer intentando hacer equilibrio entre su pertenencia política (La Cámpora) y el rol institucional que ocupa en el gobierno nacional.

Lo cierto es que no hay muchos más nombres, y que -por ahora- ninguno parece tener suficiente volumen político para erigirse en una alternativa competitiva frente a la demanda de cambio y el posicionamiento de la oposición. Claro está, ello podría cambiar al calor de algún atisbo de recuperación de la economía real, algo que hoy parece bastante difícil. Máximo -y probablemente también Cristina- han tomado nota de ello, convencidos de que sin recuperación económica a la vista la victoria sería imposible.

Así las cosas, no llama la atención la retirada masiva que se viene registrando en el gabinete nacional. A las salidas de "Juanchi" Zabaleta (Hurlingham) y de Jorge Ferraresi (Avellaneda), se le podría sumar en las próximas horas la del Ministro de Obras Publicas Gabriel Katopodis (San Martín). Los intendentes -en uso de licencia- buscarán blindar sus territorios frente a una elección que se vislumbra compleja. Lo mismo cabe para el Jefe de Gabinete y gobernador tucumano -también en uso de licencia- Juan Manzur, quien ya habría avisado que se va en enero. Más nombres que ocupan secretarias de Estado o que están al mando de organismos descentralizados podrían sumarse a esta suerte de operativo "sálvese quien pueda".

En este escenario, el presidente sigue quedándose cada día más solo, cuando todavía le queda más de un año de mandato. Aunque Massa actúa en los hechos como una suerte de primer ministro, el temprano ocaso del gobierno no deja de ser una incógnita en términos de gobernabilidad.

Sin Cristina en la liza electoral, la única alternativa -al menos para un sector del peronismo- pareciera ser la "derrota digna". El problema, aun no resuelto, es que Alberto Fernández no garantizaría ni siquiera esa posibilidad. Mientras con estas señales como la de Máximo, varios esperan activar el proceso interno del cual eventualmente surja un candidato, la mayoría se repliega a sus territorios buscándolos blindar ante una posible -y cada vez más probable- derrota electoral.

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