Editorial
¿Milei presidente?
Por Gonzalo Arias
El candidato -según la gran mayoría de las encuestas un tercero incómodo para consolidarse como serio aspirante a colarse en el ballotage

El líder libertario y candidato antisistema Javier Milei ya ha dejado de ser -según la gran mayoría de las encuestas- un "tercero incómodo" para consolidarse como un potencial contendiente y serio aspirante a colarse en el ballotage que, muy probablemente, defina en noviembre quien se sentará en el tan candente como codiciado "sillón de Rivadavia".

Un escenario electoral que, aún con alta incertidumbre y muchas incógnitas por develar en las próximas semanas, parece ya configurarse en "tercios imperfectos": el Frente de Todos, aún sin candidato a la vista; Juntos por el Cambio, con varios precandidatos en una tensa disputa por el liderazgo; y La Libertad Avanza o, más precisamente, la candidatura de Milei.

Ya se ha afirmado hasta el cansancio que el "fenómeno Milei" más que una anomalía rupturista es, en gran medida, un emergente de los sentimientos de rechazo, hastío, frustración, enojo, y otras emociones negativas, que parecen encontrar en un candidato posicionado como outsider, antisistema y antipolítico una suerte de cauce para la protesta y rebelión frente a la dirigencia tradicional. Una clase política estigmatizada como "casta" y que a pesar de que gobierna desde hace más de 20 años no solo -según la narrativa del libertario- no ha podido o querido solucionar los problemas fundamentales del país sino que también se percibe como muy alejada de la agenda cotidiana de amplios sectores de la ciudadanía.

Indudablemente allí reside el germen de este fenómeno que hoy sacude al anquilosado sistema político argentino, aunque ello no necesariamente explica por sí solo el crecimiento sostenido que ha venido experimentando Milei desde finales del año pasado. Un crecimiento que, a manera de hipótesis provisorias, podría ser el resultante de la confluencia de una serie de factores.

En primer lugar, de la profundización de la crisis económica que ha venido acelerando el proceso de descomposición de la coalición oficialista, sin que Juntos por el Cambio, enfrascado en una feroz interna que parece no tener fin, pueda capitalizar el pronunciado declive del Frente de Todos. Ello explicaría la tendencia que están evidenciando algunas de las últimas encuestas, que dan cuenta de que el crecimiento más reciente del referente libertario se estaría dando a expensas de un estancamiento e incluso un retroceso de la intención de voto de la principal coalición opositora.

En segundo lugar, no debería soslayarse el efecto que ha tenido la incipiente estrategia polarizadora ensayada por el kirchnerismo. Como quedó en evidencia durante la autodenominada "clase magistral" de Cristina Fernández de Kirchner en La Plata, un sector del oficialismo entiende que es estratégicamente conveniente subirlo al "ring", atacándolo y mostrándolo como un peligro para el país. Detrás de esta maniobra está la idea de que la centralidad de Milei fragmenta el voto opositor, consolida el escenario de tercios y, por ende, mantiene con vida las chances del Frente de Todos en un escenario electoral muy parejo, en el que se percibe que "todo puede pasar".

En tercer lugar, aunque seguramente con un impacto menor, debe mencionarse la propuesta dolarizadora del precandidato libertario. Más allá del potencial impacto sobre la inflación o la pobreza, y de su casi imposible implementación en la situación actual, lo cierto es que la propuesta se instaló en la agenda pública y forzó a sus adversarios a discutir en torno a ella. Paradójicamente, en una campaña donde la principal coalición opositora no abandona la procrastinación a la que lo empuja la interna, Milei aparece como un candidato que muestra propuestas para enfrentar los principales problemas del país.

Ahora bien, dando por sentado lo que evidencian las encuestas en términos de su crecimiento en intención de voto, cabe preguntarse por algo que ya comienza a instalarse en el centro del debate: ¿puede realmente Milei ser presidente?

Si bien no hay una respuesta univoca a este interrogante, salvo que uno se arrogue poderes más cercanos a un "oráculo de Delfos" que a las herramientas del análisis político, sí pueden señalarse algunos importantes desafíos que debería sortear la candidatura del libertario para poder sostener un proyecto competitivo después de las PASO.

Uno de estos desafíos ya ha quedado en evidencia durante las primeras citas del largo calendario electoral que ya comenzó en varias provincias. Como ya había ocurrido en Neuquén y en Río Negro, la elección riojana parece confirmar que se trata de un proyecto altamente personalista que más allá de concitar atención y apoyo a nivel de la opinión pública, no logra consolidar una base territorial. Más allá de que en la mayoría de los casos Milei ha elegido o ungido a candidatos -en muchos casos claramente "arribistas"- que provienen de la "casta" que él mismo se encarga de fustigar, éstos están lejos de fidelizar los votos del referente libertario.

En este contexto, tras bajar sus candidatos en Misiones y otras provincias, en las últimas horas se conoció su decisión de concentrarse casi exclusivamente en la batalla nacional. Habrá algunas excepciones, como la de Bussi en Tucumán, pero la regla general será la de no presentar candidatos propios ante los escenarios electorales de provincias que desdoblaron los comicios (San Juan, Salta, La Pampa, Tierra del Fuego, entre otras). Distinto es el caso de distritos como Buenos Aires o CABA, donde aún se esperan definiciones con candidatos que puedan apuntalar su candidatura presidencial.

Sin embargo, el principal desafío va más allá de la inserción territorial: si llegara a la presidencia, ¿cómo conseguiría avanzar con su plan radical de reformas?, ¿con qué equipos y qué apoyos? Preguntas que, a todas luces, no parecen encontrar hoy respuestas claras. La "soledad" de Milei, casi rayana con la indigencia política, es más que evidente. Esto es lo que lo distancia de otros liderazgos con los que podría tener ciertos "parecidos de familia" como el de Trump o Bolsonaro, entre quienes llegaron al poder, o el chileno Kast y el líder del Vox español Santiago Abascal, entre aquellos aún en carrera.

Así las cosas, habrá que ver si lo que hoy están mostrando las encuestas finalmente se materializará finalmente en las urnas. Más allá de los debates, proyecciones, análisis y pronósticos, allí es donde se expresa la voluntad popular.

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