Editorial
Larreta, Bullrich y el fenómeno Milei
Por Gonzalo Arias
Quienes en algún momento pensaron que un retiro de Macri podría ordenar la propia tropa estaban muy equivocados.

Tras el muy (auto) promocionado "renunciamiento" de Mauricio Macri, la interna del PRO no solo no evidenció signos de relajación alguna sino que, por el contrario, parece profundizarse a medida que se acercan los plazos legales para confirmar candidaturas y definir las fórmulas que competirán en las PASO del próximo mes de agosto.

Pese a que parecieran compartir el diagnóstico de la profunda crisis que atraviesa el país y ser conscientes de que las propuestas y políticas para abordarlos desde el espacio que integran son en gran medida las mismas, las diferencias entre Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich son, a esta altura, insalvables. En otras palabras, quienes en algún momento pensaron que un retiro de Macri podría ordenar la propia tropa estaban muy equivocados.

Aún con estos "parecidos de familia", las diferencias son notorias. Y no solo en términos de imagen, estilos y tonos comunicacionales. La principal distancia entre ambos, más allá del compartir relativamente el diagnóstico y el posible tratamiento para los problemas del país, difieren fuertemente en dos interrogantes fundamentales: el cómo y el con quién.

Dos preguntas que refieren directamente a cómo ambos precandidatos se posicionan ante el fenómeno Milei, un candidato antisistema que ha venido logrando capitalizar gran parte del clima de expectativas negativo, del hartazgo y frustración ante las recurrentes promesas incumplidas, y que ya aparece consolidado en la pelea electoral como un actor clave. Y no solo porque pueda tener alguna chance de aspirar a colarse sorpresivamente en el ballotage, o porque sus votos pueden ser decisivos a la hora de los acuerdos necesarios para enfrentar al peronismo en una potencial segunda vuelta, sino también por el peso que podría tener este nuevo espacio en el Congreso y su incidencia para la gobernabilidad del futuro presidente.

De esta forma, resulta previsible que los candidatos ajusten y calibren sus estrategias, posicionamientos y narrativas a la luz de esta nueva realidad, aun cuando la elección presidencial comprenderá -para quienes lleguen al final- tres etapas muy diferentes en términos de mensajes y audiencias. Dicho de otra manera, no será lo mismo encarar una PASO en donde se presume que participarán casi exclusivamente los más convencidos, que una elección general donde la competencia es más abierta, que un ballotage donde las opciones binarias tienden a la inevitable polarización.

El más exigido frente a ese desafío es, sin dudas, el alcalde porteño. En primer lugar, sufre la presión de Macri y los radicales por la sucesión de la Ciudad. Si bien Macri parece haber finalmente desdobla o no o si emplea el sistema concurrente con boleta única, como le pide Martín Lousteau, uno de sus socios estratégicos en JxC, relación que busca preservar de cara a lo que entiende será una inevitable confluencia con el radicalismo en una fórmula cruzada. Y, en lo que respecta a su posicionamiento frente a Milei, también aparece claramente en desventaja frente a su principal rival: el alcalde porteño no solo no tiene diálogo alguno con el líder libertario, sino que fue recurrentemente fustigado por éste en varias ocasiones.

Conscientes de que Patricia Bullrich tiene una evidente buena sintonía con el candidato antisistema, con quien no solo tiene diálogo sino que comparte algunas ideas, y un tono y estilo comunicacional explosivo, en Uspallata analizan alternativas. Una de ellas es la de promover una oferta liberal en la interna presidencial de JxC -José Luis Espert-, con la idea no solo de disputarle votos a Milei sino también de perjudicar las chances de Bullrich.

El rompecabezas que enfrenta Larreta es complejo, pero en su entorno se muestran optimistas. Es el único de los aspirantes que tiene territorio y estructura, y por eso confían en consolidarse mostrándose capacidad de "gestión" y equipos de gobierno. Además, trabaja activamente en su armado en el interior que, eventualmente, se vería fortalecido por un acuerdo con el sector mayoritario del radicalismo.

Así las cosas, es previsible que Larreta siga fiel a su estilo moderado y escasamente confrontativo, no solo porque es un atributo reconocido de su personalidad y estilo de liderazgo, sino también por razones estrictamente pragmáticas: sabe que, por necesidad, tiene que calibrar cuidadosamente toda declaración, evitando definiciones tajantes que puedan eventualmente condicionarlo, pero eludiendo al mismo tiempo el riesgo de proyectar falta de identidad. No es una tarea nada fácil, más aún frente a una Patricia Bullrich que parece estar enfocada exclusivamente en el 14 de agosto.

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  • 1
    observador
    05/04/23
    08:06
    Dos cosas. La nota esta mal redactada. No es mala cosa revisar luego de publicada.

    Tercer parrado, tercer oración:

    "Si bien Macri parece haber finalmente desdobla o no o si emplea el sistema concurrente con boleta única.."

    ..."Parce haber fianlmente desdobla"?? Falta algo ahi.

    Lo otro, Larreta ya sucumbió ante el riesgo de la no identidad. Directamente carece de ella. No genera emociones en muchos votantes. Todas sus declaraciones tan coucheadas que le sacan la escencia del hombre y los mensajes generan pocco en el indeciso que busca una una emoción que le genere esperanza.
    Responder
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