Frente de Todos
Un empate que llega a su fin
Por Gonzalo Arias
Cristina Kirchner consiguió su primer gran objetivo en esta contraofensiva que ha lanzado a 15 meses de la elección presidencial: recuperar la centralidad absoluta en el oficialismo y poner fin a cualquier pretensión reeleccionista de Alberto Fernández.

 Como si se tratase de la "crónica de una muerte anunciada", el pasado fin de semana, en el marco de la persistente e insostenible situación política, social y económica en que está sumido el país, una serie de hechos terminaron por forzar el final del empate en esa suerte de "juego imposible" que se había planteado al interior de la coalición oficialista.

Decidida desde hace ya más de un mes a recuperar centralidad política y torcer el rumbo de las políticas económicas, la vicepresidenta abandonó su esporádica comunicación epistolar y volvió a los actos públicos. Fruto de ese raid forzó la renuncia del ex ministro de Desarrollo Productivo Matías Kulfas y, finalmente, del resistido Martín Guzmán.

Con el "portazo" de Guzmán, que no sorprendió a un presidente que había recibido ya un ultimátum de su ministro en relación a lo que consideraba un boicot del kirchnerismo a sus decisiones, y la designación en su lugar de Silvina Batakis, Cristina Fernández de Kirchner consiguió así su primer gran objetivo en esta contraofensiva que ha lanzado a 15 meses de la elección presidencial: recuperar la centralidad absoluta en el oficialismo -aquella que le permitió convertir a Alberto en presidente- a la vez que poner fin a cualquier pretensión reeleccionista del primer mandatario.

Si bien desde el albertismo algunos intentaron instalar la interpretación de que con la sola sustitución del Ministro de Economía el presidente había resistido una embestida que hubiese implicado una reorganización completa del gobierno orquestada por el tándem Massa-Cristina, se trató a todas luces de una rendición incondicional.

La designación de Batakis implica algo que va más allá de un gesto de rendición: la nueva titular de la cartera económica le asegura al kirchnerismo de que no habrá grandes recortes en materia de gastos ni un límite a la emisión monetaria. La reducción del déficit fiscal que no sólo pregonaba Guzmán sino que está en la base del compromiso asumido con el FMI, queda así relegada en función de un objetivo superior que parece esbozar Cristina: intentar la hazaña de retener la presidencia en 2023 -con una candidatura propia o un nuevo dedazo- o, de mínima, evitar la debacle total y mantener una cuota importante del poder territorial, con el eje central en la provincia de Buenos Aires.

La designación de Batakis implica algo que va más allá de un gesto de rendición: la nueva titular de la cartera económica le asegura al kirchnerismo de que no habrá grandes recortes en materia de gastos ni un límite a la emisión monetaria. 

En este plano, también consiguió en las últimas semanas algunos avances importantes. La recientemente relanzada "Liga de Gobernadores" replicó varias de las críticas que venía haciendo la vice y se hizo eco de varias de sus demandas al presidente, como la relativa al manejo de los planes sociales y el rol de los movimientos sociales en la distribución de los mismos. Con la designación de Batakis seguramente da un paso más para estimular ese realineamiento de los gobernadores: los jefes provinciales la conocen muy bien porque, en su rol de Secretaria de Provincias del Ministerio del Interior que conduce el camporista Wado De Pedro, fue ella quien negoció la prórroga de la suspensión del pacto fiscal, la distribución de los Aportes del Tesoro Nacional (ATN) y el recorte de la coparticipación a la Ciudad de Buenos Aires.

Si el presidente alguna vez especuló con recostarse en el poder de los gobernadores como "cortafuegos" frente a los intentos de intervención del kirchnerismo en los temas centrales de la gestión, ese anhelo ya parece haberse hecho añicos. Algo similar comienza a pasar con otros de los aliados con que Fernández había intentando equilibrar la relación con el kirchnerismo: los sindicatos. A la frialdad y distancia que los principales referentes sindicales se esforzaron por evidenciar durante el acto de recordación de Perón en la CGT se le suman los contactos que algunos sindicalistas de primera línea comenzaron a tener con la vice.

Aun así, y pese a haber conseguido este objetivo estratégico, hay algo que no podrá evitar: en este contexto, su futuro sigue atado a la suerte del gobierno de Alberto Fernández y, aun manejando los resortes de la política económica y recortando cada vez más los márgenes de autonomía presidencial, nada ni nadie le asegura que quedará a salvo tras atravesar el fuerte frente de tormenta que plantea la profunda crisis económica y social.

Sobre todo porque si bien se trata de una ministra con sobrada experiencia de gestión y suficientes credenciales técnicas, no se trata de alguien con peso específico propio. Ello explica, en gran medida, la respuesta inicial de los mercados, que da cuentas de que la desconfianza sigue siendo uno de los principales problemas que determinan el clima negativo de las expectativas. Algunos quieren creer que al haberse dirimido la batalla por el manejo de la política económica, y distendiéndose la interna en ese plano, habrá una hoja de ruta con mayores certezas en relación al rumbo de la economía. Parece difícil, pero en todo caso habrá que esperar un poco más para sacar conclusiones sobre la etapa que se abre.


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