Editorial
La ciénaga argentina
Por Gonzalo Arias
La política opera con combinadas dosis de irresponsabilidad sobre un endeble terreno pantanoso del cual parece cada vez más difícil salir.

Desde hace ya un buen tiempo la política argentina opera con combinadas dosis de temeridad e irresponsabilidad sobre un endeble terreno pantanoso del cual, parece, cada vez más difícil salir. Y cuando lo haga, es muy probable que no solo la política y las instituciones, sino también los ciudadanos de a pie, saldremos salpicados de la podredumbre de esa suerte de ciénaga que viene alimentándose de recurrentes fracasos, frustraciones, mezquindades, y otros elementos que vienen peligrosamente degradando, nada más ni nada menos, que el lazo social sobre el que se funda nuestra propia existencia en tanto comunidad.

Un ministro engullido por la grieta

Las tensiones en el oficialismo, que parecían haber comenzado a mermar, volvieron a aflorar a la superficie. Mientras muchos aun procesaban el desafío que Cristina le lanzó al presidente en su primer encuentro en 3 meses, en el que le reclamó que use la "lapicera", un llamativo episodio estalló bajo la línea de flotación de ese ya averiado acorazado que supo ser el Frente de Todos.

Fruto de la torpeza o bien de una actitud deliberada, desde el entorno del por entonces ministro de Producción, Matías Kulfas, se hizo circular en un off the record una "desmentida" a lo que la vicepresidenta había señalado en relación con las demoras en la construcción del gasoducto Néstor Kirchner. Un texto que no sólo llamó la atención por el medio y contexto elegido para su difusión, sino por la dureza de una respuesta que, en realidad, iba mucho más allá de diferencias de criterio.

Ni el más ingenuo hubiese dudado en que la reacción de Cristina ante el contenido del mensaje no se haría esperar. Y así fue. A través de un comunicado de Enarsa, el kirchnerismo no sólo salió a responder las acusaciones, reivindicando su propia gestión y el manejo de los subsidios en energía, sino también adjudicándole explícitamente a Kulfas la responsabilidad por los altos índices de inflación, los niveles de pobreza y la caída del consumo.

Todo confluía para que se gestara una nueva "tormenta perfecta". Más aun, teniendo en cuenta que el apuntado no era resistido por el kirchnerismo únicamente por su desempeño en el ministerio, sino fundamentalmente por el hecho de que alguien con una mirada crítica sobre la gestión 2011-2015 -plasmada incluso en un libro- integrara la mesa chica del presidente.

Así fue como Kulfas terminó tragado por el pantano. Sin muchas opciones disponibles, el presidente tuvo que sacrificar un alfil. Lo sorprendente no fue el pedido de dimisión sino que, a diferencia de lo que había ocurrido con la "salida" de Feletti, la carta de renuncia se alejara de todo formalismo, redoblando la apuesta, ya que no sólo ratificó lo que había trascendido en el off sino que atacó fuertemente a los funcionarios kirchneristas a cargo del área energética.

A partir de allí se sucedieron lo que algunos analistas interpretaron como una serie de gestos de distención hacia el kirchnerismo. La enfática desmentida de la vocera Gabriela Cerruti, la omisión de cualquier referencia o agradecimiento al ministro saliente por parte del Presidente, y finalmente el rechazo explícito del propio mandatario en ocasión del brindis por el día del periodista.

Sin embargo, más que gestos de distención para no romper la tregua y el delicado equilibrio interno, pareció tratarse de una actuación tendiente a realizar un control de daños frente a la inesperada crisis. Está muy claro que no hay cambios en la relación entre Fernández y la vicepresidenta. Hay diferencias de fondo a todas luces irreconciliables, y muchas de ellas se plasman en caminos diferentes. Sobre todo en materia económica. Lo dejó en claro el propio Presidente al sostener a Martín Guzmán a quien pareció querer blindar públicamente al anunciar juntos el impuesto a la renta inesperada, en una presentación que incluyo elogios al accionar del ministro resistido por el kirchnerismo.

También la llegada de Scioli al gabinete puede leerse en esa clave. El exgobernador siempre fue mirado con desconfianza por el kirchnerismo. Además, el mensaje no apuntaría sólo allí. Es ampliamente conocido que el ahora exembajador en Brasil y Sergio Massa tienen una relación distante. En este contexto, no son pocos los que entienden que Scioli no solo llega como ministro sino también como un potencial presidenciable ante la eventualidad de que Fernández declinara de su anunciada reelección, un factor que sin dudas abre un interrogante con respecto al futuro del vínculo entre el primer mandatario y el presidente de la Cámara de Diputados.

Internas y revisionismo histórico

Mientras el oficialismo atravesaba una de las peores crisis internas en los últimos meses, la principal coalición opositora quedó atrapada por nuevas desavenencias y tensiones internas que proyectan una imagen que no es consistente con los discursos y mensajes con las que buscan interpelar a sus potenciales votantes.

Unas inoportunas declaraciones de Macri tildando de "populista" a Yrigoyen durante su participación en un foro organizado por el bolsonarismo en Brasil motivaron una virulenta carta pública del presidente del Comité Nacional de la UCR, acusando al ex presidente de intentar romper Juntos por el Cambio para acercarse a los votantes de Javier Milei.

Si bien los cruces, diatribas y desconfianza mutua vienen de mucho antes, parecían haber tenido un cierre formal tras la última reunión de la Mesa Nacional del espacio del 27 de abril, cuando se decidió por unanimidad descartar un acercamiento con Javier Milei. Sin embargo, la tensión volvió a aflorar ante un tema muy alejado de las preocupaciones de la gente, lo que deja mal parados tanto a Macri como a Morales, que no sólo no lograron ninguna ventaja competitiva al enfrentarse, sino que proyectan la imagen de una coalición opositora que con sus escándalos e internas es más un espejo que la contracara del oficialismo.

En definitiva, mientras el país parece adentrarse en los peores momentos de la crisis política, económica y social, los sucesivos episodios que vienen marcando la agenda de las dos grandes coaliciones que estructuran la dinámica política nacional, exponen con crudeza la profundidad de esta oscura y putrefacta ciénaga que se sigue alimentando sin que nadie parezca reparar en los costos de mediano y largo plazo que ello implica para el país.

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  • 1
    rje1974
    08/06/22
    19:40
    Me parece una comparación SUPER forzada..

    En un mismo artículo estas comparando: la responsabilidad de un gobierno para con sus acciones y la "opinión" de "uno" de los miembros de la oposición; como si fueran dos situaciones del mismo peso.

    Es algo claramente forzado para decir que todo es un desastre y los dos sectores son iguales. Si en estos ultimo quince días lo único que hizo mal la oposición fue el comentario de Irigoyen, deberíamos ser mas optimistas con el país.
    Responder
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