Editorial
Dilemas de una oposición desconcertada
Por Gonzalo Arias
Muy probablemente esta tensión entre libertarios y PRO se mantenga así por un buen tiempo, hasta que el cierre de listas acabe por confirmar si ambos espacios sellarán un frente electoral o concurrirán separados en los principales distritos.

Lentamente, y no con pocas dificultades, grandes interrogantes e inocultables dilemas y contradicciones, el heterogéneo espacio de la oposición parece haber comenzado -con diversos ritmos y matices- a abandonar el letargo y la conmoción que les había proferido no solo el inesperado golpe de knock out libertario en las urnas sino también los altos niveles de aprobación que el presidente aún conserva pese al profundo e inédito ajuste aplicado durante su primer semestre en el poder.

Los movimientos opositores tendientes a reorganizar un espacio que había quedado altamente fragmentado, carente de liderazgos aglutinantes y -en algunos casos- sumido en una crisis identitaria, son, por cierto, previsibles de cara al proceso electoral del año próximo, en el que se celebrarán las elecciones legislativas de medio término.

Unas elecciones que, si bien todavía parecen lejanas a la luz de los grandes desafíos de un presente marcado por la crisis, demandarán no solo una demarcación más nítida de las fronteras entre gobierno y oposición, sino también estrategias de posicionamiento de nuevos liderazgos o reposicionamiento de aquellos referentes que buscarán sobrevivir o reconvertirse en el marco del nuevo escenario político.

En el campo opositor, quien movió sus primera fichas en este complejo y aún incierto tablero fue el ex presidente Macri. Tras haber recuperado la conducción partidaria del PRO y desplazado del espacio -aunque todavía no formalmente- a Patricia Bullrich, Macri consumó finalmente el anunciado relanzamiento de su partido.

Un relanzamiento que dejó en evidencia las contradicciones que le plantea a Macri y el PRO la vinculación no solo con el presidente Milei sino también con el espacio libertario. En un acto organizado en La Boca, Macri pronunció un peculiar discurso que exudó un comportamiento "pasivo-agresivo", procurando combinar los elogios a Milei, su coraje y compromiso con el cambio, con criticas bastante explicitas tanto a las "dificultades" de la gestión derivadas de lo que el ex presidente calificó como "falta de equipos", como a la supuesta influencia perniciosa del "entorno" que rodea a Milei.

Un posicionamiento a todas luces difícil de sostener: ¿es posible mantener una buena sintonía con Milei a la vez que atacar a sus dos personas de máxima confianza? ¿Realmente Macri piensa que son Santiago Caputo o Karina Milei los responsables de bloquear un desembarco orgánico del PRO en el gobierno? Descartando la ingenuidad y apelando a la propia experiencia de Macri con su otrora poderoso escudero Marcos Peña, es probable que el nuevo líder del PRO haya elegido como blanco a Caputo para evitar -al menos por ahora- confrontar directamente con Milei.

Lo cierto es que muy probablemente esta tensión entre libertarios y PRO se mantenga así por un buen tiempo, hasta que el cierre de listas acabe por confirmar si ambos espacios sellarán un frente electoral o concurrirán separados en los principales distritos. Mientras tanto, seguramente habrá algunos escarceos e intentos de diferenciación -como el reciente documento de la fundación Pensar o las declaraciones de Macri contra el pliego de Lijo-, pero primará el espíritu de colaboración, sobre todo en el Congreso.

Del lado del peronismo, donde la situación parece aún más compleja, se espera la inminente reaparición pública de Sergio Massa, azuzada por los debates internos que suscitó la falta de una postura clara con respecto al fraudulento proceso electoral venezolano. Apalancado en una posición más nítida que la del kichnerismo en ese plano, buscará reacomodarse en el espacio peronista planteando una nueva agenda de temas y prioridades.

En las huestes del kichnerismo, mientras Kicillof sigue sosteniéndose como la principal contracara de Milei, a la vez que manteniendo una relación históricamente tensa con el mermado camporismo, tanto las revelaciones de presunto "tráfico de influencias" durante el gobierno de Alberto Fernández, como la reaparición de Cristina en México con sus declaraciones sobre las elecciones de Venezuela preocuparon a una gran mayoría de dirigentes peronistas que esperan un proceso de renovación.

En este sentido, el tímido reclamo de la ex presidenta que "por el propio legado de Chávez se publiquen las actas", combinado con feroces críticas a la oposición venezolana, fue ampliamente festejado en un espacio libertario en el que, aún frente a algunos inexplicables errores en el manejo de las relaciones diplomáticas, se sigue capitalizando no solo el liderazgo regional de Milei ante el caso venezolano sino la posibilidad de utilizar la radicalización autocrática de Maduro para azuzar en el electorado los fantasmas de los "riesgos" de un reagrupamiento kirchnerista o la construcción de alguna propuesta inserta en el denostado espacio "progresista".

Así las cosas, pareciera que aún con la voluntad de reposicionarse y reorganizarse, la oposición sigue jugando a favor de un Milei más preocupado por el devenir de la economía que por el volumen político de la oposición. En este sentido, en una semana marcada por la volatilidad de los mercados globales ante el temor de una recesión en los Estados Unidos, preocupa más la demora en la recuperación de la actividad económica y el impacto que ello podría tener en el mediano plazo en un electorado que si bien lo sigue apoyando aferrado a la "esperanza", ya comienza a esbozar algunas dudas fruto de las dificultades que la situación les plantea para llegar a fin de mes.

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