
El miércoles 4 de mayo se cumple el primer aniversario de la renuncia de Pablo Iglesias a la vicepresidencia segunda del gobierno, tras el retroceso de Unidas Podemos en las elecciones madrileñas. La caída de Iglesias permitió a Yolanda Díaz ganar visibilidad dentro del Ejecutivo y convertirse en la alternativa de izquierda al PSOE de Pedro Sánchez. Ahora la ministra de Trabajo busca cerrar el apoyo de los morados para lanzar su plataforma política.
El domingo pasado, Díaz prometió un nuevo Estatuto del Trabajo, una suerte de preámbulo para la postergada presentación del frente amplio que viene construyendo desde el año pasado. La vicepresidenta concentró la atención durante el acto del 1 de Mayo en Madrid, donde se mostró rodeada de los sindicatos y próxima a la líder de Más Madrid, Mónica García.
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García no solo propició el acercamiento entre Díaz e Íñigo Errejón, sino que ha aglutinado a figuras y grupos por fuera de UP que están interesados en la propuesta electoral de la titular de Trabajo. Díaz cuenta con el respaldo del ministro Alberto Garzón, coordinador federal de Izquierda Unida, quien semanas atrás pidió "la unidad y la suma de fuerzas", en un mensaje con destinatario claro: los dirigentes morados indecisos.
En los últimos días, el proyecto de Díaz recibió el visto bueno de las portavoces de UP. Carolina Alonso aseguró este martes que "hace falta conformar un frente amplio como propone Yolanda Díaz que sea capaz de ilusionar y movilizar al electorado progresista", mientras Alejandra Jacinto sostuvo que "en un proyecto cuyo horizonte es la transformación social, Podemos no puede hacer otra cosa que estar ahí".
Estas declaraciones suponen más que una tregua en la guerra fría que mantiene Iglesias con Díaz a través de comentarios o desaires -el exlíder de Podemos llegó a admitir que quizás se había equivocado al designarla como sucesora sin consultar a la militancia-, porque Ione Belarra e Irene Montero decidieron privilegiar los puntos en común con la vicepresidenta. En la práctica, equivale a reconocer que Díaz es hoy el mayor activo de la coalición.
PSOE y Podemos vuelven a chocar por el envío de armas a Ucrania y la coalición pende de un hilo
La sintonía pública entre Díaz y Podemos quedó expuesta esta semana con el caso de espionaje a los independentistas catalanes y los teléfonos de Sánchez y Margarita Robles, cuando la vice y Belarra exigieron al PSOE depurar responsabilidades. No había sido el caso con la guerra en Ucrania y la reforma laboral. Pero el camino recién podrá despejarse una vez que la izquierda defina las listas de unidad para las elecciones en Andalucía.
Un dirigente andaluz de izquierda y crítico con Díaz señaló a LPO que cerrar las candidaturas no será fácil y pronostica tres listas separadas: una de Teresa Rodríguez, otra de UP y una tercera más regionalista. También exigió una mayor intervención de la vicepresidenta en el proceso electoral de Andalucía, luego de su bajo perfil en los comicios de Castilla y León.
Los sectores disconformes con Díaz recelan la falta de definiciones y lineamientos para entender qué camino tomará su candidatura, incluso consideran el proyecto presidencial demasiado personalista y atado a su "solvencia y prestigio personal", como reconoció otra fuente del espacio a este medio.
En la ecuación pesa la popularidad de la ministra en las encuestas, aunque entre los cuadros de Podemos más cercanos a Iglesias no termina de cerrar que Díaz apenas busque diferenciarse de Sánchez, algunas de sus alianzas -en particular Errejón- y la intención de no desgastarse políticamente antes de lanzar su plataforma. Después del 19 de junio, cuando hayan pasado las elecciones andaluzas, Díaz se prepara para dar el salto más ambicioso de su carrera.
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