El Palacio de la Moncloa por una acera; el poder económico, por la otra. La hoja de ruta del Gobierno para el nuevo curso político tiene esa (inédita) bifurcación como eje central. Pedro Sánchez tiene decidido intensificar su retórica "anti-establishment" de cara al duro invierno que van a afrontar España y toda Europa.
Tal como adelantó LPO, el jefe de Gobierno confirmó su distanciamiento con el Ibex 35 en el acto de inicio de ciclo político que encabezó este lunes por la mañana junto a un grupo de cincuenta ciudadanos de a pie. El lema elegido por el líder del Ejecutivo fue "Gobernamos contigo". La actividad, por sus tonos y formas, tuvo otro lema. Más largo e implícito: el poder económico no va a condicionar las decisiones del Gobierno.
Durante su intervención, y ante la atente mirada de los "anónimos" que fueron invitados a la residencia de gobierno (estudiantes, maestros, amas de casa), Sánchez avisó que va a combatir la idea de que "se elige a quien gobierna pero no a quien manda" y la percepción "extendida" de que hay poderes "que no se presentan a las elecciones pero que deciden e influyen sobre la política y las leyes del Ejecutivo".
El mandatario socialista defendió la acción de un Ejecutivo que gobierna "para la clase media y trabajadora frente a los intereses de "los poderes económicos" y aquellos que, a su entender, "creen que tienen el derecho innato a monopolizar y condicionar el debate en la esfera pública".
El presidente acompañó su discurso con hechos. Aprovechó el acto para anunciar que este martes el Consejo de Ministros aprobará una legislación inédita en materia de derechos laborales: el seguro de desempleo para las trabajadoras del hogar.
"Nosotros vamos a gobernar para la gente, para la clase media trabajadora. Gobernar es elegir y nosotros hemos elegido priorizar a la clase media trabajadora frente a otros intereses", aclaró sobre las prioridades de su gobierno de cara a la recta final de su mandato.
Hace un año, en esta misma conferencia, Sánchez pronunció un discurso titulado "España puede" y fue aplaudido por Ana Botín (Banco Santander), Carlos Torres Vila (BBVA), Antonio Brufau (Repsol), Fuencisla Clemares (Google), Pablo Isla (Inditex), José María Álvarez Pallete (Telefónica), Ignacio Sánchez Galán (Iberdrola), José Ignacio Goirigolzarri (Bankia), Isidre Fainé (La Caixa), José María Entrecanales (Acciona), Florentino Pérez (ACS) y Maurici Lucena (Aena), entre otros empresarios.
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Hoy, estos popes del Ibex, están en "la mira" del Gobierno por los "beneficios extraordinarios" que están amasando en medio de una crisis económica que está estrujando los bolsillos de trabajadores y asalariados. La nueva batalla redistributiva de Moncloa pasa por limitar también las "exorbitantes ganancias" de los supermercados. La vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, quiere topar el precio de una "canasta básica" con 20 o 30 productos de primera necesidad.
¿Cómo se explica este "quiebre" con la pata empresarial? Por dos motivos. El primero: la crisis económica generada por la guerra en Ucrania. El giro geopolítico que generó la invasión de Vladimir Putin trastocó los planes de recuperación pos pandemia de Moncloa.
En el acto del año pasado, Sánchez le prometió a los empresarios que no iba a permitir una "España contra otra". Todos, débiles (sectores vulnerables) y poderosos (Ibex), entraban en el plan económico que iba a dejar atrás la parálisis provocada por la Covid-19.
Pero la guerra alteró estos planes. Y el PSOE decidió un inesperado "giro a la izquierda" para que la crisis no recaiga -como en otras oportunidades- sobre las espaldas de las familias.
El otro motivo que alejó al PSOE de su histórica postura pro establishment es puramente político: el PP absorbió todo el electorado ubicado en el centro con su enroque de "moderación" (Feijóo por Casado). Según las últimas encuestas, 570 mil votantes socialistas elegirán al líder de los populares en las elecciones de 2023.
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Los comicios regionales en Andalucía confirmaron esa fuga de votos y la encerrona económica del Gobierno, confiado hasta ese entonces que el refuerzo del Estado de Bienestar -una especie de ley en el manual de la socialdemocracia- iba a alcanzar para ganar las próximas generales.
¿Podrá Sánchez gobernar, redistribuir y repuntar en las encuestas con el "poder real" en su contra? La respuesta a este interrogante marcará, sin dudas, el curso político que acaba de comenzar.
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