
Santiago Abascal decidió cuál va a ser la estrategia de Vox ante la necesidad de recuperar una iniciativa polÃtica que, tras la mala elección en AndalucÃa, está a la deriva: un giro hacia el populismo plebiscitario para acentuar sus diferencia con la "casta polÃtica".
La nueva hoja de ruta de la ultraderecha española se llama "España Decide", un programa lanzado este fin de semana en el festival Viva2022, un evento que Vox utilizó de "relanzamiento" de cara al año electoral que se avecina.
Como anticipó LPO, la propuesta de la extrema derecha consiste, básicamente, en plasmar una serie de referéndums para que los "ciudadanos decidan directamente", sin la intermediación de los partidos.
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A juicio de Vox, la mayorÃa de los partidos, "a pesar de la aparente distancia ideológica", tiene fuertes consensos en las últimas décadas respecto a "temas centrales" de la agenda polÃtica. Como "el parlamento vota siempre en la misma dirección", y ante la "gravedad" de la coyuntura, es la "hora de la confrontación libre de ideas" para evitar que las decisiones se sigan tomando a "puerta cerrada".
En el documento que lleva su firma, Abascal aclara que "España cuenta hoy con un orden constitucional y una legalidad vigente que faculta al conjunto del pueblo español, como depositario de la soberanÃa nacional, a participar de diversos modos en la vida polÃtica y en los asuntos públicos". Cita el artÃculo 92 del texto constitucional como aval legal de su propuesta.
Vox se escuda en que la Constitución permite que los españoles puedan ser "consultados sobre decisiones polÃticas de especial transcendencia", pero omite un detalle no menor respecto a las condiciones para poder plasmar un referéndum consultivo: tiene que ser convocado por el Rey, mediante propuesta del Presidente del Gobierno, previamente autorizada por el Congreso de los Diputados.
En su nueva guÃa, Vox aclara que va a a "trabajar" para que se realicen ocho consultas populares sobre soberanÃa energética, inmigración, educación, igualdad, ilegalización de partidos separatistas, agua, subvenciones y soberanÃa de datos. Y pone como ejemplo "el modelo suizo", un paÃs con mucha tradición en materia de referendos.
Semanas atrás, los suizos, por ejemplo, decidieron por esta vÃa elevar de 64 a 65 años la edad de jubilación para las mujeres, para igualarla con la de los hombres. "A partir de ahora tendrán que oÃrnos cuando de nuevo pretendan imponer sus consensos podridos. Vox quiere más y mejor democracia", bramó Abascal el domingo ante sus militantes.
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Y preguntó: "¿Cuántas veces nos han preguntado en algún referéndum sobre las cosas que nos importan y que afectan a nuestra vida. Sólo en dos ocasiones. ¿No ha habido en 40 años decisiones sobre polÃticas públicas por las que debÃamos haber sido escuchados?".
España realizó solo dos consultas populares desde su recuperación democrática: el referéndum sobre la permanencia de España en la OTAN, en 1986, y sobre la adhesión a la Constitución Europea (1995).
Parece, por lo tanto, bastante difÃcil -por no decir imposible- que una minorÃa parlamentaria pueda forzar referendos de temas generales, más cuando ésta formación hizo de su crÃtica a la consulta "ilegal" de Cataluña una de sus principales insignias.
"Los referendos los carga el diablo cuando los pone en marcha un diablillo, pero cuando se hacen de acuerdo a la Constitución, es democracia", intentó aclarar sobre esta contradicción, el portavoz Jorge Buxadé.
"Vox no cree en la democracia"
¿Qué busca entonces Vox con esta apelación a la democracia directa? Para el investigador Xavier Rius Sant, autor del libro "Els ultres son aquÃ", una genealogÃa de la extrema derecha española y catalana, se trata de una estrategia discursiva, sin ningún vicio de realidad, para "deslegitimar los partidos polÃticos".
"Con esta propuesta, Vox busca mostrarse como una especie de alternativa salvadora frente al sistema de partidos. La idea serÃa: como los partidos no defienden al pueblo, yo voy va a defenderlo. Demagogia populista para liderar la agenda y el discurso, nada más que eso", explica el ensayista catalán, uno de las plumas que más ha investigado a la ultraderecha en España.
Y agrega: "Vox hace esto en un momento de mucha confusión, de recelos y peleas. Hay un descontento generalizado de la militancia y de muchos cargos públicos por la poca democracia interna. Se intenta, al cabo, tapar estos graves problemas puertas adentro tras la salida de Macarena Olona".
Para Rius Sant -en febrero publicará un nuevo libro sobre la formación de Abascal- Vox sabe que no va a promover ningún referendo. España no tiene tradición, ningún otra formación avala la idea y no hay una demanda social al respecto.
"Es sola una excusa para liderar la narrativa. Creo que van a machacar con esta idea durante la campaña electoral. Pero ni el PSOE ni el PP van a aceptar. Eso es lo que quieren para decir a viva voz que los partidos tradicionales tienen miedo de que la gente se exprese".
"Hay que tener en cuenta que Vox se enfrenta a un año electoral sin propuestas concretas, sin programas. Ni a nivel nacional, ni a nivel autonómico, ni en los ayuntamientos. Todas sus consigas son abstractas. "España Decide" no es más que otro panfleto", sostiene.
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El investigador plantea, además, una incongruencia práctica entre lo que propone Vox y la naturaleza de un referendo. "Hablar de inmigración, por ejemplo, es muy complejo y no se resuelve con un referendo. Qué va a preguntar Vox, si inmigración sà o no. Si se está a favor o en contra de repartir el agua".
Este discurso populista que "hable la gente" es similar -salvando las diferencias, aclara Rius Sant- al de CUP en Cataluña. "La apelación a la democracia directa está asociada en España a la extrema izquierda. Vox ahora le da un giro peligroso para deslegitimar a la democracia institucional", concluye.
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