
Inés Arrimadas ha asumido la misión de rescatar a Ciudadanos de su extinción, pero buena parte de los militantes y no pocos dirigentes creen que sin un volantazo será difÃcil rescatar al partido. La reunión del comité ejecutivo de ayer lunes sirvió para que Arrimadas garantizara su continuidad y armara un equipo de transición liderado por Begoña VillacÃs. AsÃ, la presidenta de la formación neutralizó a los disidentes que, de a poco, comenzaban a juntar voluntades para desafiar el liderazgo naranja.
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Arrimadas habló de refundar el partido y llamó a la unidad, pero apenas dio las coordenadas del plan para sacar a Ciudadanos del pozo. Fuera de la sede de Alcalá, las bases empezaban a debatir cómo serÃa ese resurgir y apuntaban al municipalismo, el pragmatismo y un programa en sintonÃa con el liberalismo europeo. LPO habló con militantes y cuadros intermedios que se mueven entre la desconfianza hacia la dirección nacional y la resignación.
Los ánimos no son los mejores entre la militancia y, para sumar al infortunio, tampoco hay un consenso lo suficientemente amplio como para encontrar una alternativa a Arrimadas. La presidenta ha sabido maniobrar este escenario a su favor, aunque algunos dentro del partido ven innecesario un cambio de liderazgo en medio de la tormenta, si bien desaprueban su conducción. Sin embargo, existen coincidencias entre los miembros de la formación.
La apuesta de la nueva versión de Ciudadanos pasará por reforzar el municipalismo, en una estrategia que va desde lo micro a lo macro, desde las "periferias" al centro. Es el espacio que el partido pudo retener -ya fuera de los parlamentos autonómicos- y desde donde debe fidelizar a los votantes. "Es la base para el crecimiento de cualquier partido a nivel nacional", señala a este medio un concejal naranja crÃtico con la gestión de Arrimadas.
Ciudadanos deberá resignar el centralismo en favor de los ayuntamientos y, al mismo tiempo, enfocarse en la identidad del partido. Los más disconformes de las bases sienten que figuras como Isabel DÃaz Ayuso se han apropiado de las ideas liberales, algo que percibe una porción de los votantes, lo cual ha terminado por borrar a Ciudadanos como una opción de centro. España no puede perder ese espacio, razonan los afiliados.
Esa identidad liberal, coinciden las fuentes consultadas, tiene que acompañar una estrategia pragmática en cuanto a los pactos: los pro Arrimadas consideran que el PP es un aliado natural, pero otras voces creen que no pueden descartarse acuerdos con el PSOE. La decisión de Albert Rivera es vista en retrospectiva como el inicio de la debacle electoral, una situación que vienen capitalizando los populares. El recelo hacia el PP es un sentimiento que predomina en militantes y funcionarios municipales.
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Deserciones, abandono, desinterés. Las responsabilidades apuntan al centralismo, la "nula capacidad de acción" de Arrimadas y la conducción nacional, pero sobre todo a las malas decisiones en relación con las últimas elecciones en Madrid, Castilla y León y AndalucÃa. La conclusión es que a Ciudadanos no le ha servido permanecer bajo la sombra de partidos más grandes como el PP -el caso de Juan MarÃn lo testifica-, en un intento por crecer a nivel autonómico, si bien esta hoja de ruta terminó por descuidar los ayuntamientos.
Los más cautos piden a sus compañeros de partido que esperen las conclusiones de los cinco grupos de trabajo, previstas para septiembre, y que participen en la construcción programática de un Ciudadanos renovado. Y los más próximos a Arrimadas recuerdan que la actual lÃder "no nos ha dejado tirados" como Rivera tras su dimisión, mientras que el grupo de los Renovadores no han articulado aún un proyecto alternativo a la dirección nacional.
VillacÃs y Francisco Igea aparecen como posibles sucesores de Arrimadas, quien no descarta retener la presidencia del partido luego de los seis meses de plazo que se impuso para refundar la formación liberal. Pero quienes piensan que la ejecutiva deberÃa haber dimitido en bloque creen que Ciudadanos llegará a las elecciones municipales de mayo "con los deberes sin hacer". Como en cualquier fuerza polÃtica, la confianza de los afiliados y los cuadros es capital, y si Arrimadas no logra despejar la imagen de una lÃder aferrada al cargo y blindada por un entorno adicto.
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La falta de detalles del plan de renovación resultó una suerte de invitación para que las bases reclamaran más localismo y una comunicación más fluida y menos verticalista. Muchos están de acuerdo en que Ciudadanos, sea con esta u otra sigla, se presente como una formación reformista. Los afiliados buscan tener un rol decisivo en los acuerdos sobre el perfil y las ideas que sustentarán la refundación.
Mientras, los Renovadores especulan: sospechan que Arrimadas y la ejecutiva abrieron esta vÃa para descomprimir el malestar y que, en última instancia, maniobrarán para imponer sus preferencias. "No vamos a ningún lado con esta ejecutiva. Estamos por un proyecto, no por una persona. Se deberÃa haber nombrado una gestora que convoque una asamblea y que los militantes decidamos", sintetizó una afiliada a Ciudadanos en Cataluña.
Para la militancia resulta clave insistir en que Ciudadanos es ante todo un partido de centro y liberal en una estrategia más amplia de implantación territorial y municipalismo de base. Arrimadas lo entiende y por eso ha designado a Eva MarÃa MasÃas, alcaldesa de Ciudad Real, en el equipo de transición. Hasta la pedanÃa más pequeña representa un desafÃo para la formación.
A las bases les preocupa tanto la estrategia como el desempeño electoral. Eso depende, además, de una conducción fresca que no cargue con la cruz de la derrota. Arrimadas podrá no ganar una elección nacional, pero quiere demostrarles a los afiliados que sà puede enmendar los errores y administrar la transición de Ciudadanos.
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Los militantes ya están edificando la renovación, al margen de la ejecutiva, mientras la batalla por suceder a Arrimadas acaba de comenzar. Pero la presidenta les recuerda que no pueden ser lÃderes de un partido que no saben si seguirá existiendo.
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