La destrucción de los ecosistemas y la aceleración de los efectos del cambio climático empiezan a ser un eje de preocupación central para el poder económico y financiero.
Mientras en Bruselas los eurodiputados -el poder político- discuten y pelean por la sanción o el aplazamiento de de la Ley de Restauración de la Naturaleza, que busca reparar el 80% de los hábitats comunitarios en mal estado, con un primer objetivo de recuperar al menos el 20% de las tierras y aguas degradadas para 2030, el Banco Central Europeo (BCE) advierte que "la destrucción de la biodiversidad" va a desencadenar una fuerte inestabilidad en los próximos años por la alta dependencia de las empresas "a los servicios de los ecosistemas".
El organismo que preside Christine Lagarde trabaja en un informe sobre los riesgos financieros vinculados al cambio climático y a los "cisnes verdes", concepto acuñado en 2021 por el Bank for International Settlements (BIS), ante la posibilidad cada vez más latente de una crisis financiera por el encadenamiento de desastres naturales.
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El objetivo del relevamiento -que estará listo a finales de año- es comprender "cuán vulnerables" son la economía y el sistema financiero a la degradación del medio ambiente.
Desde hace meses, el BCE analiza la dependencia de la naturaleza de más de 4,2 millones de empresas europeas. Los resultados preliminares muestran que la economía de Europa depende en gran medida de los servicios de los ecosistemas y que estos riesgos pueden extenderse al sistema financiero con efectos devastadores.
"Si la degradación de la naturaleza continúa como ahora, estas empresas sufrirán y las carteras de crédito de los bancos se volverán más riesgosas", explica Frank Elderson, miembro del Comité Ejecutivo del BCE.
El economista cita un dato para dimensionar la dependencia del sector privado a los "servicios ecosistémicos" (alimentos, agua potable, madera y minerales, etc.): casi el 75 por ciento de todos los préstamos bancarios en la zona del euro son para empresas que dependen en gran medida de al menos un servicio del ecosistema.
¿Qué significa? Básicamente que estas empresas dependen de los servicios ecosistémicos para continuar produciendo sus bienes o brindando sus servicios.
"Los efectos podrían incluir la caída de los rendimientos de los cultivos debido a la disminución de los insectos polinizadores o la degradación de las tierras agrícolas. La escasez de productos de la naturaleza podría conducir a shocks del lado de la oferta para la industria farmacéutica oa que los destinos se vuelvan menos atractivos para el turismo", alerta Elderson.
El informe preliminar adelanta que el Nederlandsche Bank descubrió, por ejemplo, que solo las instituciones financieras holandesas tienen 510.000 millones de euros "en exposición a riesgos para la biodiversidad", mientras que el Banque de France encontró que el 42% de las carteras de valores en poder de las instituciones financieras francesas consiste en valores emitidos por empresas que dependen de al menos un servicio del ecosistema.
Ante este panorama, la propuesta del BCE es que los bancos centrales empiecen a "considerar el riesgo financiero relacionado con la naturaleza en el cumplimiento de sus mandatos".
"Deben reconocer la naturaleza como una fuente potencial de riesgo económico y financiero y necesitan evaluar el grado en que los sistemas financieros están expuestos a la naturaleza", pide este organismo.
Y agrega: "Si la degradación de la naturaleza continúa, las actividades económicas que dependen de los servicios de los ecosistemas se verán afectadas por problemas como las interrupciones en la cadena de suministro que impactan en los precios y, en última instancia, en la inflación".
Según las estadísticas del organismo, las compañías que dependen de algún servicio de los ecosistemas son más de tres millones, el 72% de las empresas.
La conclusión es que "las pérdidas graves de funcionalidad en el ecosistema relevante se traducirían en problemas económicos críticos para dichas empresas".
El BCE urge a no ignorar estos riesgos y llama a otras instituciones europeas a "abordar los efectos en cascada de la degradación de la naturaleza y el cambio climático en la economía y la estabilidad financiera". "Es una tarea compleja. No podemos hacer esto solo", aclara Elderson.
La pelea en Bruselas
La advertencia del BCE coincide con una fuerte discusión en el Parlamento Europeo por la Ley de Restauración de la Naturaleza propuesta por la Comisión Europea, que esta semana necesita del visto bueno de la Comisión de Medio Ambiente para que pueda llegar al pleno en julio y ser aprobada.
El proyecto, que se alinea con el espíritu del acuerdo internacional alcanzado en la Conferencia de Biodiversidad COP15 de Naciones Unidas, ya fue rechazado días atrás en las comisiones de Pesca y Agricultura.
El Partido Popular Europeo (PPE), con su líder el alemán Manfred Weber, quien busca desbancar al actual presidente del CE, Ursula Von Der Leyen, quiere tumbar la normativa. Los conservadores argumentan que marca unos objetivos "inalcanzables" para los agricultores, compromete la seguridad alimentaria y elevará aún más el precio de los alimentos.
La presión del PPE es tan fuerte que los eurodiputados progresistas y verdes le exigen a Von der Leyen que se pronuncie públicamente a favor de la ley, que respalda a viva voz una proyecto que a nivel interno cuenta con su aval.
La eurodiputada democristiana francesa Anne Sander censuró que la iniciativa no contemple excepciones, por ejemplo, en lo relativo a las materias primas críticas para la transición energética. También cargó contra la reducción del 50 % los plaguicidas químicos al final de la década, otra de las exigencias de la ley.
"Hay nuevas propuestas de regulación que son muy duras para los agricultores y no tienen en cuenta la situación global y en particular la seguridad alimentaria. Era el momento adecuado para decir ‘stop'", afirmó.
Para el eurodiputado español César Luena (PSOE), negociador principal del texto en Eurocámara, la embestida de los populares se explica "en clave electoral". Su interpretación es que detrás del rechazo está "la estrategia de Weber de acercar al PPE a la extrema derecha" y su "lucha" con Von der Leyen.
LPO adelantó que cada vez cobra más fuerza el pedido de una "moratoria ambiental" en la lucha contra el cambio climático y en la aceleración de la agenda verde que pide la CE.
Webber es la voz cantante de esta moratoria en la Eurocámara. Cuenta con el respaldo nada menos que del presidente de Francia, Emmanuel Macron, que ve en las políticas verdes un escollo para su plan de "reindustrialización"
El líder galo pidió semanas atrás una "una pausa regulatoria europea" en términos de restricciones verde, argumentando que la UE ya hizo "más que todos los vecinos" y que ahora "necesita estabilidad".
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