
En polÃtica, todo revelación, toda intimidad que sale a luz, tiene su impacto. El terremoto es más intenso si aquello que se destapa tiene cierta analogÃa con la coyuntura, si ayuda a explicar o entender momentos polÃticos del aquà y el ahora.
El sincericidio de Sergio Pascual, exsecretario de Organización de Podemos, quien supo ser el número 3 del partido -destituido en marzo de 2016- es noticia por sà solo: reconoce que Iñigo Errejón y sus principales laderos -entre los que estaba él- quisieron desbancar a Pablo Iglesias para asumir el liderazgo de una formación en pleno auge.
Pero sus palabras cobran mucho más fuerza si quien fue "vÃctima" de aquella "traición" está convencido que hoy, seis años después, en una escenario polÃtico totalmente distinto y con otros jugadores en el campo, hay una "operación orquestada" (más mediática que polÃtica en este caso) con el mismo fin: debilitar las chances electorales de la única formación que, de verdad, incomoda al poder.
Hasta las declaraciones de Pascual este martes por la noche en el programa Hora 25 -hasta la publicación de su reciente libro "Un cadáver en el Congreso: del sà se puede al no se quiere"-, la interna que abrió una profunda brecha en Podemos y terminó con Errejón -y tantos otros dirigentes- fuera de la formación se contó sin las puñaladas más profundas.
Aquella irreconciliable pelea entre las dos fracciones ("errejonistas" y "pablistas") salió a la luz el martes 15 de marzo de 2016 cuando se hizo pública y oficial la dimisión de Pascual, el encargado de consolidar y expandir los tentáculos del partido por toda España.
Iglesias, con esa decisión, cortó una hemorragia que amenazaba su liderazgo. Fue el principio del fin del errejonismo dentro del partido morado y la consolidación de un camino que, con aciertos y errores, llevó a Podemos al Palacio de la Moncloa y a formar el primer gobierno de coalición de la historia de España.
¿Qué pasó realmente en esa interna? Lo cuenta Serrano en su libro. Iglesias y Errejón tenÃan "dos visiones completamente diferentes" en la estrategia del partido, dos posturas que solo se encontraron "en las elecciones de 2015 porque tácticamente coincidÃan, pero a la larga era evidente que se iba a fracturar".
"Iglesias, ahora con el tiempo creo que con acierto, pensaba que si no tenÃamos poder en las autonómicas nos iban a matar los poderes, nos iban a descarrilar antes de las elecciones generales. Errejón era más naif en ese sentido: eso era una operación mediático-discursiva y vamos a llegar porque es inevitable", afirma Pascual, hoy alejado de la polÃtica partidaria y miembro del think tank CELAG, enfocado en los procesos polÃticos de América Latina.
Esas divisiones se evidenciaron, por primera vez, en unas jornadas internas que celebraron el verano de 2014. "HabÃa un vacÃo de poder en la pata española de Podemos porque Iglesias estaba en Bruselas y la persona que tenÃa un pequeño aparato polÃtico para construir y que sabÃa lo que habÃa que hacer era Errejón y algunos nos pusimos a hacerlo como lugartenientes, y cuando nos dimos cuenta nosotros tenÃamos construido el partido. Cuando Pablo vuelve se encuentra con ese pastel y si ese partido hubiese estado alineado con su tesis no hubiera habido ningún problema. El problema era que quien capitaneaba todo aquello tenÃa una tesis diferente a la suya y, por lo tanto, era un riesgo para él".
Según Pascual, Iglesia "se daba cuenta de que no controlaba el partido al que habÃa puesto cara, y en alguien que tiene tan clara la lectura del poder esto es evidentemente inaceptable e inasumible": "A partir de ese momento, Iglesias empezó a construir el proyecto para recuperar su partido".
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Pero el hoy exvicepresidente escondió aquella áspera interna debajo de la alfombra, un "error que se paga a la larga" en la retrospectiva que hace Pascual.
"Tratar de meter bajo la alfombra las discrepancias es un error garrafal que se paga a la larga. Un error de Iglesias fue no haber encontrado la forma de canalizar las discrepancias. No se da cuenta de que no hay gente tan estratega como él. Monedero (secretario de Proceso Constituyente y Programa) despreció la gravedad de las cosas que estaba haciendo y diciendo. Inaugura una dinámica que acabó siendo muy dura para nosotros y que luego no fue responsabilidad exclusiva de él, muchos nos metimos en esa dinámica, de visión del otro como adversario polÃtico, como enemigo, como golpista, ya ni siquiera es un compañero", cuenta el exdiptuado.
El errejonismo también hizo una mala lectura polÃtica de lo que estaba pasando: "CreÃamos que lo que habÃa que hacer, a la vista de que nos iban a destruir, era defendernos de alguna manera, y la única forma que encontramos era localizar un adversario plausible que no podÃa ser Pablo porque era imprescindible pero sà el pablismo, su Corte".
Ante la pregunta de si Errejón le fue "desleal" a Iglesias, Pascual admite que "tanto él como muchos errejonistas nos cegamos con una dinámica que era extremadamente absorbente. HabÃamos perdido de vista lo verdaderamente importante".
En marzo de 2016, la interna explota por los aires. ¿El motivo? Un chat abierto de Telegram desnuda las intenciones del errejonismo: "cargarse" la estructura polÃtica y territorial de Iglesias.
"Era lógico que sabiendo lo que yo decÃa me quitara de en medio como secretario de organización. Yo hice mal en no dimitir, yo tenÃa que haber dimitido mucho antes. Es lógico que Pablo me cesara a la vista de los documentos que vio", admite.
Tras su dimisión, el errejonismo queda herido y su cara visible, el hoy lÃder de Más Madrid, decide meter la bomba bajo el agua. "Yo sabÃa que Errejón no se iba a enfrentar a Iglesias, aunque él me hubiera dicho que era una lÃnea roja yo sabÃa que él no se iba a inmolar por esa lÃnea roja", dice Pascual, a pesar de que Errejón le habÃa dicho que si le cesaban él dimitirÃa. "Yo sabÃa que no era real, no iba a suceder".
La charla de Pascual con Aimar Breto (conductor del programa) se replicó en las redes sociales. Muchos "podemistas" la compartieron no para escarbar en aquella herida del pasado, sino para visibilizar que "la historia se está repitiendo" con Sumar y Yolanda DÃaz.
La ministra de Trabajo, ungida en su dÃa por Iglesias, está afianzando su nueva plataforma "ninguneado" a UP, según entiende el partido.
Sobre esta analogÃa, Pascual responde: "Por lo que ha sufrido, Pablo tiende a ver traiciones, a veces acertadamente y otras veces demasiado anticipadamente. Me da la impresión de que se repite un poco la historia: si se acabaran por sentar ellos dos (DÃaz e Iglesias) para poner negro sobre blanco cuáles son los problemas y las diferencias los problemas se solventarÃan, porque además los dos están llamados a llegar a algún tipo de acuerdo, si no la izquierda a la izquierda del PSOE está condenada a estrellarse y con ello el gobierno de coalición y con ello el riesgo de que venga un gobierno de extrema derecha".
Esta interna, a su juicio, es más grave debido a que hoy lo que está en juego es más trascendente. "Si tenÃamos una responsabilidad importante en 2015, la responsabilidad que tienen ahora mismo los dirigentes al frente de Sumar y de Podemos es absolutamente capital y espero honradamente que la sepan ver. Y que Iglesias entienda que la lÃder en este momento es Yolanda DÃaz y que la tiene que dejar equivocarse un poco. Uno tiene que acompañar a su lÃder incluso cuando cree que se está equivocando", analiza desde un rol de militante y espectador.
Pascual admite que su libro es, sobre todo, una catarsis y una "autocrÃtica" por los errores cometidos. La publicación, sin embargo, tiene mucho de déjà vu para la izquierda española. Y, tal vez, una enseñanza: qué hacer distinto esta vez para no regalarle terreno al verdadero enemigo en 2023: la alianza PP-Vox.
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