A principio de año, las macrogranjas se convirtieron en sujeto del debate público en España. La tormenta polÃtica se desató tras unas declaraciones del ministro de Consumo, Alberto Garzón, al periódico británico The Guardian, quien arremetió contra la "contaminación", el "maltrato" y la "mala calidad" de la ganaderÃa intensiva.
Alfonso Fernández Mañueco, presidente de Castilla y León (PP), calificó las palabras de Garzón de "ataque del Gobierno de España" a los ganaderos. El presidente socialista de Aragón, Javier Lambán, pidió su inmediato cese. "Estas desgraciadas e insensatas declaraciones son una agresión directa a una parte importante de la economÃa aragonesa", despotricó.
La patronal cárnica amenazó con emprender acciones legales contra el ministro. Y la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores y la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos, entre otras organizaciones del sector, exigieron una "rectificación" ante las "injurias y agravios".
Once meses después de aquella polémica, el debate sobre la sostenibilidad -y la viabilidad- de la ganaderÃa industrial sigue abierto y latente. Este lunes, Garzón participó de una jornada organizada por "Stop GanaderÃa Industrial", un colectivo conformado por más de 70 movimientos vecinales en 10 comunidades autónomas.
En su disertación, el ministro recordó aquella grieta. Dijo no sentirse "culpable", sino "responsable" por "perseguir" la controversia.
"La temática hace rato está sobre la mesa. Desde el ministerio hemos trasladado la evidencia y el consenso cientÃfico a las polÃticas públicas. No hay nada extraordinariamente original en nuestra hoja de ruta. Sin embargo, al hacer este traslado, tanto en el sentido duro, desde la norma y la legislación, pero también en el sentido blando, desde el inventivo, motivaciones o el cambio sugerido de la demanda, nos hemos encontrado con la controversia en sà misma", explicó.
La polémica, ya sin grandes titulares en los medios de comunicación, pero vigente -sobre todo en los territorios afectados por los impactos de estas explotaciones-, tiene "múltiples razones" a juicio de Garzón. La central: "toca el hueso del debate".
"Este debate condensa gran parte de las contradicciones del sistema agroalimentario mundial. Estamos frente a una crisis ecosocial que ha develado con mucha claridad que existen lÃmites planetarios que enmarcan los lÃmites de lo posible en la polÃtica y en los que estamos obligados a vivir", subrayó.
Y agregó: "El debate de la ganaderÃa intensiva está atravesado por el poder. Cuando un gobierno traslada la evidencia cientÃfica y dice que la ciencia sugiere que hagamos cambios en la demanda de un determinado producto, quien produce la oferta de ese producto en una escala mayoritaria no va a estar contento. Va utilizar todo su poder y toda su influencia para desbaratar una polÃtica que proviene de la ciencia. Hay que aceptar que hay un conflicto de intereses. No podemos ser neutrales si somos un gobierno progresista ante este conflicto de intereses. No podemos entrar a este debate como árbitros, sino como defensores de un paradigma".
Para el lÃder de Izquierda Unida, las macrogranjas son "la expresión más paradigmática de esta crisis ecosocial". Tienen impacto en lo económico (desplazamiento de explotaciones tradicionales que no pueden competir), en los social (despoblación) y en lo ambiental: por sus emisiones y por la contaminación de los suelos y de los rÃos.
Sin olvidar -aclaró- de los "impactos más invisibles": la huella en toda la cadena de suministros. Puso un ejemplo: la deforestación que se produce en otras regiones del mundo para la producción de los piensos que necesitan estas grandes explotaciones.
"Para nosotros los modelos de producción y consumo son las dos caras de una misma moneda. Creemos que podemos intervenir en el lado del consumo para promover desplazamientos en el lado de la producción. Por eso tratamos de hacer pedagogÃa. Es necesario que la ciudadanÃa tenga información de lo que está consumiendo", pidió.
Izquierda Unida propone la teorÃa del "decrecimiento" para afrontar la crisis
Garzón lamentó la "caricaturización" que hace la extrema derecha de una "crisis estructural". "Nos tildan de hippies urbanistas que estamos contra la gente del campo. No es verdad. La mayorÃa de la gente que en España se ha movilizado contra estas grandes explotaciones es población del mundo rural que ve como este modelo no solo destruye en una dimensión planetaria, sino que destruye a sus propios territorios".
El ministro retomó el concepto de "crisis ecosocial" al finalizar su discurso. Dijo que las "sociedades que actualmente están desbordando varios de los lÃmites planetarios tarde o temprano van a tener que aterrizar dentro de estos lÃmites ".
La pregunta es "cómo se va a realizar un aterrizaje" que nadie va a poder esquivar. Planteó dos escenarios: "aterrizar con valores democráticos de igualdad, libertad y fraternidad" o aterrizar con "fórmulas sociales que no necesariamente son compatibles con valores democráticos". "Puede valer la solución conservadora y fascista: como los recursos son escasos, escasa también tiene que ser la gente que se beneficie de éstos", graficó.
Y concluyó: "Este, al cabo, es el centro del debate polÃtico de las próximas décadas. Estamos en una crisis estructural de civilización. Tenemos que admitir que las formas con las que hemos construido la economÃa global desborda la posibilidad de seguir reproduciéndolas. Por lo tanto tenemos que cambiar nuestro modelo de consumo. Y es importante que un gobierno progresista sea honesto en este debate. En esta debate abordamos cómo nos vamos alimentar, nada menos".
Más voces
Del debate -titulado "GanaderÃa y emergencia climática y ambiental"- participaron Fernando Magdaleno (Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico); José Bellver (Ministerio de Consumo); Inma Lozano (portavoz de la Coordinadora Estatal Stop GanaderÃa Industrial): Fernando Valladares (cientÃfico del CSIC y profesor asociado en la URJC); y Laura MartÃnez Núñez (veterinaria agroecológica de Ganaderas en Red).
Valladares se refirió a la complicidad institucional con la que cuenta la ganaderÃa intensiva. Puso el ejemplo de la PolÃtica AgrÃcola Común (PAC), histórico instrumento de la Unión Europea. "Lo que dice la PAC es escalofriante. La sensación es que lo ha escrito alguien que no vive en el mismo planeta que yo. La PAC se originó después de la segunda guerra mundial para darle seguridad alimentaria a los europeos. ¡Pero si los europeos no tienen riesgo de seguridad alimentaria! Tienen riesgo de envenenarse", afirmó.
"La carne de mala calidad mata a un millón de personas al año. Un millón de muertes al año por exceso de carne roja. Eso es envenenarnos. Y eso se puede hacer porque la carne roja es tan barata que la pueden comer millones de personas que no la necesitan. ¿Por qué no comen más brócoli, más maÃz? No lo comen porque el negocio no está ahÃ", detalló.
El cientÃfico explicó que "la carne es barata porque los costes reales se reparten entre la humanidad: la contaminación, el cambio climático, la destrucción de la biodiversidad": "La producción de carne intensiva la pagamos todos. Sale el negocio redondo para el inversor y la gente está feliz porque puede comer carne barata. Matemáticamente esto no cuadra".
A su turno, Lozano contó en primera persona cómo "se pierde calidad de vida en los pueblos con la implantación de las industrias intensivas".
"Vemos cómo te llenas de moscas cuando sales al fresco, vemos cómo empiezas a dejar de beber agua del grifo porque cada tanto el ayuntamiento aconseja que ancianos, embarazadas y niños no beban de ese agua porque tiene excesos de nitratos. Vemos como en carreteras en la que casi no pasaban camiones tienes 25 camiones de alto tonelaje circulando todos los dÃas. Vemos cómo el campo de donde plantamos lo que comemos cada vez es menos fértil. Vemos y sufrimos muchos impactos diarios", narró.
La portavoz de la plataforma organizadora de la mesa redonda aclaró que la gente de los pueblos "no ve la deforestación ni los barcos que llegan cargados con conteiners de soja a Cartagena. "Vemos que no podemos abrir la ventana y que no podemos beber agua del grifo. Todo porque vino un dÃa un promotor a vendernos la propuesta de humo que iba a regenerar la economÃa del pueblo y a dinamizar la comarca. Todas mentiras. Por eso pedimos que las administraciones tiene que poner freno a este tipo de ganaderÃa", solicitó.
Por favor no corte ni pegue en la web nuestras notas, tiene la posibilidad de redistribuirlas usando nuestras herramientas.