Una vez que el debate de a dos ha pasado, los populares bromean con el "operativo remontada" de Pedro Sánchez. Alberto Núñez Feijóo se presentó al debate con la fuerza del lÃder del partido que arrasó en las elecciones de mayo y se posicionó automáticamente como el número puesto para llegar a Moncloa. "¿Para qué quiere Sánchez más debates?", ironizó un dirigente del PP luego de la buena performance de Feijóo.
En verdad, el clima de euforia nunca abandonó la calle Génova, solo que el tablero parecÃa inclinarse una vez más hacia el lado del Gobierno, fundamentalmente por dos cuestiones que todos reconocen en el PP: las vÃsperas del comienzo de campaña, cuando el jefe del PSOE tuvo un impacto mediático considerable, y los acuerdos autonómicos y municipales que los populares negocian con Vox.
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La formación de Santiago Abascal, que ha tenido un lanzamiento de campaña desdibujado y no participó del debate de anoche, teme que el optimismo que reina en el PP sea más que una impresión, es decir, que el principal partido de la oposición ponga encima de la mesa las diferencias y los inconvenientes de tener a Vox en un Gobierno de coalición de la derecha. Y si es un mal menor, al menos reducirlo y neutralizarlo.
"Hace cinco años que la Moncloa está ocupada por un personaje narcisista, agresivo y perturbado. Y a ese personaje peligroso el señor Feijóo acaba de ofrecerle una abstención para que pueda seguir gobernando", escribió el lÃder de Vox tras el debate. Desde Ciudad Real, Feijóo lanzó al aire una advertencia que supieron leer muy bien en Bambú. "Si los votantes de Vox reparten el voto, es más difÃcil que Sánchez se vaya", dijo el expresidente de la Xunta.
Lo obvio indica que el cogobierno con Vox es una realidad que se ha plasmado en los primeros acuerdos municipales de 2019, negociados por Teodoro GarcÃa Egea, entonces número dos del PP, e Iván Espinosa de los Monteros, quien disfrutaba de la plena confianza de Abascal. AlmerÃa, Pozuelo, Ceuta, Majadahonda, entre más de treinta municipios. La experiencia fue turbulenta, aunque no impidió el pacto en Castilla y León.
Feijóo desprecia a Vox y no está acostumbrado a compartir el Ejecutivo. Pese a los ambages, apenas ocultó la intención de sumar con la ultraderecha en aquellos territorios donde pudiese arrebatar los gobiernos al PSOE. En Génova prestan atención al trasvase de votos. Como señala DatosRTVE, Feijóo gana el 23,5% de los votos que fueron a Vox en 2019, más del doble de los que le saca al PSOE, un 9,8%.
Desde Vox contraatacan y sostienen que hay un 10,9% de transferencia de votos del PP a su partido y que eso pone al popular en la cuerda floja. Los de Abascal saben que cada traspié de Feijóo redundará en más votos sà mismos, ya que el electorado de derechas no tiene más alternativas con un PSOE presentado como demasiado escorado a la izquierda. Pero algo viró en las últimas 24 horas que empieza a pesar en la formación ultra.
Los diputados autonómicos en Comunidad Valenciana escenificaron el repudio al asesinato de una mujer y su hijo en Antella a manos de su pareja junto a sus colegas del PSPV y CompromÃs, todos juntos detrás de una lona que rezaba "Las Cortes contra la violencia machista". Sin embargo, no eran Les Corts en su totalidad. Su presidenta, MarÃa de los Llanos Massó, y los diputados de Vox decidieron quedarse a un costado. La imagen era contradictoria, aunque elocuente para Génova.
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Algo similar ha ocurrido con el heterodoxo Fernando López Miras, que viene con su investidura trabada, una jugada que propios y extraños leen como una maniobra dilatoria hasta las generales. Con todo, no ha dudado en señalar a Vox. "Unir sus votos a sanchistas y podemitas para bloquear la Región de Murcia es algo que nadie entiende", lanzó el presidente murciano, una ofensa cargada para las filas de Abascal.
Vox deberá pasar a la defensiva contra el PP, elevando su intransigencia y gestos vacÃos de confrontación, una espiral que le beneficia a Feijóo, erigido en el hombre de la moderación y el relevo natural de Sánchez. Ya con Sánchez reducido al rol de presidente debilitado, el dirigente gallego va por domar a su futuro socio.
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