Bolsas
¿Otra vez la tomadura de pelo de las filiales en Bolsa?
Por Manel López Torrents
El historial de filiales cotizadas pone los pelos de punta. Pero de nuevo están aquí estas operaciones, con todo su boato y nombres glamurosos.

La historia es cíclica y el hombre siempre tropieza con la misma piedra. Después del castañazo inmobiliario y Lehman Brothers, volvemos a lo mismo: inversiones mega apalancadas destructoras de economía real y empleo (hola, Naturgy), mercados financieros artificiales con los bancos centrales como tramoyistas, fusiones bancarias desesperadas y crueles camufladas de audaces operaciones, productos financieros de dudosa calidad y no podía faltar: salidas a Bolsa de filiales. Ahora, de Renovables, que es lo que toca. Es la moda. Da igual la crisis de la que vengamos. Para vender bien la historia ya han aparecido JP Morgan (qué ojeriza le tengo a este banco, la empresa que más dinero gana del mundo) & Cia: otros bancos de negocio, despachos mercantiles, asesores, etcétera. Y también están ahí los medios de comunicación, por supuesto, que alguna campaña de publicidad suele caer.

Colocar en Bolsa una filial es vender una misma cosa dos veces. Eso y nada más; lo cuenten como lo cuenten. Recuerdo, a finales de los 90, que uno iba a ruedas de prensa con toda su humildad, y esos brillantísimos analistas presentaban las filiales de Telefónica a bombo y platillo, de una manera aplastantemente profesional. Uno, en su inocencia, preguntaba justo si eso no era vender dos veces la misma cosa, lo que me valió contestaciones (algo despectivas) que ponderaban aquello de "desbloquear valor". Cantinela que se vuelve a escuchar de nuevo por parte de analistas y bancos de negocio, famosos a lo largo de los tiempos por la independencia de sus informes.

Desbloquear valor, lo llaman los analistas. Que se lo digan a los accionistas de Terra, que llamaron llorando a las radios y tvs cuando se anunció su exclusión 

Pero en este caso, la historia está escrita. Empezamos con la Telefónica presidida por Juan Villalonga, que retiró el dividendo porque lo necesitaba íntegro para crear valor, y lanzó al mercado Terra, Telefónica Publicidad e Información (TPI) y Telefónica Móviles. Y porque no le dejaron más, que había planes para muchas más filiales: la división inmobiliaria, Atento... me dejo más, seguro.

TPI salió a 14,75€ y se excluyó a 8,45€, después de ser vendida a Yell. Móviles nunca superó el precio de salida: debutó con un descalabro superior al 5% y ya jamás recuperó ese cota. En teoría, era una de las joyas de la corona.

De Terra, ¿qué decir? Fue el gran icono, el unicornio, la piedra filosofal. Debutó a 11,8€, casi triplicó valor ese mismo día, se fue a 150€ (más o menos, no quiero ni mirarlo), subía imparable... Era el furor, el valor de moda, todo el mundo la quería, iba a tocar 400€ o más; iba a fagocitar a la propia Telefónica. Internet era entonces la moda, poco más o menos como ahora las Renovables.

Pero ocurrió lo contrario. El valor se hundió de manera total. Los ingresos que se obtenían en Internet no justificaban las enormes expectativas y los informes de los brokers pasaron de pronosticar los 400€ a decir "para invertir en la filial, mejor hacerlo a través de la matriz", en una mezcla de lógica y cinismo. El pinchazo puntocom fue de los que hacen época. 

Ya con César Alierta en la presidencia, un día de mayo de 2003, Telefónica anunció una oferta de exclusión a 5,25€, algo por encima de los calamitosos precios de mercado del momento, lo que hizo imposible que muchos minoritarios recuperasen sus pérdidas. Recuerdo a accionistas afectados llamando en directo a los programas económicos de radio y tv... llorando. A eso le siguió una ruidosa batalla legal y mediática, con asociaciones de accionistas que se afanaron en pelear lo imposible. "Terra" se convirtió en una palabra maldita e impronunciable en la sede de Telefónica. Con Móviles ocurrió algo parecido, aunque fue más cruel porque jamás llegó a subir. Terra tuvo su momento de gloria, al menos.

Los ejecutivos que colocaban filiales no querían pagar dividendo, porque necesitaban el dinero para "crear valor" para el accionista 

Por no extenderme: Cintra (Ferrovial) o Logista (Altadis), tampoco fueron buenas historias. Salieron a Bolsa, y cuando habían perdido una importante parte de valor, la matriz las recuperó de nuevo, sacándolas del mercado y ahorrándose todo el engorro de cotizar: consejo de administración, resultados trimestrales, relación con inversores, CNMV... Y el dinero obtenido, a buen recaudo, por supuesto. 

Hubo casos peculiares, como Natraceutical, o el maravilloso cuento de Puleva Biotech (hoy, Biosearch), que dejó colgados de la brocha a los accionistas cuando los dueños de la matriz (Puleva), la familia Hernández Callejas, vendieron a los franceses de Lactalis la compañía y no quisieron incluir en la OPA la filial de tecnología alimentaria.

Así, se quedaron con un 29% (lo justo para controlarla sin tener que lanzar OPA), como participación "financiera", dejando la firma en vía muerta y los minoritarios pidiendo una solución. Muchos años después, estos días, por fin ha aparecido una OPA ‘desbloqueadora', de la irlandesa Kerry Group. Han tenido que pasar más de 10 años.

Mucha más gente quiso colocar filiales: Florentino Pérez y Cobra, sin ir más lejos. O Sacyr. Pero si no salieron más es porque hubo momentos en los que el mercado ya no tragaba.  

Y llegamos a un capítulo que linka definitivamente con los días de hoy: Iberdrola Renovables. La empresa salió a cotizar a finales de 2007, captando cientos de miles de minoritarios. Fue la gran operación del año, como no podía ser de otra manera, dado el mandato del presidente, Ignacio S. Galán: "hay que valorar la operación en más de 20.000 millones". El objetivo se cumplió con creces: se colocó un 20% de la filial a 5,3€, que inyectaba en vena a Iberdrola más de 5.000 millones de euros y valoraba toda su división en más de 22.000 millones.

En 2011 fue reabsorbida por la matriz, como no podía ser de otra manera. El último precio que fijó fue de 1,84€ por título. Un desastre de operación aunque, curiosamente, quien fuera al canje y se hiciera con títulos de la casa madre, puede estar mucho más contento. Hoy, Iberdrola es el segundo mayor valor de España y aspira a ser el primero por tamaño. Esa sí ha sido una buena inversión.

Iberdrola ha logrado crear valor, curiosamente, justo cuando retiró su celebérrima filial de Renovables, a un precio de derribo

Sin hacer demasiado ruido, Iberdrola seguía realizando importantes inversiones en energía eólica marina y otras áreas, tomando una delantera que la competencia no ha sabido cerrarle. Trabajando, en lugar de buscar dinero fácil. Una vez retirada su filial Renovable, sí ha demostrado ser un referente en este segmento. Qué curioso, ¿no?

Ahora, tanto Repsol como Acciona han anunciado que quieren colocar en el mercado sus filiales de Renovables, lo que les ha valido importantes subidas en Bolsa. Por supuesto, JP Morgan liderará estas operaciones, con la plana mayor de firmas de alto standing participando. Ya hay oportunos informes a favor del "desbloqueo" de valor.

El mensaje que subyace es otro, claro: las compañías necesitan dinero en efectivo como el comer. Sacar a cotizar una parte de la empresa (siempre sin perder la mayoría, para poder consolidar toda la filial en el grupo) es sacarle dinero rápido al accionista sin crear nada nuevo, pero claro, como me decía ayer un experto en estas lides financieras, "al final, si uno vende m... cara y encima se la compran, el problema es del comprador, porque tampoco se obliga a nadie".

Sorprende que el regulador no tuerza el gesto cuando le llegan estas operaciones, fracasadas totalmente en el pasado

El regulador debería incluir en sus folletos, además de la advertencia de riesgo, otro disclaimer que advirtiera que "todas las filiales anteriormente colocadas han provocado fuertes pérdidas al minoritario y han resultado finalmente excluidas". Sorprende su permisividad con este tipo de operaciones, con lo puntilloso que es con otras nimiedades. 

Me da igual que estas empresas puedan subir un tiempo y me lo restrieguen entonces: colocar filiales es una operación económicamente antinatural. (Como pagar dividendos con acciones, pero esa es otra historia).

Paramés decía que nunca iba a una OPV por definición, que a él le interesaba justo la operación contraria: empresas que fueran susceptibles de OPA. Nunca le pregunté por la colocación de filiales, habría sido interesante. 

Sinceramente, a uno le gustaría un mundo mejor, a estas alturas del Siglo XXI, en el que la economía estuviera más ligada a la realidad y no a operaciones financieras. Que fuera más distributivo y menos extractivo. En el que jugáramos todos y en el que JP Morgan no fuera la empresa que más gana del mundo. 


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