
Volodimir Zelenski acaba de consumar una purga en la cúpula de los servicios secretos y de la fiscalÃa general de Ucrania tras denunciar que funcionarios de ambos organismos están colaborando con las autoridades rusas en las zonas ocupadas. Por otra parte, el presidente nombró esta semana a Oleksandr Klymenko como fiscal anticorrupción, una exigencia de Washington y Bruselas que llevaba dos años demorada. De cierta forma, Zelenski se ve forzado a rendir cuentas dentro y fuera del paÃs.
La disparada de la inflación y la crisis energética están cambiando la predisposición de los lÃderes europeos hacia Ucrania, pese a que el envÃo de armamento y de fondos -unos 500 millones de euros adicionales aprobados dÃas atrás- continúa. Y si bien el respaldo de Estados Unidos sigue siendo decisivo, el consenso bipartidista comienza a resquebrajarse luego de que la congresista republicana Victoria Spartz apuntara directamente al entorno de Zelenski.
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Spartz, de origen ucraniano, responsabiliza a Andriy Yermak, mano derecha del presidente y figura clave del Ejecutivo, por retrasar la designación de un fiscal anticorrupción independiente, tarea que habÃa encargado a Oleg Tatarov, un exfuncionario del Ministerio del Interior durante el gobierno del exmandatario prorruso Viktor Yanukovich. La congresista también denuncia que el propio Tatarov logró sepultar una investigación judicial en su contra por un delito de corrupción gracias a la protección de Yermak y Zelenski.
Ahora Zelenski necesita despegarse de un cÃrculo que podrÃa lastrar su legitimidad en medio de la guerra. Eso explica que haya reemplazado a Ivan Bakanov, amigo de toda la vida y sin experiencia en temas de seguridad, por Vasyl Maliuk al frente del Servicio de Seguridad del Estado (SBU), presuntamente infiltrado por agentes que responden a Moscú. Maliuk habÃa sido hasta el momento titular del área que en teorÃa lucha contra la corrupción y el crimen organizado en el SBU. Se entiende hacia quién va dirigido el guiño.
El sustituto interino de la exfiscal general Irina Venediktova es su antiguo número dos, Oleksiy Symonenko. "Zelenski habla de 60 miembros de los servicios de inteligencia y del servicio judicial de la FiscalÃa que pasaron a trabajar para la nueva administración en los territorios ocupados. Es probable, pero eso no significa que sea responsabilidad exclusiva de los jefes. Cuando se pierde territorio todos los dÃas, encontrar responsables afloja la carga sobre los militares y la dirigencia polÃtica. El problema es que a la fiscal tiene que nombrarla el Parlamento. Además, Venediktova podÃa estar investigando algunos negociados en el entorno de Zelenski", dice a LPO Jorge Wozniak, profesor de Historia de la Universidad de Buenos Aires.
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El presidente prometió investigar la supuesta interferencia rusa en las instituciones ucranianas, pero lo cierto es que intenta demostrarles a los aliados que está en sintonÃa con sus demandas. La purga también puede ser una maniobra distractora frente a una serie de hechos que inquietan a estadounidenses y europeos por igual.
El sábado pasado explotó sobre Grecia un avión ucraniano que trasportaba casi doce toneladas de armamento a Bangladesh. El Ministerio de Defensa de Serbia dijo que se trataba de armas fabricadas en su paÃs que viajaban a destino a través de un Antonov soviético alquilado a Kiev. Pero la explicación no termina de convencer.
"La duda es si la cúpula polÃtica o militar de Ucrania está vendiendo armamento occidental. De allà viene el reclamo para que den cuenta hacia dónde están mandando el armamento que reciben, para chequear sobre el terreno que las unidades enviadas y las recibidas coincidan. Algunas unidades de cañones remolcados M777 de EEUU podrÃan estar cayendo intactas o en partes en el lado ruso, más los misiles Javelin que Rusia presentó en imágenes, supuestamente tomadas en depósitos de zonas donde los ucranianos se retiraron. La preocupación es que, por la ingenierÃa inversa, ese armamento pueda ser estudiado por los rusos para desarrollar contramedidas o apropiarse de avances que ellos no tienen", apunta Wozniak.
Zelenski "tiene que justificar por qué se está retrocediendo en distintos frentes", y en el plano externo "tiene que justificar los miles y miles de millones de euros" para financiar la defensa ucraniana. El armamento que recibe el paÃs "es por venta a crédito: el gobierno que quede cuando se firme la paz, si es que Ucrania sigue existiendo, se tendrá que hacer cargo de 60 mil millones en armamento que les dieron a lo largo de estos meses". "No es gratuito. Se pagará con efectivo o con propiedades del Estado, sean gasoductos, oleoductos, o redes ferroviarias", remarca el experto en historia de Rusia y Ucrania.
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La ocupación de las tropas de Vladimir Putin se consolida en el Donbás y proyecta una invasión a otros puntos de Ucrania, tal como declaró el miércoles el canciller ruso Serguéi Lavrov. "Ahora la geografÃa es diferente. Está lejos de ser sólo las Repúblicas de Donetsk y Lugansk. También son las regiones de Jersón y Zaporiya, y otra serie territorios. Y este proceso continúa" advirtió el ministro. En ese mismo momento, la primera dama de Ucrania, Olena Zelenska, pedÃa al Congreso de EEUU que apurara el envÃo de armas.
Para Wozniak, "las declaraciones de Lavrov no son una bravuconada". "Si les da la capacidad militar, los rusos van a avanzar todo lo que puedan. El principal objetivo ahora es tomar Odessa (sudoeste). Porque de acuerdo a los informes que manejan, EEUU les está dando a los ucranianos misiles cada vez de mayor alcance que podrÃan atacar la base naval de Sebastopol en Crimea y hundir la flota del Mar Negro. Tienen que neutralizar la salida de Crimea al Mar Negro o se les puede dar vuelta el control", sostiene.
Sin embargo, una ocupación de las zonas de mayorÃa de ucranianoparlantes -del rÃo Dniéper hacia el oeste- es una posibilidad prácticamente descartada "porque podrÃa surgir una oposición armada que desgasten al ocupante". De todas formas, Zelenski necesita tanto armas para su Ejército como recuperar la confianza de sus aliados y convencer a los ucranianos de que es posible ganar la guerra o, al menos, dejar de perder territorios.
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