
Liz Truss apenas está por cumplir su primer mes al frente del Ejecutivo británico, pero los diputados y militantes conservadores ya piensan en un reemplazo. La primera ministra tuvo que dar marcha atrás con una rebaja del tramo más alto del impuesto sobre la renta para los ingresos superiores a las 150.000 libras al año, con el que buscaba atraer inversiones y estimular el crecimiento. El plan fiscal de Truss y el ministro de Finanzas, Kwasi Kwarteng, era una vuelta a la clásica "teorÃa del derrame" defendida por Margaret Thatcher, aunque esta vez precipitó el desplome de la libra y el Banco de Inglaterra salió a comprar bonos del gobierno.
Truss nunca escondió que la intención del nuevo Ejecutivo era desregular, bajar impuestos y emitir más deuda para financiar las ayudas ante el aumento de las facturas de gas y electricidad. Su polÃtica económica intransigente, que descartó gravar las ganancias extraordinarias de las empresas energéticas y prometió recortar el gasto público destinado a los servicios públicos, chocó con la oposición de los trabajadores -se activaron las protestas y la huelga de los ferroviarios paralizó al paÃs-, el FMI -el organismo le pidió reconsiderar las "polÃticas fiscales abruptas" que solo incrementarÃan la desigualdad- y los propios conservadores.
Liz Truss es la nueva primera ministra de Reino Unido y proyecta un giro más a la derecha
Con una inflación que ronda el 10%, la más alta de los últimos 40 años, una polÃtica tributaria que elevarÃa la deuda pública en 72.000 millones de libras y pocas certezas sobre un crecimiento seguro, Kwarteng preparó la tormenta perfecta. El viernes pasado la encuestadora YouGov reveló que el 51% de los británicos piensa que Truss deberÃa renunciar. Entre los votantes conservadores, el porcentaje es del 36%. Solo Kwarteng tiene menos popularidad que la jefa de Gobierno. Otro sondeo de Ipsos indica que más de la mitad de los encuestados cree que Keir Starmer, lÃder del laborismo, será el próximo primer ministro.
El Partido Conservador gobierna el Reino Unido desde 2010, cuando David Cameron llegó a Downing Street, y muchos ven con preocupación que Truss pueda terminar con el predominio de la derecha. Después de que el jueves pasado blindara a Kwarteng y apoyara su programa impositivo, YouGov les dio a los laboristas un 54% de intención de voto y un 21% a los conservadores. HacÃa tiempo que el Partido Laborista no le sacaba 33 puntos de ventaja a sus rivales. Ahora dentro del oficialismo están convencidos de que es imposible ganar las elecciones generales de 2024.
Algunos parlamentarios conservadores ya enviaron cartas de no confianza al Comité 1922, que regula el funcionamiento interno del partido, para recomendar que se aparte del cargo a Truss. Es el mismo proceso que terminó en su momento con el gobierno de Johnson. La primera ministra quiere frenar esa inercia para mantenerse como lÃder de los conservadores, por lo que renunció a aplicar el plan fiscal de Kwarteng en su totalidad. Sin embargo, esa rectificación podrÃa ser insuficiente. La diputada Nadine Dorries sugirió a Truss que llame a elecciones generales para que su polÃtica económica sea ratificada en las urnas.
Truss se niega a ese escenario y quiere posponerlas para 2024. Por otra parte, la primera ministra no puede evitar enfrentarse a la conferencia del partido en Birmingham, donde Kwarteng fue el primero en romper el hielo. "Qué dÃa. Ha sido difÃcil, pero debemos concentrarnos en el trabajo que tenemos entre manos", dijo el ministro de Finanzas al público conservador, después de tener que rescribir su discurso. Truss lo respaldó, pero luego de responsabilizarlo por la rebaja a las personas que más ganan. El pesimismo y el enojo dominan en Birmingham.
Lo cierto es que las internas de los últimos seis años, es decir, desde que Cameron anunció el plebiscito por el Brexit hasta la elección de Truss, desgastaron al partido y polarizaron aún más a las facciones. A esta altura del juego, los parlamentarios conservadores quieren garantizarse la reelección y entienden que es difÃcil hacerlo con una lÃder desgastada, impopular y que casi provoco una corrida a pocas semanas de haber asumido. Los más cautos dentro del partido insisten en que cambiar de lÃder en este momento equivaldrÃa a perder toda legitimidad.
Truss hablará este miércoles ante los conservadores en Birmingham y no podrá emular a Thatcher, la figura conservadora en la que gusta reflejarse. En la conferencia partidaria de 1980, la dama de hierro dio un discurso que se volverÃa histórico: "The lady's not for turning", avisó, es decir, no darÃa un paso atrás en su programa económico. Truss llega con su primera derrota y con un respaldo interno cada vez más desgastado.Por favor no corte ni pegue en la web nuestras notas, tiene la posibilidad de redistribuirlas usando nuestras herramientas.