Crisis energética
El dilema europeo de una crisis inédita: ¿Seguridad energética o lucha contra el cambio climático?
Europa sufre el síndrome de la sábana corta por una crisis energética que empieza a postergar consensos ambientales en medio de la peor sequía en 500 años.

A finales de 2020, Uniper, la mayor gasista alemana, finalizó la operación comercial de la central de carbón Heyden 4 como parte de su plan de descarbonización. "El cierre es definitivo", anunciaron, exultantes, sus autoridades. La medida se enmarcó dentro del proyecto de "neutralidad de CO2" en la generación eléctrica europea para 2035.

En las últimas horas, Alemania, con la venia de la Unión Europea (El Plan Repower habilitó en mayo la quema de carbón para desengancharse del gas ruso), comunicó que las persianas de la planta volverán a levantarse. La central térmica producirá electricidad para el mercado desde el 29 de agosto hasta el 30 de abril de 2023.

El ejemplo, extendido por todo el continente, grafica que Europa es hoy un pez que se muerde la cola. Con un agravante: la gravísima crisis energética empieza a acoplarse a una crisis ambiental que también comienza a mostrar su rostro más devastador y extremo. La región se enfrenta a la peor sequía en los últimos 500 años, según alertaron este martes expertos de la Comisión Europea (CE).

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El verano, con su histórica ola de calor y sus incontrolables incendios forestales, confirma, al cabo, la advertencia de la comunidad científica: el margen de acción para evitar una catástrofe climática es cada vez más estrecho. El problema es que igual de reducido parece el margen de los gobiernos europeos para garantizar la demanda eléctrica en el invierno. 

El síndrome de la sábana corta (la imposibilidad de "tapar" ambas crisis) asoma hoy como uno de los principales dilemas de Europa. ¿Es posible sortear la crisis energética sin atentar contra los pactos medioambientales firmados?

Europa es hoy un pez que se muerde la cola. La gravísima crisis energética empieza a acoplarse a una crisis ambiental que también comienza a mostrar su rostro más devastador y extremo. La región se enfrenta a la peor sequía en los últimos 500 años, según alertaron este martes expertos de la Comisión Europea

LPO consultó a cinco especialistas sobre cómo zanjar esta delicada disyuntiva. Las posturas son disímiles. Algunos expertos proponen el ahorro energético en el corto plazo y la urgente aceleración de las renovables para, en el mediano/largo plazo, conciliar crisis energética y climática.

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Para otras voces, las más escépticas, estas recetas son insuficientes. Advierten que Europa está colocando "parche tras parche" para no poner sobre la mesa un problema sistemático y estructural que, tarde o temprano, tendrá que afrontar: un "descenso" productivo y de consumo ante la evidente escasez de recursos energéticos. 

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Pedro Linares, catedrático del Departamento de Organización Industrial de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de la Universidad de Comillas (Madrid), no coincide con la idea de un "margen fino de acción" en este supuesto dilema. "No sólo creo que hay margen: creo que hay soluciones muy alineadas, como el ahorro energético o las renovables, que contribuyen a las dos crisis", subraya.

El director de la cátedra de Energía y Sostenibilidad y co-fundador del centro de investigación "Economics for Energy" admite, sin embargo, que "no hay soluciones sencillas de ahorro que permitan reducir el consumo de gas a corto plazo en la cuantía necesaria", de ahí que muchos países estén echando mano al carbón y dejando atrás los pactos de descarbonización. "Necesitamos que el ahorro y las renovables avancen lo suficiente", resume.  

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Una visión similar tiene Cristina Monge, socióloga y politóloga especialista en movimientos sociales, emergencia climática y transición ecológica. "El momento es muy delicado. La transición energética no está nada madura. Y en ese contexto aparece la guerra de Putin contra Ucrania. El desafío es cambiar una rueda con el coche en marcha", introduce.

Estamos pagando los platos rotos por no haber hecho la transición energética mucho antes. Si esto se hubiese puesto en marcha hace cinco años atrás ahora no tendríamos esta coyuntura apremiante encima

La "clave", a su juicio, es "diferenciar el corto plazo del medio y largo plazo". "El modelo eco-europeo no se cambia en semanas. Necesita tiempo. Pero en el corto plazo hay que garantizar el suministro energético. No te puedes quedar sin energía. No queda otra que seguir consumiendo gas. Ahora bien, al mismo tiempo hay que acelerar todas las políticas y todos los fondos de inversión de renovables para que se acorte el tiempo de dependencia a los combustibles fósiles", explica.

Monge insiste que "la encrucijada de Europa se resuelve gestionando los tiempo". Su temor es que la "visión cortoplacista de garantizar la demanda energética a cualquier coste" se prolongue en el tiempo. "Será una señal de que no se está entendiendo nada. Porque ahora estamos pagando los platos rotos por no haber hecho la transición energética mucho antes. Si esto se hubiese puesto en marcha hace cinco años atrás ahora no tendríamos esta coyuntura apremiante encima", explica.

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Y concluye: "La transición ecológica es sinónimo de seguridad energética. Cuanto ante se complete más seguro y más autónomos seremos".

Menos optimista es el científico e investigador del CSIC, Antonio Turiel, físico que desde hace años viene alertando sobre la crisis estructural de los sistemas energéticos. Ve un "discurso que va mutando" a medida que se agudiza la crisis: de la lucha contra el cambio climático a la garantía de la seguridad energética.

El problema es que nadie plantea la única solución real: el descenso del consumo y adaptación del metabolismo de nuestra sociedad. En el fondo se tendría que estar hablando del decrecimiento, pero nadie quiere asumirlo

"Es muy difícil de justificar la quema de carbón ante el supuesto firme compromiso europeo con el cambio climático. La pregunta es: ¿Cuánto tiempo se sostiene el consumo de carbón? El pico del carbón ya lo tenemos encima, no hay producción. Lo mismo con el gas y el petróleo. Todas estos parches no garantizan la seguridad energética a largo plazo", aclara.

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Para Turiel, ambas crisis están lejos de ser "opuestas". "Las medidas que deberían tomarse garantizarían en el tiempo las dos cosas, tanto la seguridad energética a largo plazo como la lucha contra el cambio climático. El problema es que nadie plantea la única solución real: el descenso del consumo y adaptación del metabolismo de nuestra sociedad. En el fondo se tendría que estar hablando del decrecimiento, pero nadie quiere asumirlo", lamenta.

Su diagnóstico, más estructural que coyuntural, es compartido por Alicia Valero Delgado, ingeniera química por la Universidad de Zaragoza, considera como una de las mayores expertas en Europa sobre los minerales críticos. 

La investigadora aclara que no es especialista en materia energética debido a que sus investigaciones están centradas en "las materias primas no energéticas", pero considera que Europa está "parcheando" los problemas que se veían "venir de lejos" y que se tendrían que haber tomado "en serio" hace al menos 15 años.

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"La transición energética necesita una reducción profunda del consumo y una economía circular. Seguir quemando carbón o construir deprisa y corriendo un gasoducto (el ejemplo del Midcat) alargarán la agonía pocos años más. La era de los combustibles fósiles esta llegando a su fin, mientras que el cambio climático que es una evidencia absoluta y que nos afecta a todos irá a peor", sentencia.

Es imposible seguir creciendo de forma sostenida. Pero por el momento no se está planteando ningún cambio de modelo. La solución de Europa es el cambio de suministradores de gas, lo que es difícil porque los mercados están muy saturados

El ingeniero Francisco Ramos Muñiz, integrante de la comisión de Energía de Ecologistas en Acción, coincide con Turiel y Valero que ni Europa ni el mundo pueden sostener este modelo económico (capitalismo globalizado) con los recursos energéticos que cuenta el planeta: "Es imposible seguir creciendo de forma sostenida, de eso no hay dudas". 

"Y está claro que por el momento no se está planteando ningún cambio de modelo. La solución de Europa es el cambio de suministradores de gas, lo que es difícil porque los mercados están muy saturados y porque cada país defiende sus propios intereses", destaca.

Ramos, no obstante, cree que se puede ser "reformista" y "revolucionario" en este debate. Es decir: se puede compartir la idea de "crisis estructural" y a la vez ofrecer "soluciones coyunturales" como el ahorro o el impulso de las renovables: "Sino caemos en el inmovilismo, en que ninguna medida sirve porque no se soluciona la crisis de fondo. Y esto para mi es un error".


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