
Nacionalizaciones. Rescates. Impuestos extraordinarios. La grave crisis energética que sufre Europa está poniendo en jaque a muchos de los principios del liberalismo económico. La mayorÃa de los gobiernos de la región, preocupados por una disruptiva escasez de suministros, empiezan a tomar medidas intervencionistas para que las (pocas) manzanas no estén todas en las cestas del mercado.
Este martes, el presidente Emmanuel Macron decidió avanzar en la nacionalización total de Electricité de France (EDF), la principal empresa del sector de Francia. El Estado, que ya tenÃa el 84% de las acciones, se hará cargo ahora del 16% restante.
La primera ministra gala, Elisabeth Borne, justificó la medida ante la necesidad de tener un "control total" de la compañÃa para "reforzar la independencia energética y cumplir con el objetivo de emisiones cero".
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El ingeniero Francisco Ramos Muñiz integra la comisión de EnergÃa de Ecologistas en Acción, una confederación de más de 300 grupos ecologistas distribuidos por pueblos y ciudades de toda España. En diálogo con LPO advierte que "no hay mucho que festejar" en esta decisión de Macron.
EDF tiene una deuda de 43.000 millones de euros que se transferirá al Estado. "Estamos hablando de una empresa en quiebra por la apuesta nuclear de Francia. Es un caso más de beneficios privados y pérdidas socializadas", aclara.
El temor de Ramos es que España incurra en la misma dirección en lo que respecta al desmantelamiento de su "gran parque nuclear", en manos de Enresa. Su proyección es que, tarde o temprano, el Estado tendrá que intervenir para concretar este cierre ante la falta de inversión privada.
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"Nos comeremos entonces el marrón de socializar las pérdidas, no de nacionalizar las empresas energéticas para ayudar al paÃs, sino de salvar a las empresas en quiebras", vaticina.
El incremento de la quema de carbón en Europa ante la falta de gas es, por estos dÃas, otro tema fuerte de la agenda energética. LPO reveló que, en el último año, España duplicó la producción de esta fuente, la más cara y contaminante.
Ramos -especialista en esta materia- admite que esta subida es "una mala noticia", pero aclara que se trata de un aumento coyuntural y "muy marginal" que no reviste mucha preocupación.
¿Hay un "renacer" del carbón en España por la crisis energética?
Algunas aclaraciones. El carbón no tiene nada que ver con la generación térmica en carbón. Las minas de carbón se vienen cerrando desde hace más de 30 años por falta de rentabilidad y por acuerdos con la Unión Europea. En cambio, la generación térmica, en Asturias por ejemplo, sigue activa, con épocas de aumento y otras de disminución, que responden a muchos factores. La mayor parte de las centrales funcionan con carbón importado. En Asturias nunca hubo un proceso de descarbonización, pero sà que llevamos más de 30 años con un proceso de "descarbonazión", es decir, el cierre progresivo de las minas.
Los datos de Red Eléctrica marcan que en el último año la quema de carbón se ha duplicado. ¿No es preocupante?
Cuando algo es marginal es fácil que se duplique. No parece preocupante. El carbón ha aumentado en España, pero no es una foto a mirar.
Pero la tendencia venÃa siendo siempre de disminución. ¿Vamos camino a una tendencia de crecimiento por esta crisis global de energÃa?
A ver, el salto, aunque marginal, es una mala noticia. Y es cierto que ha ocurrido. ¿Causas? Muchas. El mal año hidráulico y no tan bueno a nivel eólico es uno. Esto parece haber generado un incremento del uso del carbón, que se está usando en centrales térmicas pronto a cerrar. También hay que poner este crecimiento del uso de carbón en la coyuntura, con mercados del gas muy saturados. Pero insisto: un crecimiento de 2.000 GWh a 4.000 es muy marginal. Hace cinco años atrás la producción era de 20 mil. Es una variación insignificante en comparación con el papel que jugaba el carbón no hace mucho tiempo atrás.
¿El fenómeno es coyuntural, entonces?
Totalmente. No tengo acceso todavÃa a los datos reales de la producción de junio de cada terminal. Pero todo indica que esta cifra no crecerá mucho más.
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¿Hay riesgo de que esta quema de carbón coyuntural se cronifique en caso de que la crisis energética sea más grave de lo proyectado?
El cierre de las terminales es irreversible. No es una decisión de España, es más de sus propietarios. No hay nada que impida a estas centrales funcionar. No son rentables porque las empresas tendrÃan que hacer inversiones para adaptarse a las normativas europeas. Seguramente ahora durante el verano, ante la escasez de agua y el poco viento, estas centrales van a funcionar un poco más. En invierno la energÃa eólica expulsará al carbón.
En el resto de Europa este aumento del carbón no parece ser tan marginal.
En otros paÃses partimos de valores que ya de por sà son altos. Alemania, por ejemplo, hizo una apuesta importante por el cierre de las nucleares antes que por el cierres de las térmicas, por lo que todavÃa siguen quemando bastante carbón. Disponen de carbón barato, además. Es minerÃa a cielo abierto, horizontal y de bajo coste. Mientras resuelven el tema del gas ruso, la energÃa por carbón va a seguir aumentando.
¿Qué impacto medioambiental tiene este incremento europeo de la quema de carbón?
Evidentemente el cambio climático no se va a detener aunque se cierren ahora todas las centrales térmicas. Pero las sinergias climáticas son importantes, por lo que todo retazo, aún estos coyunturales, de emisión de gases de efecto invernadero va a impactar en la crisis climática. Es verdad que muchas de las centrales alemanas están perfectamente adaptadas a los nuevos lÃmites de contaminantes ácidos. Lo mismo en algunas centrales españolas. Pero de CO2 no se pueden reducir las emisiones al quemar tanto carbón. Está claro que asà como se podÃa pensar un efecto positivo por el cierre de las centrales de carbón, este mayor uso tiene un efecto negativo. La guerra y la crisis están generando que las sociedades acepten cosas que en otro momento no aceptarÃan.
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¿La guerra es un palo en la rueda para el proceso europeo de descarbonización?
Puede pensarse asÃ. Pero como en España no dependemos del gas ruso, los efectos de esta crisis son más leves que en otros paÃses en cuanto a oferta. Otra cosa son los precios. Pero es cierto que partÃamos de precios muy baratos. Durante mucho tiempo Rusia tiró el precio para abajo para impedir el ingreso del fracking de Estados Unidos a Europa. El gas ya venÃa subiendo desde noviembre de 2021. La guerra puede ayudar a pensar lo que nos espera a futuro con recursos energéticos escasos. Con guerras o sin guerras la escasez va a llevar a conflictos mayores. Habrá que ver cuáles son las alternativas energéticas que se plantean.
Muchos analistas vaticinan un escenario apocalÃptico por esta escasez estructural de energÃa fósil. ¿Cuál es su análisis?
Hemos vivido en una pequeña burbuja a escala planetaria en la que los combustibles fósiles han sido la matriz energética. Va ser difÃcil mantener el actual sistema productivo-económico cuando esta matriz cambie. Y es verdad que la entrada de energÃas renovables están limitadas por un montón de circunstancias, materiales y ambientales. Entonces vamos a un escenario de todo tipo de conflictos, cooperación, competencias, violencia. Dependerá de cómo se organice cada sociedad.
¿Estos graves conflictos son cercanos o lejanos?
Cercanos no parecen. Aunque evidentemente esta crisis nos lleva a pensar que sÃ. Pero hay que tener en cuenta que la mayorÃa del mundo vive estos conflictos de forma permanente. Nuestra mirada es de paÃses ricos que disponen de energÃa abundante y barata y que tiemblan ante esta coyuntura. Pero la mayor parte del planeta no entró en crisis, nunca ha salido de ella. Estamos analizando todo desde una mirada eurocentrista. Prefiero funcionar como si ese temido colapso no sucediese y pensar en las alternativas dentro de las limitaciones.
¿Las nacionalizaciones de las empresas energéticas forman parte de estas alternativas? ¿Cómo analiza la reciente decisión del gobierno de Francia?
Hay quienes piensan que todo va ir bien porque ahora tenemos una empresa pública que nos va a ayudar a regular y controlar la energÃa. Pero es todo lo contrario. Estamos hablando de una empresa que ya era pública en un 84% y que han rescatado el porcentaje más pequeño. Es una empresa en quiebra por la apuesta nuclear de Francia. Llegaremos en España a esto también. España tiene una gran parque nuclear, una reserva económica en Enresa para planificación de cierre y desmantelamiento que no van a alcanzar. Nos comeremos entonces el marrón de socializar las pérdidas, no de nacionalizar las empresas energéticas para ayudar al paÃs, sino la de salvar a las empresas en quiebras. Beneficios privados y pérdidas sociabilizadas.
Desde el progresismo se celebran estas nacionalizaciones, pero se pone poco el acento en que son rescates ruinosos para los Estados.
Es clave esto. Yo escucho ahora decir que en España tenemos que hacer como en Francia: nacionalizar las empresas eléctricas para poder intervenir en las gestiones, en los precios y para eliminar los beneficios caÃdos del cielo. Nacionalizar no es otra cosa que comprar. ¿A qué precio nos va a salir nacionalizar Endesa? ¿A quién se la vamos a quitar, al Estado italiano que es su propietario? Ojo con esta algarabÃa por la nacionalización de EDF. España está, con las limitaciones por la saturación del suministro, exportando su excedente de energÃa renovables por la enorme crisis que tiene Francia del cierre de parques nucleares con el precio del gas disparado.
Hablando de la energÃa nuclear, ¿Cómo se interpreta la decisión del Parlamento Europeo de considerar a este energÃa como "verde"?
Es un titular que suena chocante, pero no es que admitan que el gas y la energÃa nuclear sean verdes. No se atreverÃan a tanto. Pero sà dicen que contribuirÃan a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Evidentemente es una mala noticia, aunque todavÃa quedan otros organismos europeos que tienen que decidir. Está claro que paÃses como Alemania y Francia tienen intereses de que se pueda invertir en sus centrales nucleares. El lobby de estos dos paÃses está siendo muy grande.
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