Manuela Bergerot
"Ayuso pude decir barbaridades porque como pueblo nos han dejado sin conciencia democrática"
La diputada de Más Madrid, Manuela Bergerot, incansable luchadora por la Memoria Histórica, advierte que se está subestimando la fuerza territorial de la candidatura de Mónica García: "No tenemos techo".

Cuesta creer que ningún cineasta haya llevado a la pantalla grande la historia de vida de Manuela Bergerot (La Plata, Argentina, 1976). El compromiso social y la incansable lucha por la Memoria Histórica de esta diputada de Más Madrid, alfil de Mónica García, la candidata más sólida y fuerte de la izquierda en estas elecciones, se explican, en gran medida, por su biografía. 

Es hija de Adolfo Bergerot y Mercedes Uncal, dos militantes argentinos que en los 70, perseguidos por la asesina dictadura de Rafael Videla, se refugiaron en Madrid para sobrevivir y empezar de cero. 

Un mes antes de su nacimiento, su padre fue secuestrado. Cayó por ser uno de los ideólogos de un recordado acto de resistencia: el día que la hinchada del club Huracán (Buenos Aires) desplegó una bandera con la leyenda "Videla asesino". Aquella ofensa a la dictadura terminó en una feroz represión y con un aficionado asesinado por un balazo.

Ayuso se queda con uno de cada tres votos de Vox

Su madre, Mercedes, dio a luz sin saber si su pareja estaba viva o muerta. Pero no lo hizo sola. Una compañera de militancia la llevó al hospital. Esa amiga era Laura Carlotto, la hija desaparecida de Estela, Presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, uno de los mayores símbolos de la lucha mundial por los Derechos Humanos.

Conoció a su padre en el patio de una comisaría. Llegó a España gracias a un operativo de Amnistía Internacional. Creció atravesada por el dolor de adultos rotos y con las marcas que, al día de hoy, sufren los miles de migrantes que eligen a Madrid para vivir, pero arropada, mimada y cuidada por los vecinos de Torrelodones, por la solidaridad comunitaria, una huella que persiste pese a las etiquetas y los estigmas.

"Las dos caras de Madrid: la administración te deja en los márgenes y las redes de apoyo arropan sosteniendo a esas familias. En los 70 y en el 2023", reflexiona en una íntima charla con LPO.

"Ayuso pude decir barbaridades porque como pueblo nos han dejado sin conciencia democrática"

Tu militancia política y tu lucha por la memoria se explican, en parte, por tus orígenes. Tienes una historia de vida cinematográfica.

Soy refugiada política de la dictadura argentina. Mi padre fue secuestrado el 17 de mayo de 1976, un mes antes de mi nacimiento. Mi madre estaba embarazada de ocho meses cuando secuestraron a mi padre en la ciudad de La Plata. A mi mamá la ayudan los compañeros a esconderse. Al mes la acompaña a parir Laura Carlotto, la hija desaparecida de Estela Carlotto, Presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo. Eran muy amigas. Hasta ese entonces no sabían los nombres originales, sí el nombre de militancia. Cuando Laura la deja en la clínica se dicen el nombre verdadero. La última vez que se vieron. Tuvimos la complicidad del doctor que atendió el parto, no me anotó, no dejó registro para protegernos.

¿Pudiste hablar con Estela de Carlotto de la amistad que durante aquellos años mantuvieron tu madre con su hija?

Sí, en el libro que cuenta la historia de Laura está el testimonio de mi madre. Cuenta cómo era Laura como compañera, cómo la ayudó. Pude conocer a Estela en la Casa de Las Abuelas en Buenos Aires. Le llevé un libro de Manuela Carmena, que le dedicó. En esa charla le mostré las fotos que tengo, porque la historia, la conexión, va más allá de Laura. Cuando llegamos exiliadas a Torrelodones, en el restaurante El Álamo, donde vivíamos, paraban todos los ex presos y exiliados de la dictadura argentina. Allí convivimos con otra de las hijas de Estela y sus hijos. Tengo fotos con los nietos de Estela. Aquel encuentro fue muy emotivo.

Tu padre fue uno de los ideólogos de uno de los actos de resistencia más recordados contra la dictadura, el día que la hinchada de Huracán en el estadio de Estudiantes de La Plata, durante un partido de fútbol, desplegó la bandera "Videla asesino".

Sí, lo secuestraron al día siguiente de ese episodio. No llegó al año de detención. A los pocos meses de estar secuestrado lo pasaron a disposición del poder Ejecutivo, eso lo salvó. Un día, mi madre recibe una llamada anónima. La voz le dice dónde estaba mi padre. Y se arriesga. Se va a la comisaría conmigo en brazo y pide hablar con él. El policía que la atiende se lo niega, entonces mi mamá le dice que lo único que quiere es que sepa que ha tenido una hija: ¿Muéstresela usted?, le dice. Y me pone en sus brazos. Ahí la dejaron pasar. La escena es muy fuerte. Llega al patio central donde estaban las celdas. Me alza y todos los presos se emocionan. En ese patio de esa prisión mi padre me conoció

¿Cómo llegan a España?

Mi padre llega a España por lo que la dictadura denominó de forma tan perversa "el derecho de opción", como si hubiese algún margen de libertad en poder ser desterrado. Lo llevaron a Ezeiza esposado para subirse a un avión sin saber a dónde iba. El piloto de una compañía británica, al que los militares le habían entregado el pasaporte, va al asiento de mi padre y le dice "tranquilo, ahora usted es un hombre libre" y le entrega el pasaporte. Llega a Madrid, toma un taxi y le dice al taxista que lo lleve a un hotel. Lo único que tenía era un billete de 100 dólares. El taxista lo lleva a un hotel de lujo. Entra a la habitación y ve la enorme bañera. No se lo puede creer. La llena y se queda dormido. Ya sin dinero, las noches siguientes durmió en la calle. ¿Qué lo salvó? Que se encontró desde el primer momento con esa seña de identidad del pueblo madrileño: la solidaridad. Enseguida lo arroparon, sobre todos los ex seminaristas vascos que le ofrecieron trabajo, cuidar a personas mayores en residencias. Luego le propusieron formar una cooperativa en Torrelodones para crear el primer restaurante argentino. Ellos ponían el capital y los exiliados políticos la mano de obra. Allí llegamos mi madre y yo.

Que no fue nada sencilla por lo que leí.

Para nada. Amnistía Internacional no tenía sede estable en Madrid. Pero sí había agentes de Londres que operaban en Madrid, que estaban con la causa de los exiliados chilenos y argentinos. Un miembro recibe a mi padre en un café en Quevedo. Mi padre le dice que tenían que sacar a su mujer e hija, que nos estaban vigilando y que estábamos en peligro. Mi madre pasó por varios departamentos en Buenos Aires durante esos meses. Es más: unas falsas monjas intentaron secuestrarme en una clínica, robarme. 

Mi padre llega a España por lo que la dictadura denominó de forma tan perversa "el derecho de opción", como si hubiese algún margen de libertad en poder ser desterrado. Lo llevaron a Ezeiza esposado para subirse a un avión sin saber a dónde iba

Mi padre le cuenta toda la historia y le pide que, por favor, nos saquen. Este hombre creyó en la palabra de mi padre porque no tenía un solo documento para acreditar lo que estaba contando. Montaron un operativo con Amnistía Internacional desde Londres y Berlín. Nos mandaron dos billetes y nos sacaron de Argentina. Entramos a España como refugiadas políticas. Recuerdo que la vida de los adultos que me rodearon en la infancia era casi de sobrevivir, adultos muy dañados por todo lo que habían sufrido y vivido. Siempre digo que lo que me sostuvo fue la red de vecinos y vecinas de Torrelodones.

"Ayuso pude decir barbaridades porque como pueblo nos han dejado sin conciencia democrática"

Te topaste con barreras administrativas, estatales y burocráticas con las que siguen chocando los miles de migrantes que llegan a Madrid. No tuviste tu DNI hasta los 16 años.

Mi historia es la de los miles de argentinos exiliados en los 70 a Madrid y la que padecen hoy miles de migrantes que eligen esta ciudad para vivir, una brecha burocrática que genera una enorme dificultad para poder acceder a regularizar la situación frente a la administración. Luego, como en mi caso, esa situación a la larga se resuelve. Pero te conforma una entidad como ciudadana de segunda muy jodida. Yo recuerdo tener que pasar una noche al año en la calle Madrazo, junto con muchos otros migrantes, para obtener a las siete de la mañana el turno que daba la policía para poder hacer los trámites. Y recuerdo la cara de mi madre al llegar a la puerta y toparse con la respuesta del policía de que no había más turnos. El maltrato institucional a las personas migrantes atraviesa y marca quién uno es. Cuando me enfermaba mi madre conseguía tarjetas sanitarias de otras niñas y de otros municipios y ese día me decía "Hoy te llamás Cristina y vas a decir esto". Es la situación a la que dejan a las personas en situación administrativa irregular y que quieren acceder a la sanidad. La única vía es la mentira. Es terrible. Esto se ha agravado en la pandemia. Las redes solidarias son las únicas que, muchas veces, sostienen a las personas que emigran. A nosotras nos ayudó un médico argentino exiliado que nos atendía en consulta y no nos cobraba. Las dos caras de Madrid: la administración te deja en los márgenes y las redes de apoyo arropan sosteniendo a esas familias. En los 70 y en el 2023. 

Yo recuerdo tener que pasar una noche al año en la calle Madrazo, junto con muchos otros migrantes, para obtener a las siete de la mañana el turno que daba la policía para poder hacer los trámites. Y recuerdo la cara de mi madre al llegar a la puerta y toparse con la respuesta del policía de que no había más turnos. El maltrato institucional a las personas migrantes atraviesa y marca quién uno es

Una de las tantas postales invisibilizadas por el ayusimo.

Y que niega dentro de las instituciones. Yo he llevado a la Asamblea proyectos para que se garantice la sanidad universal y el PP me ha negado que esto ocurra. Niegan que haya mujeres embarazadas y niños a los que no se están atendiendo, a los que se rechazan en los servicios de urgencias. Te lo niegan en el Hemiciclo y por detrás, en los pasillos, te piden el nombre para ver cómo se los puede atender. No puede depender un derecho de un contacto. Es una aberración. Por eso, todas las políticas públicas que Más Madrid pone sobre la mesa para toda la ciudadanía también las aplicamos dentro de la organización. Cuando decimos que queremos acabar con décadas de políticas neoliberales una de las mejores formas es hacer comunidad. No puede ser que no nos parezcamos a esa comunidad a la que aspiramos a gobernar. No solo por ser un reflejo real del pueblo, sino porque si esas personas no tienen voz propia dentro de las instituciones se seguirán diseñando políticas sin ellas. Los migrantes tienen que ser sujetos de derechos y sujetos políticos, tienen que ser parte de este diseño. Pasa que a ellos les pasa lo que sufren muchos vecinos y vecinas de Madrid pero con mayores brechas. Un ejemplo: un acceso a la vivienda agravado por la exclusión de la mayoría de los arrendatarios y por el racismo imperante.

¿Cómo se hace para traer la memoria histórica a la política del día a día en una ciudad que es punta de lanza del negacionismo en España?

En Más Madrid entendemos la memoria como construcción de ciudadanía. Somos sujetos vinculados en el espacio y en el tiempo con otros hombres y mujeres e instituciones democráticas que nos han traído derechos. Necesitamos la memoria para tomar consciencia de estos derechos, para defenderlos y, sobre todo, extenderlos. Desde cada uno de los espacios donde he trabajado por el derecho a la memoria, aún con estrategias diferentes, siempre lo he hecho con la comunidad que es la que sostiene esa memoria. Recuerdo en la facultad con mi trabajo de final de carrera sobre los archivos de memoria. Hice una análisis comparativo entre el Archivo Nacional de la Memoria de Argentina y el Centro Documental de Memoria Histórica de Salamanca. La hipótesis con la que partía, que era que los archivos en España no eran una herramienta garante del derecho a la justicia, la comprobé con creces. Por esa investigación me intentaron vetar desde dentro de la facultad. Recuerdo una profesora a la que le expuse el tema que quería investigar ante la necesidad de construir una identidad colectiva anclada en valores democráticos y de mala manera me respondió: "Qué pesaditos son los argentinos con la identidad". Y le dije: "Efectivamente y no voy a parar". En ese momento vi la grieta tan grande que hay no solo en los archivos, sino entre la academia y la sociedad. Entre esas organizaciones que ya estaban en Madrid organizadas por el derecho a la memoria que no encontraban ni en los archivos ni en la academia puentes de investigación, tanto para reconstruir sus historias personales y familiares como para poder obtener documentos que atestiguaran sus pasos por las cárceles, necesarios para cobrar pensiones o querellarse si querían adoptar la vía judicial. A las asociaciones les hice un dosier de todos los archivos que había en España, de los fondos que tenía cada uno, cómo se accedía. Me encontré con la movilización de muchos nietos por un entierro digno de aquellos familiares fusilados y enterrados en fosas comunes y también con muchos colectivos de víctimas que estaban absolutamente invisibilizados, sobre todo las víctimas del tardofranquismo, el último eslabón que explica este presente impune que hemos heredado. Ahí entro en contacto con Carlos Slepoy, abogado imprescindible en la causa por la dictadura argentina, que había empezado a trabajar en la querella argentina contra los crímenes del franquismo y que, además, había compartido detención con mi padre en La Plata. Una y otra vez me atraviesa lo que atraviesa a la historia del pueblo argentino y español, frente a dos dictaduras terrible, los dos países comparten la solidaridad y el apoyo en diferentes hitos históricos. Siempre me he sentido un puente, no sólo entre dos orillas, también entre generaciones, porque veía que había un salto entre las personas que nos trajeron la democracia y generaciones más jóvenes. Advertí un cortocircuito que empecé a investigar con perspectiva de género, porque las mujeres estaban doblemente invisibilizadas.

"Ayuso pude decir barbaridades porque como pueblo nos han dejado sin conciencia democrática"

¿Cuánto de toda esta tierra debajo de la alfombra que metió España para salir de su dictadura explica, por ejemplo, la estrategia discursiva de Ayuso de proyectar un futuro tergiversando el pasado?

Son mensajes que calan porque parten de ese hilo en la historia que une a quienes han heredado privilegio e impunidad. Y en ese hilo la memoria popular está absolutamente cortada, lo que ha generado una desconexión con la última experiencia democrática que nos precede, que es la Segunda República. Nos cortaron ese sentido de ciudadanía. Partimos de esa experiencia. Y no partimos de cero como intentan imponer algunos. Ayuso pude decir muchas barbaridades porque como pueblo nos han dejado sin conciencia democrática. Cuando desde Más Madrid venimos a mostrar un horizonte posible, no venimos a reivindicar una utopía, venimos a decir que si ahora exigimos una jornada laboral de 32 horas es posible al igual que lo fue cuando se redujo a ocho horas la jornada diaria de trabajo. 

Niegan que haya mujeres embarazadas y niños a los que no se están atendiendo, a los que se rechazan en los servicios de urgencias. Te lo niegan en el Hemiciclo y por detrás, en los pasillos, te piden el nombre para ver cómo se los puede atender.

 ¿Por qué fue posible? Porque hubo un masivo movimiento de huelga. Si fue posible hace cien años, puede ser posible ahora. La memoria sirve para que no nos dejen en un lugar infantilizado de que venimos a pedir cosas imposibles. Tenemos que poner sobre la mesa que Madrid en 1930 fue una ciudad educadora, una referencia en la creación de la escuela pública en Europa y que lo queremos volver a hacer posible. La gente eso no lo sabe. Cree que Madrid es referente por políticas neoliberales. Una y otra vez hay que reconectar con aquellas experiencias que nos trajeron derechos y libertades para decir: no solo somos herederas de esto; queremos más.

En el programa presentado esta semana, en el capítulo de Memoria Histórica, proponen transformar Madrid en Buenos Aires: una placa en placa en la sede del Gobierno regional en la Puerta del Sol en recuerdo de todas las personas que fueron allí detenidas y torturadas, un Instituto de Memoria Ciudadana, un Banco Audiovisual de Testimonios. Una revolución para el grado de desmemoria de las instituciones madrileñas.

Sí, pero no queda otra. Tenemos que hacerlo. Es nuestro compromiso. Pero ojo que no lo decimos nosotras. Esto lo vienen demandando las asociaciones de víctimas y familiares. Nosotros no proponemos unas medidas que se nos han ocurrido o que hemos visto no solo en Buenos Aires, sino también muchísimo más cerca, por ejemplo, en Portugal. Ojalá España hubiese mirado al modelo de transición de Portugal. El museo de la Memoria de Lisboa tiene una mirada muy crítica y honesta a su pasado, no solo de la dictadura, sino también de su pasado colonial. Esas propuestas vienen de tejer con todas las asociaciones y los colectivos de Memoria de Madrid. Muchos nos dicen "Madrid es imposible". Ya demostramos durante cuatro años con una oficina de Memoria y Derechos Humanos en el gobierno de Manuela Carmena. Necesitamos efectivamente muchísimo más tiempo. Una política tan simple como cambiar un callejero demostró cómo lo simbólico es muy importante.

¿Qué se le responde al ciudadano de a pie, que piensa estar totalmente ajeno a esta reivindicación democrática, que dice "a mí cómo me afecta que haya una placa en la Puerta de Sol?

Con mucha pedagogía. Sobre todo haciéndole saber que es un derecho suyo, el derecho a la verdad. Este derecho no es solo para las víctimas o para los familiares, sino para todo el pueblo español. Como nos enseñaron las Abuelas y las Madres de Plaza de Mayo, los desaparecidos nos faltan a todos. Y cuando es una cuestión colectiva y cuando nos han negado la esfera pública para reivindicar la memoria ciudadana, a esta persona hay que decirle que tiene derecho a saber la historia de su ciudad.

Pasemos al 28M. Algunas encuestas dan a Ayuso con un pie en la mayoría absoluta, pero a su vez a ella se la va muy nerviosa. ¿Qué está pasando?

Estamos yendo todos los días a un barrio y a un municipio. No lo estamos haciendo ahora. Venimos haciéndolo en los últimos tres años sin parar, literalmente. El crecimiento de las asambleas de Más Madrid no para, es impactante. No paran de incorporarse vecinos y vecinas. No solo no paramos de crecer en lo orgánico, no tocamos techo en ninguna encuesta. La última nos da 30 diputados. Estamos convencidas que la fuerza territorial nos va a dar un empuje hacia arriba para demostrar que no solo somos la mejor oposición sino que somos la alternativa real de gobierno.

¿Sienten en esas recorridas territoriales que muchos vecinos están defraudados con el gobierno de Ayuso?

Ayuso no solo no va a debates, tampoco habla de Madrid. Es que no puede hablar de Madrid. No tiene ni idea de lo que sucede en los municipios, ni de los anhelos y demandas de los madrileños y madrileños. Ella solo está en la disputa contra Sánchez. En todo este trabajo de escucha se nos acerca gente que nos habla de este hastío porque están fallando políticas claves, sanitarias, de vivienda, de empleo. Eso se palpa, no son excepciones y por eso Ayuso está bastante nerviosa.

"Ayuso pude decir barbaridades porque como pueblo nos han dejado sin conciencia democrática"

En las encuestas que le dan una mayoría absoluta a Ayuso el factor clave es el no ingreso de Podemos al no superar la barrera del 5%. Si esto ocurriese: ¿la izquierda madrileña no debería hacer una gran autocrítica? La confrontación no ha sido menor.

Nosotras todo lo que hemos estado tejiendo a nivel territorial lo hemos hecho tejiendo puentes. Desde ahí hemos empujado para desbancar a Ayuso que es nuestro objetivo principal. 

El crecimiento de las asambleas de Más Madrid no para, es impactante. No paran de incorporarse vecinos y vecinas. No solo no paramos de crecer en lo orgánico, no tocamos techo en ninguna encuesta. La última nos da 30 diputados.

Pero el enfrentamiento, a niveles de guerra, entre Más Madrid y Unidas Podemos no es un invento periodístico.

Pero en estos últimos meses, en los territorios, hay ejemplos de sobra. Donde había diferentes formaciones políticas locales que vienen colaborando desde sus municipios, se han sentado a hablar de cara al 28 de mayo. En algunos casos hemos encontrado que compartimos una misma visión de gobierno para nuestros municipios locales a través de una hoja de ruta programática, lo que nos ha permitido cerrar acuerdos. En otros casos no ha sido posible. El ejemplo es Tres Cantos, con mesas de trabajo en los que Podemos decidió salirse. Nuestra candidata Teresa Zurita, que inventó Sumar antes de que existiera Sumar, sentó a trabajar a todas las fuerzas políticas con el objetivo de gobernar. No pudo. Esas alianzas políticas en Más Madrid no se deciden desde un despacho de la capital. Se deciden desde cada uno de los territorios atendiendo a la correlación de fuerzas y a cómo se ha trabajado de forma genuina, y no por una decisión meramente electoralista. Lo efectista responde a términos capitalistas, no a este trabajo profundo y de largo recorrido que defendemos en Más Madrid.

Alonso y Jacinto insisten que Más Madrid fue responsable de que haya una alianza electoral. Por lo que dices, lo niegas.

Podría enumerarte muchos municipios para desmentir esto. En Rivas, a último momento Podemos decidió que no iba en la coalición que intentamos revalidar. También hay municipios en los que Podemos e Izquierda Unida decidieron no ir juntos. A lo mejor primero deberían ponerse de acuerdo ellos mismo.

En Alcorcón, esta semana, Yolanda Díaz caminó con el teniente Alcalde de Podemos, Jesús Santos Gimeno. ¿Cuán necesario son estos gestos no solo de cara al 28M, también pensando en las generales de diciembre.

Son necesarios, claro. Pero tampoco sé qué hay que pedirle y qué tiene que hacer la izquierda. Yo repito esto: Más Madrid tiene la fuerza por sí misma para poder encarar estas elecciones como alternativa real y posible frente a Ayuso y al PP. Nosotras decimos que esta campaña es sobre Madrid, Madrid y Madrid

"Ayuso pude decir barbaridades porque como pueblo nos han dejado sin conciencia democrática"

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