Falta su oficialización. Pero la Comisión Europea (CE) ya tiene redactada la salida del Tratado de la Carta de la EnergÃa, un histórico acuerdo internacional, vigente desde 1998, que defiende y protege los intereses de la industria fósil y, por ende, limita la transición energética y los compromisos ambientales, dos prioridades en la hoja de ruta de Europa.
La decisión, impensada hasta hace poco por el muy fuerte lobby de esta industria y por la tibia voluntad de los Estados miembros de sacudir el tablero, marca un hito en la polÃtica energética mundial. Las empresas ya no podrán demandar a los paÃses por el simple hecho de legislar en contra de sus beneficios económicos.
En febrero, LPO adelantó que Bruselas empezaba a descartar la modernización del tratado, postura que defendÃa la presidenta de la CE, Ursula Von der Leyen, ante el efecto dominó que generó la salida unilateral de España, actor clave de esta revolución.
Fuentes de la CE confirman que en los próximas semanas la renuncia se hará formal. Como era de esperar, la filtración ya encendió las alarmas de las empresas energéticas, que se aferran a la cláusula de supervivencia del ArtÃculo 47, que impide modificar las condiciones de arbitraje durante 20 años en caso de romperse el tratado.
El asterisco, sin embargo, tendrÃa validez para abandonos unilaterales, como el que hicieron varios paÃses desde finales de 2022. Pero perderÃa efecto ante una salida en bloque, explica Marta GarcÃa Pallarés, portavoz de Ecologistas en Acción y de la campaña No a los Tratados de Comercio e Inversión. "Como es algo inédito, reina un gran grado de incertidumbre sobre cómo se va a instrumentar esta salida", aclara.
Por lo pronto, "todo apunta a que la Comisión va a volver a insistir en la necesidad de abandonar el TCE conjuntamente", tal como lo hizo en febrero.
Este viernes, según pudo averiguar LPO, la CE pondrá la propuesta sobre la mesa. El miércoles 12 de julio se discutirá por primera en el Consejo. Si la resolución logra el respaldo suficiente -los votos están-, la salida conjunta será un hecho.
La desvinculación se pulirá en la reunión informal de ministros de Medio Ambiente y EnergÃa de la UE que se realizará la próxima semana en Valladolid.
En el último borrador de Bruselas sobre una hipotética salida, la CE detallaba que "las demandas futuras pueden ser limitadas porque la mayorÃa de las inversiones en energÃa en la UE son realizadas por empresas de la UE".
Ya en este documento interno, Von der Leyen asumÃa la "inevitable" retirada coordinada del Tratado de la Carta de la EnergÃa ante "la falta de una mayorÃa cualificada" entre los Veintisiete para aprobar el texto modernizado.
El texto advertÃa que "la protección otorgada por el TCE no modernizado a las inversiones en combustibles fósiles, incluidas las nuevas inversiones, por un perÃodo de tiempo, no está en consonancia con el Acuerdo de ParÃs, por lo que socavarÃa claramente los esfuerzos de la UE para descarbonizar su combinación energética y lograr la neutralidad climática para 2050".
A la espera de que se oficialice la salida, las empresas afectadas por los arbitrajes en curso advierten que la decisión "no tendrá impactos" en la tramitación de los casos ni tampoco en futuros litigios.
Vale recordar que el Estado español es, actualmente, el más demando en Europa por el "paraguas protector" que ofrece este tratado. Varios fondos de inversión reclaman un total de 8.000 millones de euros. Los litigios, en su mayorÃa, corresponden al recorte a las primas de las renovables durante la década pasada. A nivel europeo, la infraestructura fósil protegida por el tratado tiene un valor de 344.600 millones de euros.
"El acuerdo contempla una cláusula de salida mediante la cual los paÃses que dejan el tratado siguen vinculados a sus procesos por un periodo de veinte años. Por lo tanto, no habrá cambios en lo referido a la tramitación de los casos", rechazan los portavoces de estas compañÃas.
Para Moncloa, la salida en bloque de la Carta de la EnergÃa, calificada como "un grave obstáculo para la mitigación del cambio climático" por el el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), es un gran triunfo polÃtico y un relejo del poder que tiene hoy el Ejecutivo ibérico en la UE en materia energética.
El primer golpe sobre la mesa, allá por octubre del año pasado, lo dio la ministra Teresa Ribera con una carta a la CE en la que se advertÃa que el espÃritu de este convenio iba a contramano de "los objetivos del acuerdo de ParÃs y el Pacto Verde Europeo".
En la misiva, la vicepresidenta de España anunciaba el inicio del procedimiento para hacer efectiva la retirada y pedÃa "una retirada coordinada de la UE" ante el fracaso del proceso de modernización.
La decisión de España generó un efecto dominó: Dinamarca, Francia, Alemania, Luxemburgo, los PaÃses Bajos y Polonia anunciaron que iban a seguir el mismo camino.
La CE salió al cruce para evitar más voces dÃscolas. "Tomamos nota del anuncio de varios Estados miembro de su intención de retirarse del Tratado. La Comisión Europea sigue pensando que el resultado de la modernización del proceso que se hizo en junio está plenamente en lÃnea con la transición energética y la causa del cambio climático", aclaró la portavoz comunitaria de Comercio de la Comisión Europea, Miriam GarcÃa Ferrer.
Sin embargo, el proceso de modernización se quedó sin respaldo. "La renegociación del resultado del proceso de modernización no no parece factible", lamentó la CE en febrero: "La retirada en bloque y coordinada es inevitable".
Para el coordinador de Alianza Verde y diputado durante la última legislatura, Juantxo López de Uralde, uno de los polÃticos que más ha denunciado los efectos nocivos de este tratado, es "una muy buena noticia que la Carta de la EnergÃa queda fuera de juego".
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"Viene siendo un lastre para las polÃticas de transición ecológica debido a que desde hace años es utilizado por las empresas para defender el derecho de seguir explotando los combustibles fósiles y energÃas tan sucias como la nuclear", celebra en diálogo con LPO.
"Desde Unidas Podemos hemos trabajado intensamente para que España abandonara este tratado, que se ha quedado obsoleto. Y es una muy buena noticia que España se haya puesto a la cabeza de Europa en defensa de la transición energética y de las polÃticas verdes. No podemos seguir mirando al pasado", sentencia.
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