Las lluvias seguirán esquivando a España. En su última actualización, la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) adelantó que las precipitaciones "serán muy escasas" en la mayor parte del país durante las próximas dos semanas, agravando así una sequía que está haciendo estragos en gran parte de la península.
Días atrás, el director de la Agencia Catalana del Agua (ACA), Samuel Reyes, advirtió que la región de Barcelona "podría entrar en una situación de emergencia en 4 ó 5 meses", debido al continuo descenso en el nivel de los embalses.
El "semáforo rojo" -la alerta es naranja desde los primeros días de marzo- provocaría restricciones inéditas en el uso del agua en esta CCAA, con racionamientos en los núcleos urbanos. Ya el año pasado, 60 municipios sufrieron recortes de suministro en el verano al secarse sus acuíferos. La cifra podría multiplicarse, según las proyecciones de esta agencia.
El estado de emergencia dejaría prácticamente sin riego a la agricultura (reducción del 80%) y con poca agua a la ganadería (reducción del 50%).
El sector agrícola da por descontado que si en abril y mayo no llueve, no va a poder regar las explotaciones durante el verano. "Vamos al desastre", lamentan la mayoría de los productores, que en ese escenario dan por perdida la campaña de la fruta.
Por lo pronto, el gobierno de Pere Aragonès hace malabares para gestionar la sequía e imponer restricciones con las elecciones municipales a la vuelta de la esquina. En una de sus últimas medidas, el Ejecutivo catalán fijó una nueva partida presupuestaria de 90 millones de euros para "obras urgentes" que ayuden a paliar los efectos de la sequía.
El Govern también adelantó que, pese a lo que marca la situación actual de excepcionalidad, permitirá llenar las piscinas municipales y comunitarias (no así las particulares), al considerarlas un "refugio climático" durante los meses de calor. "Nunca habíamos estado 30 meses sin lluvias y con unas temperaturas tan altas. Y los pronósticos no son muy buenos", resume Reyes.
La situación es igual de dramática en Andalucía, que sufre la peor sequía en 50 años y una muy preocupante falta de agua embalsada, en un tercio de su capacidad.
Según las estadísticas del Ministerio de Agricultura, esta comunidad autónoma incrementó un 9,4% su superficie de regadío desde 2012 a esta parte, superando el millón de hectáreas. Este desfasaje esta provocando un "déficit estructural del agua" que COAG cifra en 400 hm3.
Por quinto año consecutivo, según confirma Joaquín Páez, presidente de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG), el volumen que se desembalsa durante la campaña de regadío va a superar las aportaciones recibidas a los embalses de esta cuenca.
Este punto, el exceso de regadío que tiene España, es "central" a juicio de los expertos y científicos que trabajan en la gestión del agua. Para empezar, piden diferenciar la sequía (situación meteorológica prolongada durante la cual la precipitación es menor a un umbral relativo a la media) del término "escasez de agua", la falta de recursos en las estructuras de almacenamiento.
España es el país europeo con mayor superficie de cultivos de regadío. Un total de 4,1 millones de hectáreas (sin contar los ilegales), la mayoría en Andalucía, Castilla-La Mancha y Castilla y León. El regadío "bebe" 80 de cada 100 litros de agua disponible. Es decir: el 80% del agua va a parar a los sistemas productivos.
José Albiac, investigador en gestión de agua de la Universidad de Zaragoza, alerta que la "reducción de los regadíos" es "indispensable" ante sequías y temperaturas extremas que serán cada vez más habituales.
El consumo doméstico de España, aclara este experto, es bajo respecto al de otros países europeos, por lo que el "problema" hay que buscarlo en el mercado.
"El ahorro de los hogares es importante, pero el principal problema radica en que se saca demasiada agua de los ríos para regar los campos", sintetiza. "Estamos ante un desajuste crónico e insostenible entre la demanda y la disponibilidad de agua", denuncia en la misma línea el Observatorio Ciudadano de la Sequía.
Para Greenpeace España, cada vez queda más claro que "no hay agua para tanto regadío". "Y cada vez habrá menos, mientras algunos políticos siguen autorizando más riego en un país con un millón de pozos ilegales y sequía", advierte sobre el tema.
Científicos y ecologistas quedaron "decepcionados" con los Planes Hidrológicos de Tercer Ciclo aprobados en enero por el Gobierno, en los que se detalla y especifica cómo se van a gestionar los recursos hídricos en España hasta el 2027.
La hoja de ruta se centra, sobre todo, en la mejora y eficiencia del regadío, pero no en su reducción, la única medida "estructural" eficaz para evitar el vaciamiento de los embalases.
En los planes aprobados, el Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico reconoce que "desde el año 1980 el agua media disponible se ha reducido en un 12% y las proyecciones indican que en el año 2050 puede haber una disminución adicional de entre el 14 y el 40%".
Para la ministra Teresa Ribera, España no va a poder "garantizar el abastecimiento para el agua de boca o para usos económicos dependiendo exclusivamente de la lluvia". Lo llamativo es que el recorte de los regadíos para 2027 es ínfimo, según se desprende de este documento oficial.
Dentro de cuatro años, los campos dispondrán de 1.200 hectómetros cúbicos menos de riego, un 4% menos que los 28.000 hm3 actuales.
"Tanto en el gobierno central, muy especialmente en el Ministerio de Agricultura, como la mayoría de las comunidades autónomas, siguen implantado un sentimiento totalmente desarrollista, apoyando activamente la expansión del regadío, como si los recursos hídricos fuesen infinitos", cuestiona Santiago Martín Barajas, coordinador del área de Agua de Ecologistas en Acción.
Pone un ejemplo: en Castilla-La Mancha, la superficie regada incrementó nada menos que el 64,72% en los últimos 25 años. "Estas tendencias del pasado" que aparecen en la nueva planificación hidrológica "no van a solucionar los principales problemas actuales relacionados con el agua".
Según Barajas, de no alterar esta ecuación -una reducción de los recursos combinado con un aumento continuado de las demandas- España va, tarde o temprano, a un "colapso hídrico".
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