El cambio climático ya pasa factura al campo español. La sentencia es compartida por dirigentes y agricultores de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), asociación que cuenta con una red de más 220 oficinas distribuidas por todas las comunidades autónomas.
Las cosechas de este año son una postal del impacto que los fenómenos extremos, cada vez más recurrentes y devastadores (sequÃas y olas de calor) generan en la producción de alimentos.
Un ejemplo reciente: los primeros dÃas de recolección de la almendra apuntan a un descenso de hasta el 50% respecto a las previsiones de esta cosecha.
"Esta pérdida productiva afecta directamente a la rentabilidad por hectárea de los productores, que ven cómo sus gastos pueden no quedar cubiertos por la baja cosecha y los raquÃticos niveles de precios en origen", lamenta COAG en su último comunicado.
Para visibilizar esta cruda y nueva realidad, que amaga con poner en jaque no solo la productividad del sector, también el acceso a la comida de millones de familias, esta organización ha juntado cientÃficos y agricultores para trazar el nuevo cuadro de situación del campo español ante una crisis climática que se agudiza año a año.
"Los agricultores estamos percibiendo el cambio climático antes que el resto de la sociedad porque estamos muy expuestos", explica Andrés Góngora, productor de frutas y hortalizas en AlmerÃa.
"Es como si lo que siempre hemos conocido de las cuatro estaciones del año ya no sirviera, pasamos de estar en invierno a verano y al revés, con veranos que se alargan, octubres con 30 grados y al dÃa siguiente a buscar las chaquetas que nos congelamos de frÃo. Es como si el otoño y la primavera hubieran desaparecido. Esto en la agricultura es un problema. Esos ciclos son necesarios para los cultivos", lamenta.
Diagnóstico parecido traza, Pedro Gomáriz, productor de cÃtricos en Molina de Segura (Murcia).
"Los cultivos que tenemos están enfocados a la climatologÃa que tenÃamos, a esas horas de frÃo, a esa cantidad de lluvia y a esa cantidad de temperatura. Si ahora la lluvia se concentra en menos semanas, en menos dÃas, esa agua no se puede aprovechar. Y nos cambia los cultivos en estado fenológicos, es decir, los crecimiento de la planta, cuando crecen, cuando brotan, cambian la fecha de la disponibilidad, los colores, los sabores. Ya no sabemos si lo que tenemos plantado va a seguir dando frutos, en su fecha y con su calidad", explica.
Y agrega: "Necesitamos polÃticas e inversiones para que nuestros cultivos puedan sobrevivir en el tiempo. Que la sostenibilidad esté adaptada a cultivos y a zonas especÃficas".
Para Góngora, "es muy importante que la sociedad se de cuenta, que el consumidor empiece a visualizar el impacto del cambio climático".
Rechaza, por tanto, las acusaciones que señalan a los agricultores como responsables de agudizar esta crisis, sobre todo cuando se hace referencia a los regadÃos y al "excesivo consumo" que el sector hace del agua (80% del total), un bien que cada vez va a ser más escaso en España por su desertificación.
Para ambos productores, no se trata de reducir regadÃos, como exigen ecologistas y cientÃficos, sino de inversiones en infraestructura y en tecnologÃa y en "la recuperación del suelo para que el consumo del agua sea menor".
Pablo Resco Sánchez, responsable de riesgos agrarios de COAG y autor de la investigación "Empieza la cuenta atrás. Impactos del cambio climático en la agricultura Española", aclara que, guste o no guste, "la polÃtica hÃdrica tiene que tener en cuenta la futura escasez".
El agua embalsada cae al 38,8% y las reservas están en su nivel más bajo en casi tres décadas
"Hay que gestionar esa escasez. Nadie dice que el regadÃo tenga que desaparecer, pero hay que hacer un mejor reparto", advierte. Y explica que "desgraciadamente la aridez va a aumentar en España con el cambio climático".
"En 2050, con el aumento de dos grados respecto a la era preindustrial, en todas las cuencas de la mitad sur peninsular va disminuir la captación del agua un 30%. Este escenario va a poner en riesgo la agricultura. No se trata de culpables, es un problema global. Necesitamos polÃtica coherentes a nivel global", resume.
Lo cierto es que en el aquà y ahora, la crisis climática y los aumentos de los costes de producción (energÃa, combustibles, insumos, etc.) están poniendo fin a la "era de los alimentos baratos", un pilar de las economÃas europeas, tal como repite desde hace un año José Roales, responsable del sindicato COAG y productor de cereal.
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