A finales de abril, los agricultores de Lorca, municipio de Murcia, estaban preocupados por una cosecha de sandÃa que podÃa estropearse por la extrema sequÃa que sufre gran parte de la penÃnsula y que asfixia ya al 80% del campo español, según el último relevamiento de COAG.
Sebastián Molina, un productor del campo de Tercia, hacÃa catarsis en las radios locales. Contaba que muchos agricultores no habÃan plantado sandÃas o melones por miedo a no poder terminar la cosecha y que los que se habÃan animados estaban con mucha "incertidumbre" debido a que la planta, por el inusual calor, estaba "echando el fruto cuando tendrÃa que estar haciendo vigor".
"Estamos con incertidumbre porque la plantación se encuentra desestabilizada y no sabemos si vamos a tener buena producción. Además tenemos que planificar la campaña de invierno estas fechas, por lo que la incertidumbre es total. La única esperanza es mirar al cielo y esperar que llueva", explicaba Molina.
Las nubes de lluvia cubrieron el cielo de Lorca este sábado. Pero no cayó agua. Cayó una granizada que, en cuestión de minutos, cubrió de blanco los campos, destruyó los frutos, y abatió invernaderos y semilleros. Una postal catastrófica a dos semanas de la recolecta.
Asà lo definió el presidente local de la asociación agraria COAG, Plácido Pérez-Chuecos. "El granizo se ha llevado por delante todo el ciclo de la sandÃa. Hay agricultores que lo han perdido todo, la sandÃa grande, la mediana y la pequeña, y no tendrán ninguna producción este verano. El siniestro es total", lamentó al recorrer la zona.
El presidente de la Comunidad, Fernando López Miras (PP), también se acercó al epicentro de la granizada -las pedanÃas de Tercia, Marchena, Purias y Almenara- para dimensionar los daños. Le pidió al Gobierno de España la declaración de "zona catastrófica" para las áreas afectadas por esta "inclemencia meteorológica".
"Este episodio, después de un año complicado por la escasez hÃdrica, el recorte al 50 por ciento del trasvase Tajo Segura decretado por el Gobierno de España, las elevadas temperaturas o los costes de producción, supone un nuevo revés para el sector", lamentó.
El titular del Ejecutivo, sin embargo, fijó su análisis en la "inclemencia meteorológica" como algo puntual. Evitó -como todo su partido- poner el foco en el grave problema estructural al que va enfrentarse el sistema agroalimentario español como consecuencia del cambio climático, según todas las proyecciones cientÃficas.
El de Lorca, al cabo, es el ejemplo más gráfico de este nuevo -y preocupante- escenario. No en vano, en marzo, el Banco Central Europeo (BCE) alertó que la agricultora española está cada vez más expuesta a los "choques" relacionados con la temperatura.
Este organismo analizó los efectos del cambio climático sobre la inflación en los cuatro paÃses más grandes de la UE: Alemania, Francia, Italia y España.
Según el informe, las tasas de inflación españolas son las más sensibles a las temperatura extremas, sobre todo las olas de calor del verano, tanto en lo que respecto a los precios de los alimentos (procesados y no procesados) y los servicios.
Una desviación de 1°C de la temperatura media histórica, remarca el BCE, aumenta en la penÃnsula los alimentos entre un 0,1% y 0,2% aproximadamente un año después del "shock climático". En España, los "choques términos" (sequÃas, granizadas, inundaciones, etc.) generan una "inflacionaria persistente", lo que no ocurre en las economÃas de sus principales socios.
En el caso de los alimentos, los precios aumentan por "la reducción de la productividad agrÃcola y el suministro de alimentos en condiciones cada vez más cálidas y secas en el verano". Un "evento agudo de calor/sequÃa", como el del último verano en muchas CCAA, tiene un impacto directo en el IPC, subraya el informe.
Un ejemplo claro es el del aceite de oliva. Semanas atrás, LPO adelantó que España va camino a un panorama incierto e inédito por otra muy mala campaña y por la falta de stock de reserva, dos variables que jamás se habÃan cruzado.
El BCE alerta que "la evidencia sobre las consecuencias del cambio climático en los precios y la inflación sigue siendo escasa" y que esta relación causa-efecto va a ser determinante en la economÃa global de las próximas décadas.
"Con un clima cambiante que implica una mayor frecuencia y severidad de los extremos en Europa, se puede esperar que los choques estudiados aquà ocurran con mayor frecuencia y podrÃan los datos meteorológicos pueden ayudar a desentrañar los impactos de los shocks meteorológicos sobre la inflación. Futuro conducir a presiones persistentes al alza sobre la inflación, especialmente debido a las temperaturas extremas en verano", explica el documento.
El año pasado, la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) publicó un relevamiento titulado "Empieza la cuenta atrás. Impactos del cambio climático en la agricultura Española", un riguroso estudio con datos y proyecciones sobre las graves -e innegables- consecuencias de fenómenos cada vez más extremos y recurrentes (sequÃas, ola de calor, inundaciones, etc.) en la producción de alimentos.
"La sensación es que no somos del todo conscientes del impacto a nivel agrario del cambio climático. Estamos hablando de nuestra comida, no es un problema de un sector puntual. Tampoco es un problema de una región o de un paÃs. Nos enfrentamos a bolas de nieve arrasadoras a escala global", explicaba Pablo Resco Sánchez, responsable de riesgos agrarios de la organización.
El dato más gráfico de ese informe: el impacto climático en el sistema agrÃcola español por la siniestralidad climática suponen una pérdida del 6% del total de la producción anual, porcentaje que equivale a más de dos mil millones de euros si se toma como referencia la producción de 2020 (35.196 millones).
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