
María Guardiola ha lapidado parte de su capital político al presentar este viernes un pacto de Gobierno conjunto con Vox. La presidenta entrante de Extremadura pasó las últimas semanas negando un acuerdo con la formación ultra, un posicionamiento que le valió la furia de Santiago Abascal y el peso de la sombra de la dirección nacional del PP. La humillación fue total para Guardiola: "Mi palabra no es tan importante como los extremeños".
En la Región de Murcia, Fernando López Miras promete lo mismo que prometía Guardiola hasta hoy, con una situación más favorable -tiene 21 diputados frente a los 15 que reúne la izquierda-, aunque sin una mayoría necesaria para evitar turbulencias. La relación entre el presidente murciano y Vox siempre ha sido mala y su entorno ve prácticamente imposible replicar el esquema de Extremadura. Hay un solo detalle clave.
Al igual que sucedió con Guardiola, Alberto Núñez Feijóo ha ordenado dotar las autonomías de gobiernos encabezados por el PP antes de las generales, sea con o sin Vox. Hay tres modelos en juego: el de Isabel Díaz Ayuso y Juanma Moreno, el de Marga Prohens y el de los populares que tendrán que consensuar con Vox, el que inauguró Alfonso Fernández Mañueco. López Miras deberá se debate entre los últimos dos.
En tierras murcianas lamentan que Feijóo haga "la del avestruz", como señalan a LPO, y se desentienda de los acuerdos que promueve. En un evento sobre cultura, el líder nacional del PP ni siquiera mencionó lo que estaba sucediendo en Extremadura. Quien sí lo hizo es Santiago Abascal, desesperado por llevarse el crédito de forzar a los populares a una serie de acuerdos que les condicionarán en la gestión del día a día.
Ya en enero, el líder murciano había cesado a la diputada expulsada de Vox Mabel Campuzanoa, entonces consejera de Educación y con un perfil confrontativo, y rediseñó el Ejecutivo con funcionarios populares. En ese momento la prédica de Feijóo es que alcanzaba solamente con el PP, si bien la realidad del 28M demostró lo contrario. En caso de precipitarse un acuerdo, el escenario más probable, López Miras evalúa las líneas rojas de lo pactado.
El presidente tiene que calcular bien su próximo movimiento, sobre todo porque ordenó y avaló a su formación para marginar a Vox de la Mesa de la Asamblea Regional. En el PP aseguran que no era válido incorporar los ultras por su representatividad: Vox cuenta con 9 escaños, solo por debajo de los 13 de los socialistas y encima de los dos de Podemos-Equo. Vox agitó la posibilidad de llevar a la región a nuevas elecciones, pero desde Génova llegó la disuasión.
A cambio del desaire habrá acuerdo más temprano que tarde, en Murcia no hay apuro y la negociación puede posponerse hasta pasado el 23J -un escenario que Abascal busca evitar-, en cualquier caso, digitada desde la calle Génova en Madrid. Algo similar ocurre en Aragón, donde el popular Jorge Azcón última un entendimiento con el Partido Aragonés (PAR) y de Teruel Existe, consciente de que aquello que no se resuelve por los locales será tocado por los de Feijóo.
En voz baja se quejan de que los barones socialistas tienen más autonomía, pero acatan en silencio las necesidades de Génova. Feijóo, jefe omnímodo de la oposición y del PP, no dejará un cabo suelo, si bien su entorno empieza a despertar de la resaca de las elecciones de mayo y entienden que los territorios serán claves en las generales, en una especie de borrón y cuenta nueva.
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