
Como era de esperar, MarÃa Chivite fracasó este lunes en el primer intento de consagrarse como presidenta del Ejecutivo navarro, aunque no esperaba que la fuerza polÃtica que posibilitará mañana martes su investidura, EH Bildu, metiera presión sobre el futuro de Navarra y su hipotética integración al PaÃs Vasco. La socialista dejó en claro que el acuerdo con los abertzales "no contempla la agenda soberanista, la independencia de Navarra ni de Euskal Herria, ni la eliminación de la zonificación lingüÃstica".
Era la respuesta a Laura Aznal, portavoz de Bildu en el Parlamento foral, donde prometió que la formación no iba a "renunciar a nada". "Tendremos que hablar de todo. La sociedad navarra es madura para decidir qué relación quiere tener con el Estado y con el resto de territorios vascos", advirtió. La frase sonó fuerte y no gustó en el PSN, sobre todo porque coincidió con una derrota -previsible- durante el primer debate de investidura.
Entre el socialismo y los otros dos socios de la coalición, Geroa Bai y Contigo-Zurekin, Chivite quedó en los 21 votos, cuando necesitaba unos 26, frente a los 20 que consiguieron UPN, los populares y Vox. Bildu facilitó el camino de la presidenta en funciones gracias a su abstención, que recién mañana surtirá efecto, ya que la dirigente del PSN necesitará de una mayorÃa simple para ser investida.
Pero para Chivite es solo el comienzo. El pacto con Geroa Bai y Contigo-Zurekin se alcanzó in extremis y sin la estabilidad que esperaban los socialistas. Si salió adelante fue porque Bildu intervino como una suerte de garante, lo que le ha permitido presionar al PSN sobre Navarra y el PaÃs Vasco, un riesgo del que Chivite era consciente, según dicen a LPO desde las filas de la mandataria.
Para el bloque de izquierda es fundamental mostrar una gestión eficiente y un gobierno unido, ya que tras el 28M el PP y Vox ha ganado terreno en las autonomÃas. Chivite es una excepción dentro del mapa polÃtico español y una de las pocas referentes del socialismo que ejerció el don de la paciencia y consagró un gobierno a tres bandas, con sensibilidades distintas y agendas que pueden tornarse, si no incompatibles, al menos tensas.
Chivite inició el camino a la investidura luego de que Bildu consultara con su militancia sobre la abstención. La candidata ha decidido hoy apuntar a la oposición de derecha: "la mayorÃa social que se declare progresista irá creciendo cuanto más se radicalice la derecha, cosa que está pasando". Está claro para ella que no conviene ni está para confrontar con el partido que se ha erigido como mediador, sino con un rival claro que le permita cohesionar con sus socios y, en esa misma lÃnea, con Bildu.
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