
El anunció de una "inversión histórica" para producir hidrógeno verde en la Patagonia argentina, con el que Alberto Fernández intentó ponerle un broche concreto a su gira europea, abrió un debate sobre la viabilidad de ese combustible, presentado como la bala de plata para descarbonizar la matriz energética mundial.
"Todas las transiciones energéticas que tuvo la sociedad en sus distintas civilizaciones fueron naturales porque mejoraron la calidad de la fuente energética. La transición energética actual tiene la particularidad de ser la primera en la historia que pasa a fuentes de menor calidad. Porque el criterio que prima es lo ambiental por sobre las necesidades del sistema", explica Victor Bronstein.
"Petróleo y gas son las mejores energÃa, la energÃa solar -que es el sol acumulado en millones de años-, emite carbono y contribuye al efecto invernadero", advirtió.
En esa discusión se cruza el hidrógeno. En rigor no hay "un" hidrógeno, sino que existe una paleta de colores: está el hidrógeno gris, el marrón, el azul y ahora el verde. Esto ocurre porque el hidrógeno, que es el elemento mas abundante del universo, no aparece de manera aislada, sino que siempre se combina con otros átomos para formar moléculas, como por ejemplo el agua. Pero el hidrógeno también aparece en los hidrocarburos, en el petróleo y el gas. Esto hace que para poder utilizar el hidrógeno haya que separarlo. Y separar hidrógeno es un primer problema de una energÃa que está lejos de aparecer como un sustituto realizable.
"Acá aparece la dimensión técnica por encima de la polÃtica. Porque mas allá de los voluntarismos ecológicos, mi posición respecto al hidrógeno es de cierto esceptisismo, todavÃa presenta muchas dificultades y es carÃsimo", opina Bronstein.
El hidrógeno verde es el mecanismo mediante el cual entra en combustión con el oxigeno, y da calor, lo que resulta en energÃa mas agua. "Eso es la panacea. Porque cuando se queman hidrocarburos, lo que se conoce como hidrógeno gris, extraÃdo del gas o petróleo, da calor pero emite carbono, lo que con el verde no sucede", afirma Bronstein.
Sin embargo, el hidrógeno no puede considerarse una fuente de energÃa. La fuente de energÃa es el petróleo o el viento o el sol, que se utilizan para generar electricidad, que se utiliza en la producción de hidrógeno. La energÃa eléctrica que se requiere para activar esta tecnologÃa es muy cara. Es por eso que estos desarrollos son promovidos en todos los casos con subsidios estatales. En Noruega, paÃs que cuenta con el mayor parte automotor eléctrico, cada móvil le cuesta al estado nórdico 8100 dólares por año.
No existe ningún paÃs del mundo que tenga una parte mÃnimamente significativa de su matriz energética en base a hidrógeno verde. De hecho, la planta más grande del planeta está ubicada en Austria y entrega apenas 16 megas de electricidad. Nada, en términos de un paÃs.
Desde la SecretarÃa de EnergÃa sà rescatan el potencial de la Argentina en Hidrógeno Azul, un punto intermedio en la transición energética que cumple la función de aprovechar los fenomenales recursos gasÃferos de la cuenca neuquina. En este caso, el gas se utiliza para la generación de energÃa eléctrica que alimenta el proceso de separación del hidrógeno. Bajo esta modalidad se emite Co2, pero se cuenta con tecnologÃa para recapturar esas emisiones contaminantes.
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Actualmente el hidrógeno es utilizado para fertilizantes "y es gracias a este componente que el planeta puede alimentar a 7.000 millones de habitantes" dice Bronstein. Se consumen más de 100 millones de toneladas anuales a nivel mundial. El 85% del hidrógeno se obtiene a partir del gas natural. En ese proceso por cada kilo de hidrogeno se emiten 2 kg de co2 a la atmósfera. Este es el que se conoce como hidrógeno gris.
La segunda gran dificultad que presenta el "combustible del futuro" es su almacenamiento. TodavÃa no se dio con el tecnologÃa para poder almacenarlo en condiciones normales de presión y temperatura que contenga la más mÃnima fuga. Justamente porque el hidrógeno es la molécula mas pequeña resulta tan complejo contenerla. La enorme dificultad de almacenaje da cuenta de lo inverosÃmil que resulta todavÃa considerarlo como producto de exportación, como plantearon los inversores australianos que de la mano del rugbier AgustÃn Pichot, deslumbraron a Alberto Fernández.
"Es imposible el negocio que le vendieron a Alberto de exportar hidrógeno desde la Patagonia, almacenarlo para exportación lo vuelve más caro que el gas más caro", explicó a LPO un empresario que trabaja en el sector de energÃa.
"El hidrógeno verde no es un negocio rentable. En todos los paÃses que promueven su desarrollo lo hacen a partir de subsidios estatales", concluye Bronstein.
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