YPF intervino fuerte en el mercado petrolero y bajó el precio del barril criollo con el fin de aportar su granito ante la escalada inflacionaria.

Durante la jornada, el precio del petroleo a nivel local se acercó al valor de exportación, con un pico de USD 66 dólares el barril. Ahí la petrolera de bandera salió a vender a 62 dólares.

La jugada generó malestar en una industria que, hasta la jugada de YPF, celebraba la paridad de la cotización local respecto al precio de las exportaciones. A nadie sorprende que la injerencia estatal en la comercialización de crudo caiga como mala señal en el mercado.

Sobre el precio del petróleo local en relación a los márgenes de rentabilidad que resiste a ceder la industria, cabe agregar que el crudo que se vende en el mercado doméstico se comercializa a un precio más bajo que el internacional. Además la Ley de Hidrocarburos prioriza el abastecimiento interno y habilita la exportación solo de cupos excedentes. Esto explica que el 80% de crudo que se produce en el país se comercializa internamente.

Lo cierto es que el modelo mediante el cual YPF manda y el resto obedece fue ideado por Javier Iguacel, ministro de Energía del gobierno de Macri. Se trata de controlar los precios sin necesidad de contar con regulaciones escritas.

De hecho ocurre que si bien las empresas pueden fijar precios, ninguna puede alejarse de los valores de referencia de YPF. La petrolera de mayoría estatal marca la cancha como el jugador mas importante del sector, y así traza un sendero de precios, ahora en consonancia con los objetivos que se imparten desde el Palacio de Hacienda. 

Con esto queda claro que YPF al tener la capacidad para administrar el precio del sector, desde la producción de crudo hasta el precio en surtidor es una herramienta útil para anclar el efecto multiplicador que tiene el costo de la energía sobre los precios dado su peso específico como insumo esencial en la estructura de costos que conforma el precio final todos los bienes y servicios.