
Alemania inició en 2002, durante el gobierno del canciller Gerhard Schroeder, un abandono paulatino de la energÃa atómica y el uso de combustibles fósiles, bajo argumentos ecológicos y ambientalistas. Este proceso se aceleró en 2011, cuando el accidente de la central nuclear de Fukushima en Japón llevó a Angela Merkel a cambiar la posición de su partido -Unión Cristiano Demócrata-, para impulsar un cierre definitivo y acelerado de todas las centrales nucleares de Alemania.
Fue precisamente Merkel quien fijó el plazo de 2022 para el cierre definitivo de las seis plantas que quedaban activas. Pero la guerra cambió todo.
Alemania cierra la mitad de sus centrales nucleares y agudiza su dependencia del gas de Rusia
El conflicto de Ucrania moderó el amplio rechazo alemán al desarrollo atómico y ahora distintas regiones tantean la posibilidad de revertir el proceso de desinversión en energÃa nuclear, ante la decisión de no habilitar el gasoducto Nord Stream 2, pensado para compensar con gas ruso la energÃa nuclear.
El ejemplo lo impusó Baviera, que decidió de buenas a primeras volver a poner en funcionamiento la planta nuclear de Gundremmingen, apagada a fines del año pasado, según confirmó el ministro regional de EconomÃa, Hubert Aiwanger.
A esto se suma la extensión de la vida útil de la última central nuclear bávara, Isar 2, y su vuelta al funcionamiento.
Mas aún, Markus Söder, presidente de este estado, se pronunció públicamente a favor de priorizar las plantas de energÃa nuclear sobre la generación adicional de energÃa a carbón.
En el mismo sentido, el ministro regional de EconomÃa de Renania del Norte-Westfalia, el liberal Andreas Pinkwar fundamentó "La doble eliminación gradual del carbón y de la energÃa nuclear, sumada a la dependencia del gas ruso, nos ha dejado en una situación de riesgo de la que tenemos que salir".
"Si Rusia deja de exportar gas, el mundo colapsarÃa"
A escala federal también se aprecia un giro en las posiciones sobre la energÃa nuclear. El vicecanciller y ministro federal de EconomÃa y Clima, Robert Habeck, a pesar de liderar el partido ecopacifista Los Verdes, ha reconocido que la seguridad del suministro es ahora una prioridad sobre la protección del clima, por ejemplo, lo que supone un vuelco considerable en la historia de su partido.
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Años de adoctrinamiento financiado por china y rusia lograron crear una descerebrada zurda ambientalista global que por motivos electorales fue tenida en cuenta a la hora de diseñar las políticas energéticas de occidente.
Ahora resta despabilar a la gilada americana representada por el senil biden.