Opinión
El difícil armado del nuevo gobierno francés
Por Emilio Taddei
La victoria de la izquierda francesa frena el avance de la ultraderecha pero abre una difícil negociación.

De acuerdo a las proyecciones del escrutinio aún en desarrollo de la segunda vuelta de las elecciones legislativas anticipadas en Francia la izquierda del país galo nucleada en el Nuevo Frente Popular (NFP) se alzó con un inesperado y auspicioso triunfo electoral que revirtió de manera contundente el triunfo de la extrema derecha en la primera vuelta de hace apenas una semana. 

El sorpresivo triunfo de la alianza de izquierda (conformada por Francia Insumisa, el Partido Socialista, los Verdes y el Partido Comunista) conjuró el peor de los escenarios políticos: la conformación de un gobierno por parte del neofascista Agrupamiento Nacional de Marine Le Pen y de su jóven y frustrado candidato a primer ministro Jordan Bardella. 

Aún a la espera de los resultados definitivos esbozamos dos sintéticos señalamientos sobre este acontecimiento político de enorme repercusión política para las fuerzas democráticas. Este auspicioso triunfo de la izquierda se cimenta en la capacidad efectiva que tuvieron los distintos agrupamientos de esta familia política en haber conformado en tiempo récord un acuerdo electoral ante el peligro real de un triunfo de la ultra derecha. 

El acuerdo expresó la madurez de la izquierda gala ante la extrema gravedad del momento político abierto luego de las elecciones europeas y la convocatoria anticipada a elecciones legislativas del presidente Macron. 

El programa político común que cimentó dicho acuerdo electoral propone una serie de medidas concretas y efectivas orientadas a recomponer de forma inmediata la calidad de vida de las clases populares y de los sectores medios, principales afectados por las políticas de austeridad y de concentración de la riqueza aplicadas por el presidente Macron desde el inicio de su primer mandato. 

Aumento inmediato del salario mínimo, reposición del impuesto a las grandes fortunas, aumento del presupuesto para el mejoramiento de los servicios públicos, anulación de la contrarreforma jubilatoria macronista constituyen algunas de las medidas del programa de izquierda en las cuales se cifró eltriunfo electoral del domingo y que emergieron como una alternativa creíble frente a las propuestas demagógicas y neoliberales autoritarias de la extrema derecha. 

El programa común del NFP constituye un claro ejemplo de la capacidad efectiva de las fuerzas de izquierda y populares de declinar y proponer un conjunto de medidas concretas de carácter político, económico, social, ambiental y cultural capaz de poner coto al rodillo compresor de las contrarreformas neoliberales. 

La conformación del NPF permitió canaliza electoralmente una gran parte del descontento social expresado en las calles en reiteradas y masivas protestas ocurridas en los últimos años (la de los Chalecos Amarillos, las manifestaciones contra la contrarreforma jubilatoria), evitando así "in extremis" la recuperación del descontento por las fuerzas del fascismo.

El triunfo en la segunda vuelta (luego de que el NFP obtuviera un segundo lugar en el primer escritunio del 30/6) se asentó en la impresionante capacidad de movilización de una amplia fuerza y reserva militante durante la última semana que no solo incluyó a la militancia de las agrupaciones del NFP sino también a la militancia sindical, de numerosos movimientos sociales antifascistas, de mujeres, de jóvenes y asociativa. 

El resultado de las elecciones legislativas traduce el profundo repudio popular a las políticas del presidente derechista Emmanuel Macron y el contundente fracaso de su apuesta política de convocar elecciones anticipadas para intentar recuperar la iniciativa política y recomponer su popularidad. 

La particularidad del resultado electoral es que ninguna fuerza política, ni aún la izquierda triunfante, alcanzó por si sola el número de 289 diputaciones para obtener la mayoría absoluta propia y conformar así un nuevo gobierno. El número de escaños parlamentarios de la izquierda (que oscilan entre 177 a 192, según las estimaciones) la colocan como primera fuerza política en el hemiciclo galo sin alcanzar sin embargo el número requerido. 

El "hemiciclo francés" aparece dividido en tres grandes bloques políticos (el NFP con la proyección de escaños antes señalada, la agrupación Juntos que nuclea al campo macronista con 152 a 158 escaños, la extrema derecha de Le Pen con 138 a 145 diputadxs), a los que se suma el bloque de Los Republicanos (derecha conservadora) con 63-67 escaños. 

La conformación de un nuevo gobierno a corto plazo aparece seriamente comprometida como resultado del rechazo a la política macronista y la previsible negativa de la izquierda a traicionar el contundente mensaje de sus electores contra el rumbo político presidencial, negociando entre bambalinas un acuerdo de gobernabilidad con el campo presidencial. 

La diabolización del NFP ensayada durante la corta campaña electoral por el presidente Macron y las distintas fuerzas de derecha y de extrema derecha política (en particular las acusaciones de antisemitismo contra la Francia Insumisa y su líder Jean Luc Mélenchon por su denunciar consecuentemente el genocidio israelí en Gaza) se vuelven en este complejo escenario contra las pretensiones presidenciales de salir del laberinto político que el mismo Macron edificó con sus gravísimos errores políticos. 

El escenario político que inaugura el resultado de las elecciones constituye una situación inédita en la historia de la V República francesa y expresa la crisis terminal del actual sistema político francés. Abundan las especulaciones, opiniones e incertidumbres acerca de la resolución de esta situación. 

Frente a semejante entuerto los líderes y referentes de la alianza del Nuevo Frente Popular deberán seguramente tener presente que el alentador triunfo electoral se cimentó no solo en la gran lucidez para proponer una alianza electoral y un rumbo programático alternativo, sino también y de manera silenciosa pero decisiva en el torrente de indignación y movilización popular contra las reformas neoliberales que recorrió las calles de las ciudades y las rutas de Francia en la última década. 

Quizás allí deba volver a buscarse el necesario impulso popular capaz de superar el actual impasse parlamentario al que asiste hoy Francia y lograr materializar el deseo de conformación de un gobierno de izquierda, unitario, popular y democrático expresado mayoritariamente en las urnas. 

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