Lejos de las usuales crÃticas por la falta de un programa económico tradicional y la sucesión de "conejos de la galera" con los que Massa consiguió cumplir las metas del FMI en 2022, Morgan Stanley ponderó en su último informe sobre la Argentina, el pragmatismo del ministro para combinar un ajuste ortodoxo moderado con medidas heterodoxas complementarias. Ahora el escenario macroeconómico que proyectan para 2023 es el de una estabilidad en la magnitud de los desbalances, a pesar de la sequÃa.
Los técnicos de la gigante financiera estimaron en 5.000 millones de dólares el agujero en las divisas que causará la sequÃa este año, previendo que golpeará las cosechas de maÃz y de soja de manera similar a lo sucedido en 2018. Es que para ellos, las lluvias de enero no marcaron un cambio en la incidencia de La Niña, sino un interludio en una sequÃa persistente.
Sin embargo, sacan una conclusión optimista de este desastre: creen que la falta de reservas obligará al equipo económico a mantener medidas de contención del gasto ortodoxas y a reeditar el dólar soja, al menos tres veces. El costo será una pérdida de medio punto del crecimiento, que igual esta previsto sea marginal: caerÃa del 0,8% al 0,3% del PBI.
Estrictamente, hablan de una "estrategia para salir del paso" puesta en marcha el año pasado que, sin resolver los desequilibrios macroeconómicos de fondo -el déficit fiscal, la bola de Leliqs, y el sesgo antiexportador de la polÃtica cambiaria-, tampoco va a agravarlos.
La idea, entienden, es mantener las cosas atadas con alambre para que las resuelva el próximo gobierno, que se convierte en otro incentivo para posicionarse en activos argentinos cuyo valor es de oferta total: el próximo gobierno, estiman, hará un replanteo general de la macroeconomÃa, hacia un esquema más pro mercado.
Como sea, anticipan que en el segundo trimestre se hará sentir la merma en exportaciones producto de la sequÃa y que, aunque similar en magnitud a la de 2018, esta vez no se traducirá en una crisis de balanza de pagos porque la economÃa está encepada. El lado B: se resentirá la actividad en medio punto.
El problema principal es el punto de partida: la economÃa tiene apenas unos 5.000 millones de dólares de reservas netas, por eso el gran desafÃo de 2023 será cumplir con la meta de reservas del FMI, es decir, sumar otros 5.000 millones de dólares más. En el contexto de la sequÃa, Morgan Stanley cree que lo más importante no es que se cumpla la meta, sino sostener el rumbo y no devaluar el tipo de cambio. Al fin y al cabo, el FMI sabrÃa entender que si la meta no se terminó de cumplir fue por una causa exógena al Gobierno, la sequÃa.
"No vemos que el Fondo tenga motivos para finalizar el programa antes de tiempo", aseguraron n su informe los economistas de Morgan Stanley.
Asà y todo, los analistas creen que el Gobierno tendrá que salir a defender el magro nivel de reservas con nuevos incentivos exportadores con tipos de cambio preferenciales, o sea, un dólar-soja en marzo y, posiblemente nuevas ediciones en junio, septiembre y diciembre.
Y aunque lo ortodoxo serÃa una devaluación y unificación cambiaria, en Morgan Stanley no creen que el Gobierno avance por ese lado en un año electoral, sino que lo dejará para la próxima administración. En materia de ortodoxia sà creen que el Gobierno continuará achicando el déficit por el lado de las tarifas, mientras que seguirán apareciendo variantes del tipo de cambio para contener la salida de dólares.
Como consecuencia, para Morgan Stanley las acciones de empresas argentinas y los bonos están en un buen momento para comprar, mismo si la menor recomposición de reservas por la sequÃa haga pensar en una menor capacidad de repago.
Para ellos, el FMI no romperá con la Argentina por un incumplimiento y los precios de los activos están suficientemente baratos al punto que un cambio de gobierno que haga las correcciones ortodoxas pendientes solo puede hacer que bonos y acciones suban. Incluso consideran oportuno el momento para los que se posicionen en pesos para carry-trade.
Los analistas no ven margen para que el Banco Central le afloje a la tasa de interés. Con la inflación en el 95% anual y tras cuatro años seguidos de la inflación en alimentos ganándole al nivel de salarios, el Banco Central no tiene margen para largar este instrumento en la lucha contra la inflación, explican.
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Por otro lado, la expansión de los pasivos remunerados del BCRA es un tema a tratar, dado que al mismo tiempo se precisa mantener tasas reales positivas para alentar las inversiones en moneda local.
Esos movimientos, junto a un escenario internacional adverso (viento de frente) determinado por una nueva suba de la tasa de interés de referencia por parte de la FED de los EE UU y la desaceleración de la economía global producto del endurecimiento de las condiciones financieras impulsadas por los bancos centrales del resto del mundo que tienen como objetivo frenar el aumento de la inflación nos cayó como un balde de agua fría en el mercado de bonos en la argentina y se refleja en nuestro elevado riesgo país (hoy se encuentra en los 1965 puntos básicos).
Por otro parte, un mayor control del gasto primario y el cumplimiento de las metas acordadas con el FMI en 2022, hoy, es la única ancla que le queda a la economía. Además, hoy, la inflación se encuentra viajando a una velocidad crucero del 6% mensual.
Otros factores que causaron un debilitamiento de la economía local son la caída en los saldos reales de los pasivos monetarios del BCRA y el endurecimiento del cepo cambiario.
La escasez de dólares, también, afecta negativamente a la actividad económica.
Además, la enorme brecha cambiaria incentiva la demanda de dólares de muchos importadores, al tiempo que desalienta la oferta de los exportadores.
El dólar soja mejoró las ganas de liquidar divisas del sector agroindustrial. Seguramente, vendrá pronto un dólar soja 3.
Su plan es un fracaso, la guerra contra la inflación esta perdida