A las 20.30 del domingo de elecciones, Pedro Dellarossa, el intendente de Marcos Juárez, entra a "El viejo bar" y los parroquianos explotan. Su candidata, Sara Majorel, con él como candidato a primer concejal, acaba de darle una paliza histórica a Verónica Crescente, ex funcionaria clave de su gobierno y ahora candidata de Juan Schiaretti.
Con esta cosecha de votos bajo el brazo, la misma que obtuvo en 2018, cuando logró la reelección, Dellarossa busca proyectarse más allá de las fronteras del sur provincial y de la "zona núcleo", ese polo productivo que rechaza al cristinismo y en particular a quien lo lidera, Cristina Kirchner.
El triunfo de Marcos Juárez potenció a Larreta en Córdoba
"Fue la campaña de Pedro", dice un dirigente provincial del PRO que es crÃtico de sus modos y formas. Le reconoce que caminó casa por casa, puerta por puerta, para avalar a Majorel, histórica en su estructura pero que en los papeles previos aparecÃa sin proyección.
El mismo dirigente reconoce que Dellarossa "cosechó votos tres veces, como ningún otro en el PRO". Se refiere al triunfo de 2014, en el debut de la coalición Cambiemos, rebautizada Juntos por el Cambio, a la reelección de 2018 y al aplastante resultado de este domingo.
Los datos de 2018 fueron idénticos: Dellarossa logró la reelección con 8.648 votos, el 54 por ciento. Majorel fue electa con 8.965 sufragios (55,1%). "La continuidad de Juntos por el Cambio" es un juego de palabras: el PRO gobernará Marcos Juárez hasta 2026, 12 años ininterrumpidos.
Con esta "potencialidad dada por el resultado", Dellarossa pide pista para su despegue provincial: anticipó que buscará una candidatura provincial. Dijo que se lanzará para gobernador, aunque quizá la intención final sea colarse en la fórmula que encabece Luis Juez o Rodrigo de Loredo, si es que ambos no confluyen. En ese marco, no se puede descartar un lugar para Dellarosa en la próxima lista de Diputados. Todo es parte de la misma rosca.
Aún sus crÃticos internos más feroces -aquellos que sostienen que echarla a Verónica Crescente del espacio fue un error, pese al resultado de este domingo- admiten que Dellarossa acató el plan de trabajo diseñado en Uspallata por el equipo de RodrÃguez Larreta. "Se volvió un jugador de equipo, y eso es nuevo. Por eso hay entusiasmo en el PRO", dice un referente amarillo.
Quizá Dellarossa sea el candidato del larretismo para disputar internamente con Gustavo Santos, delfÃn de Mauricio Macri. La relación entre el ex presidente y la nueva estrella del PRO quedaron resentidas cuando en 2018, el de Marcos Juárez le cerró el pueblo, por la imagen negativa que tenÃa el fundador del partido, quien comenzaba a transitar su último año en la Casa Rosada.
En esta campaña, no sin negociaciones cruzadas, Macri, todavÃa ofendido por el desplante de 2018, hizo un vuelo rasante por Marcos Juárez. Horacio RodrÃguez Larreta, en cambio, mandó recursos, asesores y encuestas, y además viajó el último dÃa de campaña, el más simbólico. También Patricia Bullrich, de altÃsima imagen positiva en la zona, participó activamente del proselitismo.
Ahora, todos los jefes PRO quieren su parte del triunfo de Dellarossa, quien el martes estará en Ciudad de Buenos Aires, donde -se espera- posará junto a Horacio. Se verá si la inversión del jefe de Gobierno porteño le genera rentabilidad electoral en Córdoba.
Al equipo de RodrÃguez Larreta, Dellarossa le debe algunos hitos de su campaña exitosa. Por un lado, que el equipo que envió desde le "marcara" la hoja de ruta que trazaba las encuestas: Majorel estaba abajo de Crescente, por lo que la campaña la debÃa encarar él, vÃctima de la traición y el transfuguismo de su mano derecha, una "autoritaria" y "mal llevada" que "desconoció la democracia interna". Decir eso en un territorio profundamente anti cristinista no es enojo, es estrategia.
En ese mismo tren, y como no se habÃa visto en las campañas anteriores, atacó a Juan Schiaretti: dijo que votar a Majorel era votar contra el kirchnerismo, con el que Schiaretti está distanciado desde que Amado Boudou era titular de la Anses. Fue una "ofensa exacerbada", aunque dentro de las reglas de la campaña.
Más osado fue otro misil, disparado en una radio local: "La vida polÃtica de Schiaretti es limitada. Es un año más y después, ¿qué viene? ¿Seguirá el Partido Justicialista gobernando la provincia de Córdoba? ¿Bajo qué signo? ¿Será kirchnerista o será el justicialismo republicano? No lo sabemos". Sorprendió, porque Dellarossa mantuvo con Schiaretti un trato directo y privilegiado durante los últimos ocho años. De hecho, en el Centro CÃvico se preguntaban tras la derrota si tantos "mimos a Pedro" no habÃan sido un error a la luz de los resultados.
"Digan lo que digan, Pedro se puso la campaña al hombre, lo dejó todo", le reconocen en el PRO cordobés. En el partido asoma un nuevo problema: Villa Allende, la ciudad que tras la muerte de Eduardo "el Gato" Romero conduce formalmente MarÃa Teresa Riu-Cazaux de Vélez. "En Marcos Juárez tuvimos a Pedro para que traccione en votos. En Villa Allende, nadie", admiten.
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Dejen de inventar muñequitos de torta!!