Una situación inédita atraviesa el peronismo cordobés: la estrategia diseñada por su lÃder, el gobernador Juan Schiaretti, no está siendo acatada por los seguidores de MartÃn Llaryora, quien tendrá la responsabilidad de garantizar la continuidad del oficialismo en el Gobierno provincial.
El principal punto del conflicto son las "juntas promotoras" con las que el llaryorismo está minando el Interior provincial, un esquema de proselitismo que consiste en montar campamentos de campaña en la mayor cantidad de pueblos, con la premisa de "hacer músculo propio" para enfrentar a Juntos por el Cambio en las elecciones del primer semestre de 2023.
La discusión no es menor. Schiaretti eligió al intendente de Córdoba Capital como el candidato a sucederlo, pero le dejaron muy claro su campaña se diseñará y coordinará desde la gobernación.
Y para que no haya discusión respecto de su posición, la semana pasada Schiaretti ejecutó al único llaryorista de su gabinete: Federico GarcÃa, quien era el segundo al mando en el Ministerio de Gobierno provincial, debió presentar su renuncia. En ese marco, Schiaretti bajó la orden concreta de desactivar las "juntas promotoras".
Pero hasta ahora, fue desoÃdo: las juntas promotoras se multiplican en el interior, y en los actos se repiten las presencias del diputado Ignacio Garcìa Aresca, llaryorista puro, y varios integrantes del equipo de gestión de la Municipalidad de Córdoba.
En el Gobierno provincial confiaron a LPO que esta situación generó que en la vieja guardia del schiarettismo, regresara la desconfianza con el intendente. "Está claro que Llaryora es hábil, inteligente y audaz. Son caracterÃsticas que lo potencian como candidato, pero también son sus principales debilidades hacia dentro del peronismo", opinó un observador de la inédita interna.
Como reveló LPO, el final de la gobernación de Schiaretti abrió una -por ahora subterránea- discusión en el peronismo cordobés sobre la posibilidad de emanciparse de su liderazgo. Una opción que no plantea su reemplazo inmediato por Llaryora, sino más bien por una "cooperativa" de dirigentes para la transición de la jefatura. "
En en entorno de Schiaretti por ahora son inmunes a esos tanteos. "Nos votan por lo que hacemos, no por lo que somos. Por eso no hacemos polÃtica, hacemos obras. Eso lo entendemos quienes estamos en el equipo del Gobierno provincial", afirmó a LPO un secretario de Estado que abona la idea de Schiaretti de vetar los movimientos anticipados de campaña.
"Las juntas promotoras están desordenando el territorio porque hace que cualquiera se calce el traje de junta votos de Llaryora, dejando de lado a los históricos punteros", agregó el funcionario provincial.
Quienes puntean el padrón advierten que en el "neo llaryorismo" hay varios dirigentes que perdieron la interna partidaria en marzo o que quedaron afuera de la conducción del partido. "Se auto ungen como referentes, pero no tienen votos", es el reproche en El Panal.
En el llaryorismo la lectura es opuesta: dicen que no hay una intención de desafiar a Schiaretti, aunque consideran que no hacer campaña es darle una ventaja a Luis Juez y Rodrigo de Loredo, ambos de gira permanente por medios y pueblos.
"Este año termina el 14 de noviembre (inicio del Mundial). Y el 2023 arranca en febrero. No podemos dar un dÃa más de ventaja", ofrecen como contra argumento, advirtiendo que la hipótesis es una elección "disputada".
Aunque despegan a su jefe, los lÃderes de las juntas promotoras son dirigentes de su confianza, incluyendo a funcionarios municipales. Hasta ahora Llaryora no se corre del libreto original: prioriza la gestión y la obra pública; mientras que en lo institucional traza una agenda con intendentes del interior y representantes del cÃrculo rojo.
"Es una situación inédita; porque la interna anterior, cuando Llaryora se le plantó ante Schiaretti en la Paso de 2013, estaba guionada", dice el observador de la interna, que no disimula su preocupación ante el "aparente orden" que por ahora exhibe Juntos por el Cambio.
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