En su despliegue por Córdoba, provincia donde su imagen está por encima o en paralelo a la de Javier Milei, Patricia Bullrich privilegió su relación con el gobernador Martí Llayora y, particularmente, con el ministro de Seguridad de Córdoba, Juan Pablo Quinteros, desplazando de la centralidad a sus históricos socios en la provincia, Luis Juez y Rodrigo de Loredo.

La "sintonía fina" que exhiben Bullrich-Quinteros-Llaryora deja en offside a la franquicia local de la desaparecida Juntos por el Cambio, que tiene como uno de sus ejes criticar la inseguridad en Córdoba y acusar al Gobierno provincial de "montar show" mientras los delincuentes "cazan" a los cordobeses.

Quinteros abonó esa relación desde los primeros días de gestión. Se afianzó en el operativo para "expulsar" de Córdoba a los familiares del capo narco ecuatoriano "Fito" Macías. Hoy, el trato entre los ministros es directo, sin intermediarios, de celular a celular.

Esa familiaridad quedó demostrada en el desembarco de Bullrich en Córdoba: Quinteros fue su sombra, y no por "negro" como le dicen, sino porque no se le despegó. Bullrich sigue siendo la política nacional con mejor imagen en Córdoba, incluso con mejores números que Javier Milei en varios estudios.

La familiaridad de Bullrich y Quinteros quedó expuesta en la conferencia de prensa conjunta: llamó "Juan Pablo" al ministro. Durante el día, compartieron el vehículo y hablaron a fondo de gestión, mientras monitoreaban los cortes piqueteros y los incidentes en puente Saavedra.

Quinteros, Bullrich y Llaryora

El malestar de Juez y De Loredo con Quinteros es evidente y cada vez más notorio: en las elecciones provinciales de 2023, el actual ministro de Seguridad obturó la posibilidad de sumarse a Juntos por el Cambio, cuando decidió apostar a una candidatura propia. En el juecismo le endosan haber sido clave para que no sumar los 3,5 puntos que le faltaron a Juez para ser gobernador. "Qué se saque fotos con Quinteros", dijo un juecista puro este lunes por la tarde.

Hay una historia común: Quinteros militó con Juez desde la Juventud Peronista y lo acompañó hasta 2019 cuando renunció a su banca para iniciar un camino propio. El detonante de la relación fue el acuerdo entre Macri y Schiaretti para dividir en dos al ex Cambiemos. En aquella elección los dos bandos opositores se desangraron entre sí y le regalaron la Municipalidad a Martín Llaryora.

Patricia se olvida del PRO y estrena alianza electoral con Milei en Córdoba

En el hotel Quórum, Bullrich vio de cerca el desaguisado del ex Juntos por el Cambio: a la reunión privada de dirigentes que convocó no asistieron ni Juez ni De Loredo, pero tampoco los presidentes de los partidos que conformaron Juntos por el Cambio. La organizadora de ese evento fue Laura Rodríguez Machado, tropa de Patricia.

En el Frente Cívico aseguran que el partido de Juez no fue convocado la reunión a puertas cerradas. "Por suerte", dijo un legislador juecista. La sociedad de Juez con los sectores que llegaron al PRO desde la UCeDe nunca fue buena: como se recordará, Juez fue determinante para que Germán Kammerath terminara preso por corrupción.

Tampoco fue invitado el presidente del radicalismo, Marcos Carasso. Y mucho menos Oscar August Carreño, el presidente del PRO en la provincia mediterránea, quien en Diputados integra el bloque que comanda Miguel Ángel Pichetto.

Sí asistieron algunos delegados de Oscar Aguad y del diputado nacional Luis Picat, legisladores y varios intendentes del PRO y la UCR. Hay entusiasmo en el practicismo cordobés por esa incipiente construcción propia, por ahora cercana a Milei.

Volvamos al desembarco de Bullrich. La ministra de Seguridad de la Nación se llevó una declaración importante, la de Martín Llaryora: "Quiero valorar la visita de la ministra y a la vez transmitirle total apoyo y acompañamiento en la decisión de utilizar las Fuerzas Armadas para combatir al narcotráfico. Es una medida que vengo solicitando desde hace mucho tiempo pará que las fuerzas federales repongan la paz en Rosario", dijo el gobernador.