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Los candidatos para la ONU y la OEA son un pretexto para una disputa mayor por el liderazgo regional. La tensión con Lula y la idea del nuevo progresismo centralizado en México. |
Gustavo Petro y Claudia Sheinbaum pusieron la piedra funcional de algo que excede a la OEA y la ONU. Lo de la OEA llega tarde y no tienen mucho margen como para sumar adhesiones hasta la elección de marzo y para las Naciones Unidas faltan dos años.
Ambos lo saben y por eso el nombre que lleve a cabo la candidatura que tienen guardada bajo siete llaves es irrelevante. "La iniciativa está bien", explica un dirigente que está en la cocina del armado y reconoce que todos los caminos conducen al canciller de Paraguay.
El fondo de la estrategia es construir una nueva centralidad del progresismo regional en México en una disputa directa a Lula a quien le facturan que no hizo todo lo que se esperaba que haga.
El punto de quiebre fue la crisis venezolana que decidió centralizar y quedó a medio camino entre el reconocimiento y la condena. De alguna manera, Lula fue ambicioso y creyó que su sola figura era necesaria para resolver la crisis entre Venezuela y Guayana, la transparencia en las elecciones que terminaron en fraude y la reactivación de Unasur que quedó en una sola reunión en Brasilia.
Las razones de la victoria de Yamandú Orsi
El lÃder brasileño hizo lo que pudo con lo que tuvo al alcance pero su intención de centralizar los asuntos claves de un región cargada de tensiones hizo que muchos lean que la conducción regional fue un fracaso.
Hay dos miradas que se chocan. Lula avanza en un alianza de centro con las derechas moderadas de la región para aislar a Milei (y a Bolsonaro) y Petro y Sheinbuam consideran que los gobiernos progresistas tienen que agruparse.
"Parece que estamos derrotados pero nunca gobernamos tantos paÃses", reflexiona esta fuente que tiene punto, de los 10 paÃses de Sudamérica la izquierda gobierna 6 y a partir de marzo suma a Yamandú Orsi en Uruguay. En febrero puede sumar Ecuador pero también perder Bolivia y Chile.
Como sea, la región parece dividirse en dos bloques. Brasil concentrado en el Mercosur y México articulando con Colombia, Venezuela y, eventualmente, Ecuador. La incógnita está en Chile, ya que, Boric se lleva bien con Petro y Claudia pero muy mal con Maduro. Veremos.
"Lula tuvo su tiempo y Claudia tiene ganas", asegura este dirigente que dialoga con ambos. Un dato que puede marcar el ritmo de lo que pueda armarse es la dinámica que le imprima Trump a su relación con América Latina.
El republicano le está recortando facultades a Marco Rubio antes de asumir y pareciera que no tendrá centralidad en la relación con Venezuela sino que se limitará a cuestiones migratorias. Si Caracas no se vuelve una mancha venenosa, México puede ganar el protagonismo que Sheinbaum pretende. Esto es lo que comenzó esta semana, el tiempo dirá hasta donde las da.
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