Es la pelea del momento. Magnates como Musk lo usan como herramienta para fortalecer movimientos conservadores y los gobiernos están dispuesto a avanzar en regulaciones y multas. Claves para entender un fenómeno indetenible. |
Qué hacer con la inteligencia artificial es el debate del momento. Atraviesa ámbitos académicos, polÃticos, mediáticos, empresariales y hasta sindicales porque su irrupción amenaza con trastocar las relaciones sociales que conocemos hasta ahora.
Pero la discusión del fenómeno, sus implicancias, riesgos y consecuencias se volvió una preocupación de los gobiernos y alcanza a las redes sociales y su regulación. Esto cayó en el barro de la polarización geopolÃtica que divide al mundo entre los absolutistas de la libertad de expresión encarnada en Elon Musk pero también puede incluir a otros como el CEO de Telegram, que militan desde las plataformas digitales muchas de las ideas anti-globalistas y conservadoras de la ultraderecha contra todo intento de regulación y sanción.
La polÃtica decidió dar el paso y empezar la pelea a fondo que no es ni mas menos que una puja por el control del poder y las decisiones. Un gobierno que no logra eso, no existe.
El primero en dar esa discusión fue Brasil que, con el intento de golpe como telón de fondo avanzó contra las cuentas que tienen la luz verde del dueño de X para difundir noticia falsas sobre el funcionamiento del sistema electoral y transmitieron en vivo el intento de golpe de enero de 2023.
"Si no los frenamos, nos llevan puestos", dijo una fuente del gobierno brasileño en un excelente léxico argentino. Este mismo funcionario aseguro que todo lo que está pasando alrededor de el cierre de la empresas de Musk, las multas y el pedido de información de cuentas golpistas como la de Fernando Cerimedo es una reivindicación del proyecto para regular las redes sociales que impulsa Lula y aún no logra apoyo en el Congreso.
En esa misma batalla está el gobierno de Australia y Reino Unido que sufren las consecuencias de las noticias falsas y tomaron la determinación de sancionar a las empresas que no hagan nada.
Pero no se trata solo de Musk, el dueño de Tesla es la punta de iceberg de un problema más grande que tiene que ver la forma de comunicación digital y los problemas para la verdad y la democracia que pueden traer aparejados la evolución de ese fenómeno a todas luces muy difÃcil de detener.
Claudia López es profesora asistente en la Universidad Técnica Federico Santa MarÃa en ValparaÃso, investigadora en el Centro Nacional de Inteligencia Artificial (CENIA) y el Núcleo Milenio para la Investigación de los Futuros de la Inteligencia Artificial (FAIR) y explicó a LPO que la clave está en discutir "el rol de la IA en la justicia social".
López dice que lo hay es "beneficios mal distribuidos y creados con mucho poder". "Eso pone en riesgo nuestros datos y la capacidad de desarrollo porque hay un monopolio de los recursos", agrega.
La especialista sostiene que es importante "volver a tener propiedad de nuestros datos" y aclara que "esto es una problemática para las potencias que busca regular y proteger".
En relación a Latinoamérica, la académica chilena la definió respecto del tema como "atrasada pero activa" pero recalcó "hay una mirada regional común para abordar la problemática". "El desafÃo es no restringir el desarrollo tecnológico y proteger nuestros datos y los derechos de las personas", insiste.
Los gobiernos hablan en términos de soberanÃa, algunos empresarios en nombre de la libertad. Lo que ha demostrado este contexto es que Musk y las corporaciones tienen el poder suficiente para no acatar las leyes pero no están dispuestos a perder rentabilidad.
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Dentro de los iniciativas en el mundo que son tomadas como ejemplo está la de la Unión Europea cuyo Parlamento aprobó el miércoles la primera Ley de Inteligencia Artificial que regulará aplicaciones como Chat-GPT basado en los principios de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) de 2019, o las recomendaciones sobre la ética de la IA de la Unesco, adoptadas por los 193 Estados miembro en noviembre de 2021.
Chile también trabaja una norma con enfoque basado en riesgos y busca promover la creación, el desarrollo y la innovación, pero sin dejar de lado los principios democráticos, el Estado de Derecho y los derechos fundamentales en general. "El objetivo es calibrar innovación con protección", explicaron.
La Inteligencia Artificial es invisible, no sabemos como funciona, no le podemos asignar responsabilidades pero urge no permitirle hacer todo lo que sean capaz de hacer porque está diseñada para reemplazar a los humanos. La clave en la que están ciudadanos y gobiernos es abrazar con cuidado lo que es un hecho de la evolución mundial y construir el marco para evitar mentiras, violencias y excesos que dañen la convivencia democrática.
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