Americanismo y anti-globalismo, los ejes de la polÃtica exterior trumpista. El futuro de la guerra con Ucrania y el vÃnculo con Putin y China. La expectativa de Maduro y la tranquilidad de Lula. ¿Y Milei? |
La vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca abre una nueva etapa en el orden internacional. El republicano le toca asumir en un escenario más conflictivo que el de 2016 y con dos guerras en curso que pondrán a prueba su liderazgo mundial.
Los más catastróficos con su regreso hablan del fin del orden liberal como lo conocÃamos, mientas que los más entusiastas entusiastas confÃan en recuperar un contexto de relativa tranquilidad, algo que a esta altura no se sabe bien si es posible.
Trump es nativista y anti-globalista. Su objetivo es priorizar los intereses económicos locales desde una perspectiva proteccionista aunque eso incluya el aumento excesivo de aranceles a productos chinos, mexicanos y europeos, entre otros.
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Pero esto se sabe. ¿Cuál es el mundo de Trump? Su condición de americanista anti-globalista lo ubica en la vereda contraria de los grandes acuerdos globales como el Pacto de ParÃs contra el cambio climático o cualquier otro escenario multilateral. Lo abandonó en su primera mandato y lo hará ahora. Después veremos el tono, si es el que sobreactúa Milei o algo un poco más serio.
La guerra en Ucrania es otro de los asuntos que preocupan al recargado presidente electo de Estados Unidos. En la campaña fue claro: "Conmigo en el poder esa guerra una hubiese comenzado". El rol de la Administración Biden fue determinante para empujar a la OTAN al apoyo de Ucrania a pesar de la resistencia de Alemana y Francia.
Trump calificó despectivamente a Volodimir Zelensky como un gran vendedor que va a Estados Unidos, dice dos palabras y se lleva millones de dólares que no se sabe para que se usan. Lo cierto es que sin el apoyo económico de Washington y el abastecimiento militar de la OTAN, Ucrania no tiene forma de enfrentar a Rusia.
Todo esta en crisis. A la resistencia de Trump a la guerra se la suma su aberración al sostener económico norteamericano a la OTAN y la buena relación con Vladimir Putin, con quien ya cruzó elogios.
La posibilidad de un acuerdo Trump-Putin obligará a Ucrania a aceptar un nuevo dibujo de los fronteras que lo perjudica y puede consolidar un nuevo núcleo de poder euroasiático con Rusia, India y China como actores centrales. ¿Esto puede acercar a Estados Unidos a los BRICS? SerÃa el colmo para su profetas vernáculos y aunque pueda resultar interesante y divertido, la idea de un Trump avalando un bloque que contenga a los enemigos de Israel y a China no parece ser algo que ocurra.
En este complejo cuadro, Europa queda inmerso en una profunda crisis y queda obligado a redefinir una estrategia más autónoma de los intereses norteamericano. Algo de eso dijo Macron al otro dÃa de la victoria trumpista. La pregunta acá es, ¿Cómo y quién lo conduce? La Unión Europea ya no tiene liderazgos como el de Angela Merkel y la recomposición con Rusia después de casi tres años de guerra no será sencilla.
Además, los dos motores europeos (Alemania y Francia) atraviesan una crisis interna que potencia a las derechas radicales que, en el caso alemán, puede dejar al sistema polÃtico al borde una parálisis total. Con el eje franco-germano debilitado, Europa queda partida entre figuras que cuestionan el sistema de integración como Giorgia Meloni pero no rompen puentes y los que buscan aprovechar al máximo la idea de una reconciliación entre Washington y Moscú como el húngaro Viktor Orbán. Si este giro se concreta, será muy interesante ver la postura de Javier Milei, que solicitó el ingreso a la OTAN y se mostró predispuesto a enviar ayuda a Ucrania.
Un actor que tomará relevancia en esta etapa será Elon Musk, billonario amigo y financista de Trump que militar el trumpismo en su empresa X y se especula que tenga un cargo institucional. Además, sus intereses económicos entrarán en negociaciones entre estados, por ejemplo, con la Unión Europea que pretenden implementar regulaciones similares a la de Brasil y Australia.
Pero volvamos al mundo. El segundo escenario bélico que hereda Trump es el de Israel en Medio Oriente. Acá, el presidente de EEUU la tiene más difÃcil y su narrativa es más confusa. Por una lado dice que quiere que se termine la matanza pero por el otro insta a Israel terminar de ganar la guerra contra los aliados de Irán y remarca el derecho de defensa israelÃ.
BenjamÃn Netanhayu y Trump tiene un vÃnculo personal que creció desde el enojo del premier israelà con los Demócratas por el pacto nuclear con Irán. Las pistas para saber lo que espera Israel de la guerra es el despido al ministro de Defensa, Yoav Gallant, que dijo los objetivos militares israelÃes ya estaban cumplidos. En su reemplazo fue designado un halcón como Israel Katz que viene de ser ministro de Relaciones Exteriores.
La guerra es el motor que mantiene la coalición de gobierno de Israel unida. No hay plan B y Trump deberá aceptarlo o poner en riesgo la histórica a alianza con su mejor socio en Medio Oriente. Esto puede salir mal para el norteamericano.
¿Qué pasa con América Latina? Esto es una moneda al aire. Los intereses de Trump están marcados por la cuestión migratoria que tiene a México y El Salvador como actores centrales con quien el republicano ya conversó.
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El mapa regional con el que asume es bastante diferente que el de hace 8 años atrás. En ese momento habÃa mayorÃa de gobierno de centroderecha y la crisis en Venezuela como factor predominante que derivó en el reconocimiento de Juan Guaidó como presidente interino y la creación del Grupo de Lima. Todo eso fracasó y es casi improbable que pueda armarse algo similar para intentar volver a aislar a Nicolás Maduro.
Al contrario de lo que se piensa, Estados Unidos apuesta a mantener la estabilidad económica de sus empresas, especialmente los contratos petroleros de Chevron. Pero, claro, Trump es Trump y es impredecible. Mientras tanto, las comunicaciones subterráneas comenzaron, Maduro le envió una señal de amistad a Trump y hasta busca la mediación de Putin para que este segundo mandato sea armonioso entre Caracas y Washington.
Por último, la pregunta en el aire esta en el rol que pueda cumplir Milei. En la Rosada dar por hecho que será el alter ego de Trump pero la poca prioridad que le dio el republicano al llamado con Argentina sirve para salir de las redes sociales y los memes y enfrenarse con la polÃtica real. Sobre todo porque ya pasó con Jair Bolsonaro, cuando Donald Trump a penas lo exhibió como trofeo de hasta donde llegó el MAGA, algo que seguramente se repetirá con el lÃder libertario sin grandes gestiones que contribuyan con la llegada de dólares que el gobierno necesita para levantar el cepo, por ejemplo.
Del lado de Lula no muestran ni un ápice de preocupación con las chances de perder protagonismo en manos de Milei y esperan una buena relación con Estados Unidos. De lo que si están en alerta es en la posibilidad de una presión de Estados Unidos para que la justicia levante la inhabilitación contra Bolsonaro. En ese caso, Lula dice estar preparado para competir por la reelección.
En resumen, Trump vuelve a poner en tensión aquello que no considera relevante para la construcción de la hegemonÃa de Estados Unidos en el mundo. Tal vez con la certeza que ese mundo bipolar llegó para quedarse y necesita de acuerdos bilaterales, no globales, para entrar un periodo de relativa estabilidad y tranquilidad. Asà las cosas, la guerra se declara fronteras adentro y contra los migrantes ilegales y los productos importados. En este aspecto, la tensión con China es inevitable.
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- 1Hace 22 dÃas08:52Una parte de la elite globalista, se ha dado cuenta de que no es aún el momento de liquidar el imperio americano, pues acarrearía consecuencias seguramente críticas para la estructura de poder mundial. Le extienden un tiempo más la vida, y ven cómo puede este personaje maniobrar para llevar adelante sus políticas, maquilladas de nacionalismos, racionalismo, empirismo, etc. No obstante, aun tienen casi dos meses, para evaluar si lo dejan asumir, en qué condiciones, etc. En la práctica mucha de la gente que lo rodea (sacando al folklórico R. Kennedy Jr.), está directa e íntimamente vinculada con el sionismo, el estado vigilante, los intereses militar- industriales, las empresas tecnológicas y de IA, etc. Muchos van a sentirse decepcionados con lo que seguramente sucederá durante su mandato, y desde el arranque van a quedar claros los límites y dirección.