Opinión
Condenado
Por Augusto Taglioni
Condenado, preso y fuera de la carrera electoral, el futuro de Bolsonaro es negro. El fracaso de Trump, el poder de la Corte y lo que viene en Brasil.

27 años y tres meses de prisión. Una condena ejemplar que marca un hito en la democracia brasileña y latinoamericana. Es el precio de jugar el fleje y coquetear con romper con la convivencia democrática y dejar que corran ideas como el cierre del Congreso, el fraude electoral o directamente implementar un golpe de estado. 

Es lógico centrarnos en lo que pasó durante los momentos posteriores a la victoria de Lula en octubre de 2022. Es ahí donde se enfoca la investigación de la Policía Federal que concluye en la condena de este lunes,

Pero hay que ir más atrás. Bolsonaro siempre jugó con ser el ex capitán del ejército que defiende la dictadura militar y le faltó el respeto a las víctimas de la tortura. No tuvo reparo en reivindicar al torturador de Dilma Rousseff. Casi diez años después, uno está preso y la otra preside el Banco de los BRICS, con cada vez más influencia global.

Durante su gobierno, tanto él como los suyos, en especial su hijo Eduardo Bolsonaro fueron los primeros en decir que estaban en condiciones de cerrar el Congreso e intervenir la Corte Suprema. Las bravuconadas fueron constantes. 

El segundo semestre de Bolsonaro 

Las marchas fueron otra tribuna de provocación. Bolsonaro nunca desautorizó el pedido de sus seguidores de implementar al Acta Institucional Número Cinco (AI-5), un decreto que otorgó poderes dictatoriales durante la dictadura militar de Brasil y mandó a los tanques a recorrer la Plaza de los Tres Poderes como forma de exponer su poder de fuego. Siempre, para recular, aclaró que se mueve "dentro de las cuatro líneas de la Constitución".

Los ejemplos pueden seguir pero lo importante es esto: las amenazas fueron durante todo su mandato. Lo que pasó antes, durante y después de las elecciones es la conclusión de todo lo anterior. Fake news sobre el funcionamiento del sistema electoral, no reconocimiento de los resultados de las elecciones y un plan golpista que alimentó durante 4 días con un silencio atronador tras la derrota en el balotaje y se confirmó con la toma de Brasilia. 

Bolsonaro siempre jugó con ser el ex capitán del ejército que reivindicó la dictadura militar y le faltó el respeto a las víctimas de la tortura. No tuvo reparo en reenviar al torturador de Dilma Rousseff.

 Bolsonaro fue la puerta de entrada del ingreso de los militares al poder del Estado, una reivindicación que los uniformados sintieron una victoria histórica que les permitió ser los garantes de la Constitución, el poder moderador de la democracia brasileña. 

Condenado

Los militares decidieron, planificaron, ordenaron y evitaron que la gestión de Bolsonaro colapse en medio de la pandemia pero al mismo tiempo se creyeron invencibles y metieron a una organización con mucho prestigio en un plan golpista que le dejó una mancha indeleble muy difícil de borrar.

Para las Fuerzas Armadas, tener a los suyos condenados es una deshonra y por eso no hay ningún apoyo público ni a Bolsonaro ni a dos pesos pesados como el ex jefe de gabinete institucional del ministerio de Seguridad, Augusto Heleno, y el ex jefe de gabinete, ministro de Defensa y ex candidato a vice, Walter Souza Braga Netto. Los entregaron porque se metieron en un juego que nunca deberían haber jugado. 

La condena es una derrota categórica para Donald Trump que no logró hacer retroceder a nadie en la decisión de mandar a Bolsonaro a prisión. Los aranceles y las sanciones no hicieron más que activar el estilo soberanista brasileño y alimentar a una potencia dispuesta a pelear. Cuanto seguirá Trump sosteniendo la cruzada caprichosa de Eduardo Bolsonaro es uno de los grandes misterios de la humanidad.

La condena es una derrota categórica para Donald Trump que no logró hacer retroceder a nadie en la decisión de mandar a Bolsonaro a prisión. Los aranceles y las sanciones no hicieron más que activar el estilo soberanista brasileño y alimentar a una potencia dispuesta a pelear. Cuanto seguirá Trump sosteniendo la cruzada caprichosa de Eduardo Bolsonaro es uno de los grandes misterios de la humanidad. Eduardo sigue en la misma y hasta propone que las Fuerzas Armadas norteamericanas invada territorio brasileño para rescatar a su padre. 

Pensando en el día después de la condena, la derecha es quien tiene más complicaciones. El gobernador de San Pablo, Tarcisio Gomes da Freitas, es el preferido del círculo rojo y de gran parte del Partido Liberal que quiere pasar de página para jugar una carta que puede ser ganadora. 

Pero para que eso pase hay que pasar por el cadaver de la familia que parece querer hacer caminar por las brasas a buena parte de los candidatos de derecha que buscan competir. Por eso, Tarcisio sobreactúa su bolsonarismo para lograr la bendición. Pero no alcanza, Eduardo quiere ser el candidato en el exilio o, en su defecto, apostar al voto nulo para deslegitimar el proceso. Todo está en desarrollo.

Pero hay quienes sostienen que una eventual bendición de Bolsonaro a Tarcisio con el compromiso del indulto puede convertirse en un dolor de cabeza para un eventual gobierno del paulista. 

En efecto, los Bolsonaro no quieren entregar el mando y se debaten entre Eduardo y la ex primera dama, Michelle a pesar de las retenciones de la derecha tradicional bolsonarizada de cerrar con Tarcisio.

Lo que tenemos hoy es una Corte Suprema empoderada, las Fuerzas Armadas en silencio, con vergüenza y sin rol político, y a Lula creciendo en las encuestas. El mapa se completa con una derecha dividida y sin rumbo.

El poder supremo de Brasil 

No hay indicios que eso se resuelva pronto porque lo que queda del año la agenda será una amnistía que nació muerta. Un mapa ideal para Lula y el gobierno.

Mientras tanto, Bolsonaro llora. Pero el llanto debería de ser de arrepentimiento por pensar que se podía jugar al fleje con la democracia sin que eso implique las consecuencias que vemos en esta respuesta categórica de un sistema que decidió cortar por lo sano. Es mensaje fuerte debería llegar con claridad a los que juegan con fuego fuera de las fronteras de Brasil.

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