Opinión
Venezuela, una batalla por la democracia
Por Augusto Taglioni
Se definen las disputas internas del último lustro. El sueño de una transición ordenada y el riesgo de subestimar el poder de daño del chavismo.

"La del domingo es la batalla final", así la define un armador de la oposición que confía en sus encuestas que dan ganador al opositor Edmundo González. A punto tal es la confianza de la llamada Plataforma Unitaria que están debatiendo condiciones futuras para la transición democrática de seis meses hasta la toma de mando. 

En ese cálculo un poco apresurado podría incluir concederle a Nicolás Maduro una amnistía que lo blinde de cualquier tipo de detención y hasta hay quienes sostienen que para darle una vuelta de página a la lógica de la confrontación no sería descabellado un cargo de Senador vitalicio como hizo Chile con Augusto Pinochet.

No hay una base empírica para semejante entusiasmo sino mas bien una lectura que puede confundir deseo con realidad, sobre todo en un país cuyo funcionamiento democrático no es normal hace, al menos, una década. Lo que se palpa en las calles, las encuestas o los comentarios en redes sociales no son una base sólida para creer que esto puede pasar pero, en definitiva, es lo que empuja y se ve en los venezolanos que deciden volver al país para votar, con la última esperanza de cambio. 

¿El milagro venezolano?

Hay otras variables un poco más concretas que gira en torno a la pérdida paulatina de apoyo del gobierno, innegable a la vista de los hechos, el éxodo forzoso de mas de 6 millones de venezolanos, las detenciones arbitrarias, la crisis económica y el número de participación, un elemento clave que miran con atención desde Washington y el debate central de ambos lados de la grieta venezolana.

Lo que dicen los opositores es que si se logra romper con la lógica abstencionista la victoria es posible. Hablamos de rozar o alcanzar el 70 por ciento. Esto es indudable pero choca con lo que este mismo espacio defendió durante un lustro sobre lo poco que sirve participación electoral en tiempos de dictadura. Convencer al antichavismo de lo contrario no será sencillo. 

Otra fuente opositora asegura que lo que se viene "es muy incierto". "Hay básicamente dos escenarios. Maduro se lanza un fraude y anuncian una brecha cerrada. Se prende la calle unos días y a continuación un éxodo masivo tipo 2015-2017. El otro es que anuncian que gana Edmundo y se vienen 6 meses de negociaciones para sacar a María Corina Machado del juego", plantea. 

Lo que dicen los opositores es que si se logra romper con la lógica abstencionista la victoria es posible. Esto es indudable pero choca con lo que este mismo espacio defendió durante un lustro sobre lo poco que sirve participación electoral en tiempos de dictadura. Convencer al antichavismo de lo contrario no será sencillo.

Esta es una lectura más realista porque contempla dos elementos muy concretos: el poder de daño del chavismo y la interna de la oposición. Esto último es clave porque si Maduro gana, la implosión de la oposición será un hecho aún con denuncias de fraude y movilizaciones que puedan convocarse. Pero en un caso de triunfo de González, tanto Maduro como otros dirigentes opositores buscarán que Corina no tenga centralidad. 

Venezuela, una batalla por la democracia

María Corina es la candidata sin firma, la gran electora que busca el poder a través de una figura débil y manejable. Supone que la victoria será toda suya pero la oposición es demasiado grande y amplia como para consagrarla como líder absoluta. Además, un detalle no menor es que González reporta Leopoldo Lopez, el gran arquitecto desde armado. Pero será una discusión para el 29 de julio.

En el chavismo gozan de la tranquilidad de los que controlan el Estado a su antojo y saben jugar este juego de trampas y avivadas. Juegan en una cancha inclinada con el arbitro a su favor. No perciben de ninguna manera que haya chances de derrota después de 25 años porque también existe cierto círculo rojo local e internacional que se vio beneficio con el giro económico y consideran las condiciones objetivas para la estabilidad la podría dar el régimen. "Controlan desde el Poder Judicial hasta las Fuerzas Armadas. Una victoria opositora sería disruptivo y abriría otro escenario de conflicto", cuenta alguien que oscila entre Caracas y Washington y conoce al dedillo el pensamiento de muchos operadores del mercado en Wall Street. 

En el chavismo gozan de la tranquilidad de los que controlan el Estado y saben jugar este juego de trampas y avivadas. No perciben de ninguna manera que hay chances de derrota después de 25 años. Tienen encuestas que lo favorece y están convencidos que la abstención se mantendrá lo suficientemente alta como para favorecerlos

En este marco, tienen encuestas que lo favorece y están convencidos que la abstención se mantendrá lo suficientemente alta como para favorecerlos. "Los resultados vas a ver que serán 60% presentismo y el chavismo gana 46%", asegura con firmeza a LPO un operador confiado del oficialismo venezolano. 

"Maduro parece estar pensando en el estilo de su próximo mandato que en una transición de poder. Le interesa más el diálogo con Trump que cualquier otra cosa que pueda significar una derrota", insiste. 

Con esta dualidad se presenta el escenario electoral venezolano, una moneda al aire de la que depende el fin de un ciclo de un régimen doloroso, con sangre y exiliados que muchos dan por terminado independientemente del resultado de las elecciones. La expectativa es tan grande como el temor a que nada cambie. 


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