De Vido faltó al plenario de comisiones en el que expone Aranguren por el tarifazo
Julio de Vido no quiso asistir al plenario de Comisiones de Diputados que esta tarde recibió al ministro de Energía, Juan José Aranguren, por temor a ser vapuleado por sus pares de Cambiemos, tal como había adelantado LPO.
El ex ministro lo decidió este fin de semana y recién hoy se lo comunicó a su jefe de bloque Héctor Recalde, a quien le pidió leer una carta de su autoría antes que los macristas empiecen a burlarse de su silla vacía.
Es que por ser presidente de la Comisión de Energía, el diputado K tenía reservada uno de los cinco lugares principales, pero prefirió no poner la cara. "Estábamos esperando a De Vido, pero no vino", se lamentó, serio pero no solemne, Luciano Laspina, presidente de la Comisión de Presupuesto y a cargo de coordinar el plenario.
"Quiero leer una carta de De Vido", pidió Reclade, pero Laspina le pidió esperar su turno para hablar y, en tal caso, dedicárselo al ex ministro.
En dicha nota, finalmente leída por el jefe del bloque FpV-PJ, De Vido planteó que la decisión de no presentarse fue “para evitar que se desvíe la discusión a cuestiones que responden a diferentes concepciones ideológicas y políticas”.
Repasó cuáles fueron las inversiones cuando el kirchnerismo estuvo en el poder, lo que según él que incluye “la recuperación de YPF, la incorporación de millones de hogares a los servicios de gas y electricidad”.
“Creamos seis millones de puestos de trabajo y los millones de argentinos podían pagar las tarifas de gas y electricidad, con el brutal tarifazo de Aranguren no”, se defendió el ex ministro de Planificación. "¡Caraduras!", se escuchaba desde el rincón de Cambiemos.
La mayoría de los diputados del FpV-PJ se enteraron ahí mismo que tendrían un trabajo menos, como era el de defender la pesada herencia del ex ministro.
Pero pronto igual debieron ponerle el pecho: el santacruceño Eduardo Costa leyó en voz alta las decenas de cargos judiciales que pesan contra De Vido y los kirchneristas saltaron de sus bancas. A los gritos, llegó a leerlos todos.