Macrismo

La banalidad del PRO

El PRO se instala en una especie de tercera posición virtual: entre los tarifazos de Aranguren y las clases de yoga en el CCK.

 El lunes a las 20:11 pensaba crucesentre amor y política. No eran cruces para tratados internacionales ni parapapers. Anoté que ambos estaban hechos de fe y de desierto. Que se les puedeperdonar algunas cosas, pero nunca no haber estado a la altura. Un e-mailde un amigo que tiene escritorio en la Casa Rosada, come el menú todos los díasde 66 pesos, cortó nuevos cruces: “- ¿Querés conocer a Jaime en pija?”. Y me mandapor mail una columna del teólogo ecuatoriano publicada en el diario Perfil bajoel título “Banalidad arcaica”, que arranca así: “Mauricio Macri se entrevistóen cuatro días con los presidentes de México y de Perú y con el Emir de Qatar.Dedicó también una hora a conversar con Marcelo Tinelli, algo que indignó amuchos periodistas que dijeron que banalizaba la política. Una vez más, losanalistas anticuados se dedicaron a lo que llaman “banal” y se olvidaron deanalizar las visitas de Estado, que ellos mismo creen trascendentes”.

En cierto sentido podríamos decir quemuchas cosas (incluso los gobiernos) se ven más en los detalles. Todos lospresidentes reciben presidentes y firman compromisos comerciales queandá-a-saber-qué dicen o en qué terminan. Pero los detalles, los pequeñosincidentes, los “temas menores”, nos muestran más las costuras de un gobiernoporque revelan sus obsesiones. ¿Qué se vio en el breve affaire Tinelli versusMacri? El intento de Macri por controlar su imagen en los grandes medios. DuránBarba apunta los cañones al fuego amigoque custodia los bordes populistas del propio Macri (“¿cómo un estadista va aperder el tiempo con Tinelli?”, se preguntan).

Durán Barba está en guerra con los periodistas, consultores y divulgadores de la política clásica que custodia los bordes populistas del propio Macri.

Se sabe: la guerra privada de DuránBarba es contra aquellos periodistas, consultores y divulgadores de la políticaclásica en la que, a su pesar, se encuentran tercerizados los principalesmandamientos ideológicos de “su” gobierno pero que siguen siendo el “círculorojo”. Jaime odia su solemnidad y jerarquías. ¿Quieren verlo? Busquen laentrevista que en La Nación le hizo el periodista Juan Miceli. Durán Barba haceagua en esa entrevista, no lo sabe llevar, trastabilla, quiere desdramatizar(casi negar) su relación contractual con Macri y no hace más que dramatizarla,como si “ocultara algo”, porque lo que le incomoda, parece, es lo que Miceliexpresa: la fe de un periodismo objetivo que consume el ciudadano politizado.Durán Barba lleva lejos su propia batalla cultural. Y quizás hay algo en ese“rechazo” al periodismo que hile su fascinación por Cristina. Pero él no militala intensidad sino la defensa de su contrario: el derecho de las mayorías a noser parte de la Historia. Jaime quiere la “autonomía de la política” frente asus pedagogos, aunque después, por ejemplo, el elenco concreto de su gestiónentregue el ordenamiento de la economía a un sector (el campo) en detrimento deotros. Por eso el punto de incompatibilidad mayor de Cambiemos no es entre,digamos, Nicolás Caputo y Elisa Carrió, sino entre Durán Barba y Carrió (¿entrelibertad y moral?).

Vamos al hueso. Durán Barba y Peña recibeninformación a diario. Y promueven una novedad misteriosa: Macri gobierna duropero “increíblemente mide”. Leen y difunden eso: que producen políticasantipáticas por las que Macri no paga costo. “Como Scioli”, dice un sciolistarecordando el estilo de flotación. Algo así como “Macri cae bien y la gente nopierde la esperanza” a pesar. El predicamento del gobierno es anti políticopero fuera de los tics de la anti política, es como el “día después” del que sevayan todos: una política para cuando, efectivamente, todos se fueron. Si elkirchnerismo era la parte de “fin del neoliberalismo” de la herencia de 2001,el macrismo es la parte del Que se vayan todos. El kirchnerismo es hijo del día20 de diciembre, el macrismo es hijo de la noche del 19. A ojo de Durán Barba losmilitantes, los analistas, los periodistas, los lobbistas son viejosprejuiciosos de derecha o izquierda, y hablan de política en latín, es decir,una lengua de relevancia cultural pero que ya nadie usa fuera del círculo deentendidos. A su modo, quién le saca el engreimiento: se llevó puesto alsistema político argentino con un partido no peronista. ¿Lo hizo con todos losfavores de las clases dominantes argentinas? Se sabe que el cachivacherío de“nuestros empresarios” pone huevos en todas las canastas. La información -diríanentonces- no está en la política sino fuera de ella. En definitiva, el PRO semueve como algo que empieza donde todo lo demás termina. Pero ahora gobiernan yla “sociedad” no es más el afuera de la política sino el adentro del país que lestoca gestionar. Y a la que le están haciendo un daño planificado. Veamos quépasa allá abajo.

¿Sinnovedades en el frente?

En el viejo y querido siglo XX comunistas y liberales creían en el“futuro”, y en tal caso las terceras posiciones (como el peronismo) se ubicabanconjugando esas creencias aunque con ciertas dosis de felicidad y bienestarpara el “aquí y ahora”. Teorías con atajos. Trasladado a hoy, y sin elcomunismo, los liberales sostienen que el populismo es un desentendimiento delfuturo para construir un presente de consumo y bienestar; y se responde porizquierda que el liberalismo es un desentendimiento del presente para construirel futuro de consumo y bienestar, al que hay que llegar luego del sacrificiodel presente. El PRO se instala en una especie de tercera posición virtual,demasiado virtual: entre los tarifazos de Aranguren y las clases de yoga en elCCK. Es decir: desdramatizar la política para desdramatizar la vida, y así, porañadidura, desdramatizar la sociedad. Es una pedagogía fina y contra natura delos resultados de su incipiente (mala) economía, por empezar, en el AMBA. 

El lugar común de la política de pegarle a Durán Barba, reproduce el lugar común de Durán barba de pegarle a la política (y sus industrias del saber).

Perosi se pela la cebolla amarilla del discurso qué queda: un discurso sobre lainevitabilidad de nuestro crecimiento económico que rima con las viejascanciones del Progreso argentino. “Vamos a crecer”, repiten: “vamos a crecer” elsemestre que viene, el año que viene, la década que viene. En algún momentoocurrirá. ¿Y qué más queda? Los ojos llenos de lágrimas. Estados Unidos enciendela estrella del proteccionista Donald Trump, Gran Bretaña vota su salida de laUE y Francia vive en guerra el ascenso de Marine Le Pen. Y así. Como escribióFederico Vázquez frente al mantra de “volver al mundo”: “¿existe ese ‘mundo’que imagina Macri?”. El nuevo experimento de gobernabilidad lleva ocho meses.Las esperanzas sociales del siglo 21 son más modestas que las del 20, y las marchas,cacerolazos y paros contra el gobierno parecen portadoras de un pedido delicado(“¡capitalismo pero con reducción de daños!”). El lugar común de la política de“pegarle” a Durán Barba reproduce el lugar común de Durán Barba de pegarle a lapolítica (y sus “industrias del saber”). La respuesta al funcionario de palaciodebió haber sido: “ah, Durán Barba, otro rey desnudo”.